Viva Belgrado: «La música juega un papel muy importante en la formación de la identidad»

/ enero 29, 2024/ Destacados, Entrevistas

Los chicos de Viva Belgrado hacen parada técnica para charlar con nosotros antes de su esperado concierto en la sala La Paqui el 2 de febrero junto a Boneflower

Hace ya once años, Viva Belgrado llegaron como el frío atlántico con «El Invierno», trayendo sus primeras construcciones de fuego y sal. En 2014 llenaron las salas de «Flores, Carne», nutriendo los mares y anegando puertos de espectadores de toda España. A penas dos años más tarde volverían a sorprender una mañana temprano con «Ulises», con quien nos iríamos de viaje a lugares tan lejanos como Lasha, Chengdu o Tokio. Tras la cuarentena se estrenó «Bellavista», subiendo al escenario y saludando a la afición y sobre todo logrando convertirse en disco del año para Mondo Sonoro y Rockzone. Finalmente, este 2024 se estrena con el nuevo trabajo de Cándido, Ángel, Álvaro y Jaime, «Cancionero de los Cielos», sin dejar indiferente a nadie. Nos han hecho un huequecillo en su agenda para poder habar con ellos sobre este nuevo álbum, su trayectoria y alguna cosilla más.

 

Este viernes Viva Belgrado estarán presentando su nuevo disco en la sala La Paqui. La entrevista completa también está disponible en Spotify y YouTube.

¿Qué es Viva Belgrado?

Álvaro: Un grupo de pringados, no sé.

Cándido: Un grupo de colegas que empezaron haciendo música en Córdoba y que lleva ya un poquito más de diez años. Hacemos música, giramos y estamos enganchados a esta mierda, básicamente.

¿Cómo empezó el proyecto y cómo surgió el nombre?

Cándido: Pues empezamos haciendo canciones en casa, el antiguo guitarra, Pedro, y yo; luego Álvaro y Ángel se incorporaron. Eso fue como a finales de 2011. La idea era un poco copiar las referencias musicales que teníamos en ese momento, Toundra, Daïtro, La Dispute, Touché Amoré… Ese rollo, así post rockero con screamo y, bueno, a lo largo del tiempo hemos ido incorporando otros elementos. Con respecto al nombre, al principio teníamos un set de canciones que queríamos basarlas a nivel conceptual, como en simbología de Europa del Este o algo así. Luego, al antiguo batería que teníamos le hacía gracia cómo sonaba, le parecía guay. Y cuando teníamos que ponernos nombre para el primer concierto se creó la típica situación por la que pasa todos los grupos. Tienes que dar un concierto, no tienes nombre y al final se acabó quedando Viva Belgrado.

Definid vuestra música en tres palabras.

Cándido: Poético, político y espiritual.

Acabáis de sacar «Cancionero de los Cielos». ¿Qué ha significado para vosotros este trabajo?

Álvaro: Un desafío.

Cándido: Muchas cosas, un culmen a todo el trabajo sin que se entienda de manera grandilocuente, me refiero al sentido de finalizar toda una etapa de trabajo aunando estos dos últimos años de composición y de improvisación en el local bajo un concepto. Una especie de amalgama conceptual en torno al cielo.

Se puede observar una evolución en el disco, que experimentáis con otros estilos musicales. ¿Cuál sería un género con el que siempre os hubiese gustado probar?

Ángel: Igual la música balcánica.

Álvaro: Ostras, sí, pero necesitaríamos muchísimos vientos. Es un estilo que me encanta.

Habéis recorrido muchos países girando. ¿Qué consideráis esencial para mantener la cordura en esas temporadas en las que estáis de un lado a otro?

Álvaro: Evitar los aeropuertos, pero es imposible.

Ángel: Un poco de respeto por los demás, al final es un equipo de trabajo y debes tener respeto. Siempre puede haber situaciones un poco más límite, pero nunca puedes perder el foco en el respeto y en la educación hacia los que tienes alrededor.

Cándido: Nosotros somos una banda muy sosa. Somos muy tranquilos y en la furgoneta yo diría que lo fundamental, en gran medida, es el silencio. A mí me hace falta mucha tranquilidad.

Decidme un tema que os hubiese gustado componer a vosotros.

Cándido: Diría muchos, pero me decanto por ‘De todas las flores’, del último disco de Natalia Lafourcade.

Álvaro: ‘Elvia’, de The Mars Volta.

Ángel: Me apunto a esa también.

Jaime: ‘Back in Black’, de ACDC.

¿Qué grupo estáis escuchando ahora mismo en bucle?

Cándido: Hotline TNT, el último disco, «Cartwheel», está muy muy guapo.

Jaime: Lo nuevo de Mourn, dudo que un single se puede estirar tanto como este.

Álvaro: Un grupo que descubrí en México que se llama Model/Actress.

