La Trinidad – Los edificios que se derrumban | Reseña

/ noviembre 12, 2020/ Reseñas

La Trinidad presentan un primer LP cargado de sátira y cansancio generacional

La Trinidad “Los edificios que se derrumban” – Sonido Muchacho  

Discográfica: Sonido Muchacho

Fecha de lanzamiento: 30/10/2020

Género: Rock, Garaje, Rock pop

 

 

 

 

La Trinidad es uno de esos grupos que van directos desde el nombre. Sixto Martín a la guitarra y voz, Jorge Zúñiga al bajo y Carlos Guerrero a las vaquetas crear un triángulo tan perfecto como La Santísima Trinidad. Desde su llegada con el EP «El Peligro» (2018) los malagueños que eligieron su nombre en honor a uno de los barrios más populares de su ciudad comenzaron a cimentar un grupo que a través de «Nuevas Dignidades» (2019) consiguieron dar forma a un sonido y carácter que se ha visto impreso en «Los edificios que se derrumban» (2020), el primer largo en el que la banda ha podido demostrar cuán firmes son esos cimientos.

Bajo el amparo del sello Sonido Muchacho (Carolina Durante, Mujeres, Hinds) y la producción de Paco Loco — que hoy mismo estrena su documental «Paco Loco: Viva el noise» en el Festival de Sevilla —, La Trinidad reflejan a través de sus letras esa sensación de generación vacía en la que la calle es su propia fe. El título de la intro del disco, «Ruinas«, comienza a construir sobre ese presente difícil de enfocar un disco plagado en el que la sensación de derrumbe funciona como leit motiv que acompaña al disco tanto como al sentimiento de toda una generación que debería sentirse identificada con las letras. La sátira se mezcla con la rabia en canciones como «España Invertebrada«, donde la metáfora se desborda hasta el insulto como reflejo de cansancio con pullita a Sánchez-Dragó. Con «Todos los rumores eran ciertos» La Trinidad demuestra que la melodía y los medios tiempo no están reñidos con el enfado, una canción melancólica ante una ciudad que está cambiando bajo sus pies, tal y como se refleja en «La Mundial«, canción cuyo nombre viene del clásico edificio malagueño que fue derrumbado y que sirve como marco perfecto para introducir temas como el amor en un disco como este.

La Trinidad también da pie a sonidos más pop que bien podrían encajar a coetáneos de su generación como Mediapunta o Camellos, como bien demuestran en «Miel y sangre«. Con «Las flores de Mateo» o «Te espero en el Moldava» encontramos composiciones que bien por su sonido y por un tono más despreocupado, lucen como temas más cercanos a canciones que ya conocíamos de la banda con sus anteriores EP, siendo la segunda especialmente destacada con un sonido nocturno que suena tanto al pop rock ochentero español como a los valencianos La Plata.

Ante un país en llamas, el amor siempre sirve como refugio, un hogar en el que el calor no quema y siguen fuertes los cimientos. «Sensación extraña» se encarga de relatar la canción más bonita y sensible hasta el momento de la banda. «Tengo un corazón / que late como si fueran dos / y una sensación extraña / un vacío en medio del presente / que me anula y me hace inerte«. Una declaración de amor en medio del derrumbe, una sensación que muchos sentimos en medio de esta desilusión. Versos que silban tiros.

«Los niños de la estación del zoo» remite de nuevo al componente generacional que pone en común un mundo en el que crecer se convierte en una auténtica carrera de dolores en el que aprender se consigue a través de las cicatrices que nos deja una vida que no resulta fácil para los chavales de barrio. Esa crítica hacia la desigualdad de clases se manifiesta en forma de bomba con «La clase media» un auténtico banger en la que es ya la canción más potente de La Trinidad. Una auténtica declaración de guerra en la que la banda no tiene pelos en la lengua al hablar del desigual nivel de oportunidades entre clases altas y clases bajas y sobre cómo los estratos medios de la sociedad que creen aspirar a subir en el escalafón social, sólo aspiran a tener en común con las clases superiores el fácil acceso a la droga.

Sátiros, La Trinidad tiene tantas cosas qué decir sobre el mundo que les rodea que parece que necesitamos todavía más de esas canciones en las que la banda no tiene nada que perder. Canciones como «La mundial», «Sensación extraña» o el culmen de «La clase media» se convierten en himnos para una generación vacía que a falta de nuevos referentes, estos se buscan la manera de ser uno de los nuestros, esta vez de nuestro bando y como uno más de nosotros con los que poder hablar de tú a tú.

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Wrestler con gafas. Director frustrado de documentales sobre grupos pequeños. Generación vacía.

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