Misterio Pascual esta vez en el SanSan Festival 2025
“Pasión”, “Muerte” y “Resurrección”, todo en tres días. Tres días que como un cóctel de emociones hace que tengas que volver de las vacaciones de Semana Santa con una resaca no solo física sino también emocional. Tres días que dejan a Benicàssim con una magia especial y con vidas que funcionan como meras transiciones en la localidad, que vienen y van.
2025. Nuevo año, nueva temporada de festivales que dan su pistoletazo de salida, como siempre desde hace 11 años atrás. Abriendo paso a esa época del año que se basa en vivir esa Pasión, esa Muerte y esa Resurrección en “modo repeat” hasta finalizar septiembre. Tres pilares de la vida de Jesús en esta semana siempre tan creyente y tres pilares que acompañan a cualquier indie en experiencias de este tipo. Directos y espectáculos en divertidos espacios, gente de toda España que se une en una experiencia bastante poco cristiana como es beber y escuchar música hasta el amanecer. Desde Nuevas Frecuencias no podíamos dejar pasar la oportunidad y hemos asistido a cada una de las homilías recibidas en el SanSan Festival 2025.
Día 1: “La Pasión”
El mejor día de un indie, un fanático de la música en vivo y que se desvive por los festivales, sólo puede ser el día que arranca uno de los festivales por antonomasia. Un festival que, por cierto, a diferencia de otras ediciones, ha caído en una época del año donde el sol y las altas temperaturas acompañan en la experiencia y servían de excusa para que la gente bebiese más cerveza. El día de la Pasión es un día donde el mundo parece pasado por un filtro rosa, todos muy contentos, con ganas. Todos sacan sus mejores galas, desempolvan esas camisas veraniegas de estampados horteras y una energía impropia para ser un jueves. Inicio, ilusión, exaltación y música muy alta que no parece importar. Como cuando Jesús entra en Jerusalén.
Chicos jóvenes siendo esta vez los protagonistas de la escena, desde los espectadores hasta los que se encuentran encima de las tarimas. Desde Pipiolas a las siete y veinte hasta las Cariño siendo prácticamente las últimas a las dos y cuarto de la mañana. Un día que responde a casi todos los gustos posibles y que responde a las necesidades de casi cualquier tipo de indie. Sen Senra habla de su proyecto de tres partes que está casi por finalizar, «PO2054AZ». Nos bendice con una de sus típicas misas donde todos sus seguidores cantan sin fallo cada uno de los temas. Cadenas, rosarios, pantalones cargos, en definitiva, una estampa de modernos que se mueven al ritmo del gallego. Termina y casi llevados por la misma gente, directos a ver a Ralphie Choo.
En el escenario Calaverita Records, ajeno a lo que ocurre con sus hermanos mayores, Cala Vento son los primeros en brindar. Tras dar las gracias y obligar a todos a que alcemos las copas al aire explotan y se lanzan con las versiones de su último álbum. Hasta el que pasaba por ahí podía cantar Lento o Resurrección independientemente de conocer a la pareja de artistas. Un concierto bastante multitudinario para un escenario tan pequeño. Pogos en un espacio reducido y gritos de alegría que se tenían que oír al otro lado del recinto. Una escasa escenografía pero con lo justo y lo necesario para dejar su huella en el festival.
Cambio de escenografía, de personajes incluso. Son muchos los reconvertidos a la religión de Los Planetas, los papas del evento. Casi como figuras trascendentales y espirituales, como seres omnipresentes por estar en la cultura indie siempre, aunque no lo queramos, casi como el ángel del festival, Jota se entrega a sus fans. Sin dejar ese sonido sucio de garaje y tan típico de la banda parecen no decepcionar. Alguna que otra lágrima de admiración porque hoy definitivamente está siendo un Buen Día.
De los padres a los hijos, del escenario San San al escenario Turia llegando al Calvario. Llegando a Carolina Durante. Gente siendo testigo de una crucifixión. Cómo su ídolo lo da todo por ellos hasta en el peor de sus momentos. Diego, con muletas, se entrega de manera absoluta a los que se encuentran en la tierra. Empujones, sudores propios y ajenos, todos concentrados en un mismo ambiente hasta el punto de salir hasta por encima de los presentes, creando casi un ecosistema. Como una transformación. El concierto como catarsis emocional colectiva, pasión compartida pero que no puede paralizarnos, Cora Yako nos espera.
