Twenty One Pilots se adueña del Movistar Arena: Clancy llega a Madrid

/ abril 23, 2025/ Crónicas

El dúo estadounidense atrapó al público desde el primer momento y aunque se haya terminado el concierto aún no lo ha soltado.

Hay músicos que te acompañan desde muy joven, y que tienes en tu mente como aquellos referentes a los que siempre admirarás. Aunque haya temporadas en los que les escuches menos, siempre formarán parte de tu vida y tu perfil musical. Para mí y para muchos otros que crecimos buscando nuestro lugar en el mundo, Twenty One Pilots (TØP) es una de esas bandas.

Con sus letras simples pero evocadoras, su sonido que no termina de encasillarse en el rock, el pop o el hip hop, y en su narrativa alegórica de las enfermedades mentales y lo que es vivir con depresión y ansiedad, muchos encontramos en este dúo de Ohio un espejo en el que reflejar nuestros problemas preadolescentes, y cuando nos poníamos los cascos y escuchábamos sus temas, por un momento, todo parecía más simple.

Desde que les conocí (allá por el 2016), el grupo formado por Josh Dun y Tyler Joseph ha venido un par de veces a Madrid, pero nunca tuve la suerte de verles en directo. Por esto, al tener la oportunidad de asistir al concierto del pasado 21 de abril no dudé ni un segundo en decir que sí, y cargando con mi yo de 14 años partí hacia el Movistar Arena (antes WiZink Center). No pude presenciar la cola, ya que llegué con relativamente poco tiempo al concierto, pero decían que ya a las 10 de la mañana estaba la plaza llena de gente vestida de rojo y negro, los colores predominantes de su último álbum.

La noche empezó con un set de Balu Brigada, un grupo neozelandés que a pesar de no tener muchísima presencia en escena consiguieron ganarse el favor del público.

Al terminar, el escenario se cubrió con un telón negro, y al poco tiempo sonó desde los altavoces un sonido fácilmente reconocible para los fans: «What’s your E.T.A.?» o «¿Cuánto te queda para llegar?», a lo que respondió todo el público «two minutes», la letra de ‘Midwest Indigo’, uno de los temas de su último álbum. Efectivamente, dos minutos después se fueron apagando las luces, y dio comienzo uno de los conciertos más impresionantes (y largos) que he vivido en mucho tiempo.

Es frecuente oír que Twenty One Pilots es un grupo que hay que ver en directo al menos una vez, y después de apenas unos momentos después de que empezase el concierto entendí por qué. A pesar de que las versiones de estudio son por lo general muy buenas, no tienen absolutamente nada que ver con la potencia y la pasión del directo. Con un micro que brillaba con leds amarillos y la cara cubierta por una de sus características máscaras, que representan a uno de los muchos personajes del mundo ficticio en el que se ubican las canciones de esta banda, comenzó ‘Overcompensate’, su primer tema de la noche.

Desde el momento cero tenían al público en la palma de su mano, y ya la segunda canción, ‘Holding On To You’, la empezó Tyler cantando en una plataforma sujeta por los fans de la primera fila. El público estaba entregado a tope, y el dúo lo aprovechó en todo momento.

Uno de los momentos más impresionantes del concierto ocurrió durante ‘Car Radio’, una de sus canciones más conocidas. Tyler, el cantante, aparentemente en tan solo un segundo se teletransportó del escenario a una de las gradas superiores, sin explicación ni sentido. De un momento a otro había atravesado medio recinto, y los que hayáis estado dentro del Movistar Arena sabréis que no es poca distancia.

Para su tema ‘The Judge’ proyectaron en las pantallas un vídeo que habían creado con las personas de la cola esa misma mañana. Fue increíblemente emotivo ver a esa cantidad de personas hablar con ilusión y devoción de un grupo que significa tanto para ellos. Un grupo que ha unido personas, que ha comenzado conversaciones importantes acerca de la salud mental y el cuidado mutuo, que ha dado a mucha gente una manera sana de expresarse y de sentirse oído. Con la letra a modo de karaoke, y como mínimo una persona con lágrimas en los ojos llegó el estribillo de la canción, y el concierto siguió adelante.

Las primeras palabras que nos dirigió el cantante fueron «Este concierto va a ser uno bueno, lo noto en los huesos», y tenía razón; la energía de la gente, la calidad de la producción y la nostalgia fueron electricidad pura sobre el escenario. Tyler dijo que el público madrileño iba encaminado a ser el público más ruidoso y energético de todo el tour, y no es difícil de creer.

En ningún momento perdieron el control del público, que estaba comiendo de su mano. Si indicaban que sacasen las linternas aquello parecía la Vía Láctea; si pedían palmas eran catorce mil tambores de batalla; si movían los brazos de lado a lado eran las olas en un maremoto. Ver el concierto desde la grada era como ver el universo moverse a tu alrededor.

La iluminación cambiaba con cada canción. De tonos rojos y apagados para los temas de su álbum «Clancy» hasta pasteles y neones en rosa, amarillo y azul para canciones como ‘Shy Away’, de «Scaled and Icy», el trabajo del equipo de luz complementó maravillosamente el sonido.