Ángel: Ahora mismo estoy con el disco de remezclas que ha sacado Paramore de su último álbum, me parece muy bueno.

Hablad un poco de las referencias estilísticas que habéis utilizado en «Cancionero de los Cielos».

Cándido: Es difícil porque una cosa que nosotros pensamos es que no hay una canción en concreto que defina el sonido del disco. Todas son muy diferentes entre sí y tocan distintos palos. Quizás algunos títulos que nosotros teníamos como referencias un poco lejanas pueden ser el último de Fontaines D.C. «Skinty Fia», el «Viva la Guerra» de Standstill, banda a la que vemos que dio ese paso del post-hardcore a una idea mucho más experimental. «In Rainbows» de Radiohead es un álbum que nos mola mucho, que también tiene ese punto de tocar muchos palos al mismo tiempo. Evidentemente muy de lejos, pero quizás son referentes de los que todos hemos podido beber.

¿Cómo ha evolucionado el proceso creativo de la banda a lo largo de todos estos años?

Ángel: Se mantiene bastante estático, estable. Se trabaja en casa y en el local. Hay veces que las ideas salen de la improvisación en el local, incluso forzando un poco, añadiendo instrumentos nuevos, y, otras veces, la idea vienen de casa y se desarrolla en casa. Trabajamos de esas dos formas.

Habéis experimentado con sintetizadores y con un bajo de seis cuerdas. ¿Cómo usáis estos nuevos instrumentos para que fluyan las ideas?

Cándido: Por ejemplo, la canción de ‘Un tragaluz’ salió con un Fender Six, un bajo híbrido entre guitarra y bajo de seis cuerdas. Si esos mismos acordes nos hubieran salido con la guitarra, seguramente lo habríamos descartado de forma instantánea pero, al tocarlos con ese instrumento, le daba una solemnidad o algo en el tono que hacía que sonara mucho más interesante. Y aunque luego la canción la reinventamos con instrumentos ‘tradicionales’, realmente salió de ahí. Esto es una cosa que aprendimos con Raúl Pérez de La Mina, que al final no importa mucho el si sabes tocarlo más o menos que lo importante es que te inspire. También nos pasó con el Fender Rhodes. No sabemos tocar muy bien el teclado, pero… Y eso es algo que con la guitarra quizás nos cuesta. Al final hay que ir incorporando esos nuevos elementos para poder tirar de algún hilo.

Sois de hacer muchas referencias a ciudades como en la ya clásica ‘Apaga la llum’. ¿Qué significa para vosotros referenciar aspectos geográficos?

Cándido: Para mí, crear o intentar crear una conversación con el público a través de un referente o algo así como cuando referenciamos un anime. Es como “hostia, los dos sabemos qué es esto”. También, al final, es una forma de plasmar vivencias que he tenido en esa ciudad y dejar constancia a nivel discográfico.

¿Qué se os ha perdido en Ereván?

Cándido: Ereván es la ciudad a la que muchos ciudadanos rusos viajan primero, para poder vacunarse contra la COVID y poder entrar en la Unión Europea, y ahora, o más recientemente, para intentar saltarse el bloqueo aéreo que hay con Rusia. Yo tengo una relación con una persona con pasaporte ruso y Ereván se ha convertido en una especie de sitio al que vamos a vernos básicamente.

Me ha llamado la atención el verbo ‘guadalquivirear’. ¿Es cosecha propia o viene de algún sitio?

Cándido: A mí me flipa Bon Iver y tiene una cosa, que es que se inventa palabras. Esto es algo que se ha hecho mucho en la poesía, pero yo lo he visto en el rock de forma muy palpable. Y era algo que quise intentar hacer. Me latía mucho ese verbo, porque al final, el Guadalquivir es el río que pasa por Córdoba. Para mí tenía mucho sentido, como ese serpenteo. Simplemente era intentar decir eso, pero a través de una conversación con el río Guadalquivir.

Habladme de ‘Nana de la luna pena‘.

Cándido: Se refiere a la pena como si fuese un animal pequeño, suave, que vas cuidando, al que le das mimos pero que te chantajea diciéndote que te dará canciones, que te va a inspirar. El tema es un intento de desmentir esto, que el proceso creativo quizá no tiene que venir de ahí. Por este mito de que tienes que estar triste para poder componer. La canción responde a la pena, interpretada con esa voz preciosa de Ana Zozaya, que es muy colega nuestra y creímos que encajaría superguay.

La melancolía y la tristeza siempre han sido un tópico recurrente en vuestros temas. En este último trabajo abordáis la relación que tienen con la inspiración. ¿Hay una interacción tóxica entre estar inspirado y estar triste?

