James Blunt envuelve al Madrid Escena en un golpe de nostalgia

/ junio 11, 2022/ Crónicas, Destacados

La segunda velada del Madrid Escena 2022, de mano de James Blunt, unió a más de 6000 espectadores en un canto a la esperanza

James Blunt se presentó junto a su banda el pasado 8 de junio del 2022 en el parque de Tierno Galván, en la capital española, durante la segunda edición del Madrid Escena, dándonos un soplo de esperanza después de los últimos años que hemos vivido.

El concierto arrancó unos quince minutos más tarde de la hora prevista, pero la espera, sin lugar a duda, mereció la pena. Blunt salió al escenario entre aplausos, gritos y ovaciones, poniendo a más de 6000 espectadores de pie. ¿Quién se iba a pensar, si aparentemente íbamos a un concierto de un cantante romántico, con las estrellas de compañía, que acabaríamos bailando casi toda la noche?

Desde la segunda canción de una velada emotiva y llena de sorpresas, ‘Wisemen’, Blunt dio a entender a su público a qué habían acudido aquella noche: a soltar todo lo que llevaban dentro, en el corazón y en los pulmones; a poner el grito en el cielo, el corazón en sus manos… y a dejar ir para seguir adelante. 

De su mítica canción del 2004 teletransportó a un Tierno Galván eufórico al 2007, de la mano de ‘Carry you home’, canción con la que, cerrando los ojos y dejándonos fluir, volvimos a sentir a aquellos que se fueron un poco más cerca de nosotros, rodeándonos con sus brazos, con la irrepetible ternura de la voz del cantante británico de fondo.

Y, de repente, cuando todavía estamos intentando volver a la realidad, después de ese viaje al pecho de nuestros seres queridos, James Blunt hace una de sus triquiñuelas y cambia completamente el estado de ánimo de los espectadores al ritmo de ‘Adrenaline’. Y es que, si tuviera que definir con una sola palabra el concierto de aquella noche, sería con «péndulo», quizás con una velocidad demasiado rápida, que, en algunas ocasiones, hizo un poco difícil el conectar al ciento por ciento con sus letras más emotivas. Al menos lo suficiente como para poder abrazar los sentimientos que nos hacían experimentar.

A continuación, como si estuviéramos observando un álbum fotográfico de los momentos más importantes de nuestras vidas, nos hizo teletransportarnos, con una de sus últimas canciones: ‘Love Under Pressure’ (2021), a aquel amor que pudo ser y no fue, probablemente por factores ajenos a ambas partes, por esa presión de tener que ser algo más, por ese dolor acumulado que no pudo llegar a sanar. Con su «I feel your pain from my mistakes, It’s how it breaks, this love’s under pressure», y como es costumbre con sus canciones, lloramos y sanamos de nuevo, poquito a poco, cantando a todo pulmón, mirándonos en retrospectiva y sonriendo al reconocernos en sus letras. James Blunt no falla, y es que la humanidad de sus canciones hace que todos nos identifiquemos en cada una de sus estrofas.

Poco después, el «experto en canciones que te hacen sentir miserable» (en sus propias palabras), envolvería a la multitud en un manto de linternas que brillarían como estrellas en un mar de sentimientos compartidos, con su inolvidable ‘Same Mistake’, la cual fue, probablemente, una de las canciones con las que muchos de los allí presentes lo conocimos, allá por el 2007.

Con ‘Monsters’ (2020), canción que escribió a su padre para despedirse, y que todos sentimos que dedicaba a su madre, allí presente entre la multitud, pudimos sentir ese nudo en el pecho que aprieta tan fuerte que sentimos que nos cuesta respirar. Y es que, decir adiós a una persona a la que tanto amas, sabiendo, además, que está sufriendo antes de marcharse, quema. ‘Monsters’ arde tanto, en la entonación perfecta de Blunt, que no nos queda más que agarrarnos a nuestros acompañantes. Que abrazarlos. Que buscar un punto de apoyo para no derrumbarnos con ellos. 

James Blunt es un contador de historias. Es un mago, capaz de sumergir a cualquiera que escuche sus canciones en un viaje que no olvidará jamás, lleno de dolor, de amor, de heridas en proceso de sanación, de esperanza y de reconciliación (con el mundo y consigo mismo).

Y, entonces, como si de un niño travieso que sabe que es el centro de atención y que puede controlar a su público a su antojo, aparece el James granuja, que nos saca de golpe de esa bomba explosiva de lágrimas y desestabilidad. Es el momento de lanzarse al front-stage, de ponerse en manos de sus seguidores. Y solo se le ocurre hacerlo con una máscara de seguridad antigases, que le cubre toda la cara y que nos deja preguntándonos: «¿qué acaba de pasar?».

Cuando, por fin, se consigue subir al escenario de vuelta, llega el momento de escuchar la canción más famosa de «Back to Bedlam» y, posiblemente, de todo su repertorio. Blunt nos mira, sonríe y empieza a cantar. Con unas pocas palabras nos tiene dentro, de nuevo, después de ese pequeño inciso que nos ha sacado de una burbuja de lágrimas y emociones a flor de piel: «My life is brilliant. My life is pure. I saw an angel, of that I’m sure».

Poder cantar ‘You’re beautiful’ a todo pulmón me hizo abrazar a mi yo niña, de diez años; a mi yo adolescente, de dieciséis, que comenzaba a experimentar lo que es un corazón roto; y a mi yo adulta, que, poco a poco, empieza a comprender que no todo tiene que durar para siempre. 

Llegando al final de la noche, saldría de nuevo de sus baladas para dar paso a ‘OK’, una canción más que acertada para dar cierre a un viaje por nuestras diferentes etapas vitales. Canción que nos dedicó, prometiéndonos que «Madrid, it’s gonna be okay». ¿Cómo no vamos a creer en él, después de habernos demostrado tanto en menos de dos horas?

Gracias, James Blunt, porque, sin duda, «we shared a moment that will last ‘til the end». Una noche llena de emociones, de caricias a nuestro pasado, de cargar fuerzas para un futuro brillante. Y que siempre esté acompañado de tu música.

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Vivo por y para la cultura. De pronto me ves en medio de una lluvia de pogos que cantándote las canciones de Nino Bravo. Siempre nos quedará la música.

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Soy un intento de guitarrista, pero como de músico está chungo vivir, también hago fotos. Lo sé, lo tengo jodido.

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