El grupo lleva desde su álbum «Blurryface» desarrollando una historia compleja y alegórica, a partir de la que cuentan historias en sus discos, y para los fans más dedicados hubo varios momentos muy satisfactorios. En esta historia, los colores tienen significados claros, hay personajes que representan los diferentes estados mentales de Tyler Joseph y hay mucha simbología acerca de la muerte y las enfermedades mentales, y la lucha individual de cada uno por superarlas. En el mundo de Twenty One Pilots, tu cerebro es un lugar del que no puedes escapar, y toma la forma de una ciudad llamada Dema, que está gobernada por nueve Obispos que buscan retener a Clancy, uno de los alter ego del cantante en la ciudad. Por otro lado, Josh Dun, el batería y otra mitad del dúo lidera en la historia a un grupo rebelde denominados los Banditos. Los obispos están representados por el color rojo y los Banditos por el amarillo, que representa la esperanza. Por todo este «lore» preexistente, varios detalles del concierto hicieron especial ilusión al público.

La interacción con el público también estuvo a tope, y se aseguraron de que nadie se quedase sin estar en primera fila en algún momento. A lo largo de las dos horas y media que duró el concierto, los dos músicos tocaron en varios puntos de la pista, desde pegados al escenario hasta al fondo del todo, donde se quedan los últimos que llegaron a verles. En varios momentos se colocaron uno en cada extremo, subidos en pequeñas plataformas para quedar visibles entre el público. En una de estas anómalas configuraciones de espacio tocaron ‘The Line’, el tema que sacaron para la banda sonora de la serie Arcane, el bombazo de animación basada en el videojuego League of Legends.

En un momento, Tyler pidió que le iluminásemos con linternas, tras apagar todas las luces del recinto y decir que «no veía el piano». Para risa de muchos, alguien se había traído al concierto una linterna de verdad, a lo que pidió que sólo le iluminase esa persona. «¿Quién se trae una linterna de verdad a un concierto?», el cantante flipó.

Para ‘Mulberry St.’, una vez más Tyler demostró el control que tenía sobre el público, al conseguir que todos subiésemos y bajásemos las luces en momentos distintos para marcar partes del puente. Fue absolutamente mágico ver cómo casi 14.000 personas iluminaban el recinto por partes, a ritmo de la canción.

Para alegría de los fans acérrimos, Josh Dun apareció con su traje de Bandito a mitad de concierto, con su conjunto verde oliva y las dos tiras de cinta amarilla que cruzan su camiseta y se encuentran a la altura de su corazón. Este traje, en el canon de la banda representa el papel de los amigos y las personas cercanas a ti a la hora de poder salir de tu propia cabeza. Pero en este momento fue diferente. Josh le ofrece a Tyler, en silencio, un traje negro y rojo, indicándole que tiene que volver a entrar en la ciudad.

En ese momento volvieron juntos al escenario después de haber estado las últimas canciones elevados entre el público. Llegaron a un escenario que se había cubierto de una densa niebla, y repentinamente se cayeron dos telones que cubrían un «prop» gigantesco que representaba las torres de la ciudad de Dema, finalmente metiendo a Tyler de vuelta en el lugar que representa sus tormentos y sus miedos. Además, la impresionante visión se redondeaba con la inclusión de una línea de fuego entre los artistas y la ciudad, creando un ambiente absolutamente distópico.

En ese momento entró ‘Nico and the Niners’, la canción de presentación de los obispos que sirve a su vez de indicación para saber cómo escapar de la ciudad. La canción comienza con un audio al revés, que si se le da la vuelta dice «Somos Banditos, escaparás de Dema por el verdadero este», y así llegará su personaje a Trench, el lugar al que va tras escapar de la ciudad, y el título de uno de sus álbumes, publicado en 2018.

Tras este momento tan cargado de historia, Josh Dun incluyó un momento de distensión al revelar que debajo de su traje llevaba una camiseta que rezaba «Madrid», y el público se volvió loco. Tocaron en este momento su último tema lanzado: la versión demo de ‘Doubt’, cuyo original se lanzó en el disco «Blurryface». Esta versión es algo más larga, que incluye el añadido de un vocoder, que le da a la voz de Tyler una sensación tétrica e inhumana, que queda sorprendentemente bien con el tema.

Para ‘Ride’, uno de sus temas más conocidos volvieron a las plataformas de la pista, y Tyler subió consigo a un niño pequeño a que cantase el estribillo, y el público entero se derritió. Después, con ayuda del público subieron una plataforma en brazos de las personas de la primera fila, sobre la que tocó Josh una batería casi completa. A este momento le siguieron varias canciones más, desde su segundo álbum hasta sus temas más recientes, y a pesar de que a esas alturas llevábamos más de dos horas de concierto, todo el mundo quería más.

Hubo una última sorpresa antes de empezar su último tema: una pareja se prometió, para deleite de todo el público. Después de este momento pidieron abrir un círculo en la pista, en el que metieron dos pequeñas plataformas sobre las que se subieron los dos, y con tambores sujetados por el público tocaron ‘Trees’, la canción con la que llevan cerrando sus conciertos desde hace años.

Con este tema soltaron confeti rojo y se veía a la gente atrapando trozos para guardárselos y llevárselos a sus casas, y con esto, tras más de dos horas y media, cerró un concierto lleno de emociones, risas, lágrimas y mil sentimientos más, pero nunca aburrimiento. Con Twenty One Pilots no hay aburrimiento.

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¿Y qué te cuento? Llevo 20 vueltas al sol y me queda mucho por aprender aún.
Me quiero considerar periodista pero sigo siendo una niñata con unos cascos pegados.

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¿Y qué te cuento? Llevo 20 vueltas al sol y me queda mucho por aprender aún. Me quiero considerar periodista pero sigo siendo una niñata con unos cascos pegados.