Cándido: Es muy difícil. Por ejemplo, The New Raemon dice que él es un oficinista del rock o algo así, que él se sienta, hace canciones y ese es su trabajo. Nosotros no hemos conseguido domar el proceso de esta forma. El oficio creativo no es como en un trabajo de ocho horas en el que tachas lo que tienes que hacer, creo que es más difícil de domar. Nos gustaría poder hacerlo, pero de momento creo que no hemos encontrado la fórmula. De hecho, un poco por eso salió todo el tema de usar instrumentos nuevos.

¿La música –y en concreto la vuestra– tiene algún poder sobre en la salud mental?

Ángel: Creo que la nuestra en particular a veces es destructiva porque que es dura, al final la vida de un músico es dura. Nunca gana dinero suficiente para vivir, le obliga a buscar siempre otro trabajo. Y una vez que estás metido en el mundo laboral estándar, compatibilizarlo es muy complicado. Tienes que estar luchando constantemente. Si a eso le sumas los ratos de furgoneta, el pensar que igual estás desperdiciando horas de tu vida, se convierte en una montaña rusa constante. Entonces la salud mental del músico es complicada. Para la gente, como consumidor de música, pasa que llegas a escuchar una canción que te salva un momento de tu vida. Entonces igual es curativa en algunos aspectos, la nuestra puede ser destructiva, porque si te pones a escuchar en bucle canciones de desamor cuando lo has dejado con tu pareja, al final te destruye.

Álvaro: Yo creo que no te ayuda. Pero hay gente que nos ha venido diciendo que nos descubrió en el peor momento de mi vida y que le habíamos salvado de una depresión.

Ángel: En resumen, la salud mental y la música van de la mano.

Cándido: La música juega un papel muy importante en la formación de la identidad de las personas, sobre todo cuando la descubrimos de adolescentes. Nosotros siempre bromeamos con el tema de que para estar en Viva Belgrado tienes que ser un pringado. Y es que siempre hemos sido como los desplazados de clase… Es un poco exagerado, pero los pringados de la clase…

Álvaro: Los losers

Cándido: Al final la música nos sirvió mucho para encontrarnos a nosotros mismos y tener cierta estabilidad en ese sentido.

Recientemente fundasteis Fueled By Salmorejo. ¿Cómo fue el proceso y qué proyectos tenéis?

Cándido: Pues viene principalmente porque somos unos cuatros freaks que les gusta controlarlo todo mucho. Nosotros llevábamos siete años con Aloud, y todo superguay con ellos, pero ya llegó un punto en el que su disponibilidad ya no era tan grande y nos lo hicieron saber. Al final Aloud es un proyecto muy DIY (Do It Yourself), muy de Sergio, y él ya tiene responsabilidades familiares. Por lo que la responsabilidad que Viva Belgrado pide a nivel de management, de booking, son muy pesadas. Además, ya teníamos la experiencia de habernos autoeditado. Ángel trabaja en merchandising; yo, en distribución digital, por lo que realmente no ha sido ponernos a aprender a hacer algo nuevo, todo ese conocimiento ya lo teníamos. Ha sido simplemente aplicarlo todo bajo el paraguas de Fueled By Salmorejo e intentar sacar un poco de provecho. Además, teniendo esta estructura, más adelante podemos ayudar a otras bandas a autoeditarse o a simplemente montar conciertos bajo el mismo esquema. Creemos que podría potenciarlo todo.

Habláis del mito de Sísifo, de Chéjov, de «Perfect Blue»… Utilizáis muchas referencias literarias, fílmicas, míticas… ¿Existe una investigación o un estudio previo antes de la composición de las canciones?

Cándido: Sí, mi forma de escribir letras es ir acumulando ideas en una libreta o un archivo de texto y luego ir viendo cómo las encajo, ver si hay una frase que puede ligar con otra, si necesito completar huecos… Y seguramente esas referencias que comentas en algún momento me intrigaron o me llamaron la atención y las dejé apuntadas. Luego cuando hubo que hacer canciones, pues ya decidí hilarlas. Lo típico que hacemos mucho un viernes a las tres de la mañana de estar leyendo Wikipedia hasta llegar al artículo de Saturno devorando a su hijo y dices, hostia, esto podría servir para una canción.

En «Cancionero de los Cielos» hay una cierta crítica hacia la industria. ¿Cómo veis el panorama actual de la música más alternativa en España, principalmente para los grupos que se apartan un poco de lo que es más comercial?

Cándido: Nosotros venimos de una escena muy concreta, todo este circuito do it yourself, de espacios autogestionados… Entonces creo que siempre hemos vivido un poco al margen de lo que sería la escena más indie, pop, indie-rock. Así que tampoco sabría decirte. Nosotros en las canciones sí que hablamos de las cosas que nos chocan, por el hecho de venir de este tipo de escena. Muchas veces en los backstages de los festivales te encuentras con actitudes que difieren de nuestra forma de pensar. Simplemente nosotros tenemos una visión más política o menos fiestera, no sé cómo decirlo. Menos de consumir música como un producto y más de usarla como una vía para dar un mensaje.