Día 2: “La Muerte”
Cruz de neón que corona uno de los escenarios principales, la gravedad tira un poco más de los cuerpos, pesamos más de lo normal y el ambiente se siente distinto. La humedad y la angustia porque comience el segundo día se vuelven palpables hasta que Fito Robles rompe el silencio desde el fondo del público, subido a un andamio. Con guitarra en mano y poco más que una armónica y su voz misma, La Verdad se adueña con todo el recinto por completo. Siloé nos cambia. El público se funde, empiezas a hacerte cada vez más pequeño mientras que la banda se corona como uno de los conciertos más religiosos hasta el momento. El grupo de Valladolid conecta de manera casi mística con los recuerdos de todos y cada uno de los allí presentes. La Muerte se presenta como el final del cuerpo y por eso en este caso eran más las almas las que bailaban encima de nuestras cabezas.
De vuelta a Galicia y con un camino trazado por lo más tradicional y clásico tenemos a Luis Fercán y Nacho Mur, que con un par de guitarras y hasta sin micrófono en un par de canciones consiguen apelar a los sentimientos más analógicos y primitivos, la pena. Lágrimas que lentas corren por nuestras mejillas, el tiempo parece haberse parado durante un segundo. De escapada frente a esa feroz y angustiosa agonía de los escenarios principales, estamos en casa. Un duelo que se materializa y de repente pasa a tener banda sonora. Colores cálidos y una puesta de sol que termina por perder la partida frente a la oscura noche de Benicàssim, ni la luna quería perderse el concierto.
Todo lo que parecía haberse pausado durante una hora es solo una sensación de los que venimos de la zona oeste. El resto se preparan y lo que todo pintaba ser un concierto para los más mayores del festival termina por levantar a los más pequeños de la casa, quienes junto a sus familias guardan y calientan motores para Hombres G. Lineales pero divertidos, como un testigo que estos niños tenían que recoger. Y casi como si de una broma del destino, en el escenario de al lado nos encontrábamos los que sin querer seguíamos anclados a nuestro lado más adolescente, dispuestos a ponernos al día con Dani Fernández.
Con todas las energías bajo tierra vienen a ofrecer su pésame Dorian quienes, como siempre, se muestran explosivos y llevan el espectáculo a su punto más visual haciendo casi de teloneros a los que, literalmente, levantan hasta un muerto: Niña Polaca. «Que adoren tus huesos» y pogos que nos conectan con lo más profundo de la noche. Rituales de “adiós” que se muestra con un tempo y un ritmo pegadizo, cuerpos como esqueletos que se golpean unos a otros es la memoria de todo lo que pudo ser, de un amanecer en San Francisco el Grande que habla por nosotros. Muchos cayeron, hubo sangre, pecado, nos dejamos llevar por la carne. Las guitarras y el doloroso golpe de Surma nos situaba a todos en el mismo punto, esto parecía llegar a su fin.
Día 3: “La Resurrección”
Resurrección, subida, conexión con el pasado, presente y futuro. Retorno. Vuelta a casa y reconexión con nuestras raíces. Sonidos y ritmos guturales, auténticos y de denominación de origen. Un sol que funciona de faro y nos acompaña hasta Carlos Ares y su banda, quienes nos recuerdan que somos más que individuos sin historia. Un mosaico de biografías que acompañaban al grupo con coros y panderetas, todos a una. Jesús resucita y su gente se reúne de nuevo. Velocidad e Importante, temas nuevos y unas ganas de darte una segunda oportunidad.
Brillante y fuerte, unas escaleras que ascienden hasta el cielo. No tiene alas pero canta como los ángeles. Amaia, una de las más esperadas del festival nos habla de la pérdida desde un punto de vista distinto y por un segundo hace que la muerte no nos de tanto miedo. Bailes, conversaciones con el propio público, hace un repaso por el que ha sido su último disco y canta alguna de las típicas aunque no todas las que nos gustaría. Madres que no están y nostalgias, un día esto Quedará en nuestra mente y ya está. Lo siento si no soy lo que esperabas.
Volvimos a nacer con los flashes, el humo que te atrapaba y ganas de volver a casa. Te pesa la idea de irte antes de tiempo pero también sabes que no das para más. Abrazos finales que ponen punto aparte a la experiencia, amistades que no volverás a ver y frases como: “nos veremos el año que viene”. Queda reposar todo lo vivido los días 17, 18 y 19 de abril. Queda pasarlo (y dejarlo) todo en el Domingo de Resurrección.