En ‘Gemini’ abordáis también el tema del duelo con uno mismo. ¿Cómo se afronta tras más de 10 años de carrera?

Ángel: Ese duelo es algo constante, pero no solamente para nosotros, sino en cualquier persona. Nadie puede decir que tiene solamente una línea de pensamiento. Todo el mundo es contradictorio en sí mismo. Esa canción lo pone sobre la mesa y es algo de lo que todo el mundo debe ser plenamente consciente. Debes ser consciente de tus sentimientos, y esa es la única forma de poder manejarlos. Porque si no al final te dejarás llevar por ellos.

En el cómputo general de «Cancionero de los Cielos» hacéis referencias al cielo. ¿Con qué intención?

Cándido: El tema del cielo ha sido para unificarlo todo. Nos gusta que en los discos haya un concepto general y que todo atienda a ese concepto y quede unificado. Nos parece que el producto final queda más redondo, tiene más empaque, tiene más sentido.

El disco está teniendo una acogida bastante buena. ¿Qué le diríais a la gente que os sigue de siempre y a alguien que acaba de descubrir a Viva Belgrado?

Ángel: Lo mismo a los dos: que le den una oportunidad. Y después ya que decidan qué hacer, pero que le den una oportunidad…

Cándido: Somos una banda que va a hacer lo que quiere y que con sumo respeto al público y a nuestros seguidores, hacemos música para nosotros. Puede que nuestra evolución a algunos les guste más o les guste menos, pero nosotros vamos a hacer nuestro viaje y quien quiera subirse está invitado y quien no… pues un placer.

¿Qué ha cambiado en Viva Belgrado entre ‘El gran danés’ y ‘Saturno devorando a su hijo’?

Ángel: Como ocho o nueve años, eso ya lo dice todo. Esas dos canciones son parecidas, pero se nota que hay una gran diferencia. Aparte, el contexto en el que están compuestos los discos, yo creo que todo el mundo madura.  

¿Diríais que habéis hecho cima en vuestro ‘Annapurna‘ particular?

Ángel: Yo creo que no. Todavía estamos a medio camino.

Álvaro: Estamos experimentando.

Esta es una pregunta para Ángel. Ya es tradición verte de espaldas durante todo el show. ¿Cómo surgió y por qué lo haces?

Ángel: Como decía Cándido, venimos de una escena DIY, de centros autogestionados y empezamos a colocarnos así porque la gente se ponía detrás muy cerca, y yo intentaba proteger mis pedales. Poco a poco nos dimos cuenta de que en esa configuración la sopa sónica que conseguíamos construir era mucho más potente. Posteriormente lo fuimos desarrollando también en escenarios más grandes y nos funciona. Es una buena forma de proyectar lo que queremos. Además, es muy cómodo porque tengo las dos referencias de los guitarristas a los lados y la de los platos de la batería al frente que me ayudan a meter los golpes donde tienen que estar.

Álvaro: Que no es por timidez, como dice la mayoría de la gente…

Jaime: Ni falta de respeto tampoco…

Álvaro: Sé que es verdad que alguien que va a un concierto a lo mejor no le hace gracia ver al grupo de espaldas, o a un componente. En plan, yo he venido a que me caiga el sudor…

El guitarrista original de Viva Belgrado, Pedro, ha sido sustituido por Jaime. ¿Qué ha supuesto para vuestra música tanto individualmente como para el grupo?

Jaime: Para mí ha sido la caña porque yo llevo siendo fan de la banda desde hace mucho tiempo. Cuando Cándido me llamó ni me lo pensé. Y luego encima ha resultado que son una peña maravillosa y me lo paso genial con ellos y los quiero mucho. Así que para mí ha sido una experiencia genial.

Cándido: Para nosotros ha sido brutal, estamos supercontentos. El ambiente en la furgo es increíble, nos lo pasamos superbien. Hemos hecho ya un montón de cosas juntos. Hemos ido a México, hemos estado por Alemania, muchas fechas por aquí, festivales… Creo que él encaja superbien en el sonido de Viva Belgrado. Su forma de tocar la guitarra, el nivel de efectos, en definitiva, que a nivel estético su rollo encaja muy bien en la banda. Ha sido un acierto.

Jaime: Soy pringado también…

Álvaro: Cumplías el requisito…

Si Viva Belgrado fuese un cuadro… ¿Cuál sería y por qué?

Álvaro: Un Pollock.

Jaime: El cuadrado de Malévich.

Ángel: La fragua de Vulcano. Siempre estamos golpeando y picando piedra.

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Soy un intento de guitarrista, pero como de músico está chungo vivir, también hago fotos. Lo sé, lo tengo jodido.

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