Por estar al frente otros 20 años, Aloud Music
Dos décadas han pasado desde el nacimiento de un proyecto creado desde la necesidad de dar cabida a lo alternativo. Sin él no se podría entender un pedazo de la historia de la música de este país. Con una filosofía pensada por y para el pueblo, el sello Aloud Music celebraba en la barcelonesa sala Paral·lel 62 un 20 aniversario cargado de significado. Desde los primeros pasos con Ànteros o Nothink, pasando por proyectos referentes en su escena como Jardín de la Croix o Bones of Minerva, hasta proyectos a la cabeza de lo contemporáneo como Marina Herlop, lo mejor de la historia del sello (y también maravillosos invitados de lo ajeno) se reunía un cartel de clase mundial.
Tras la cancelación de Toundra, siempre salpicados por los rumores sobre el futuro de la agrupación, y la baja de los suizos Monkey3, el equipo responsable del AMFest pudo tirar de contactos para encontrar con facilidad unos reemplazos a la altura en Doblecapa y Nordic Giants. Fueron los primeros quienes realizaron un concierto único realizado desde la pista con el público formando un círculo en a su alrededor, y que dieron inicio a una jornada que se anticipaba histórica desde el primer instante.
El power dúo formado por la cigarbox de Mario y la batería de Arianne al más puro estilo Niña Coyote eta Chico Tornado o sus compañeras de sello Pinpilinpussies sacó desde sus entrañas un pulido sonido entre el trash rock y el blues más guitarrero. Los escasos (pero no parvos) gritos de Marianne desde su taburete generaron un ambiente de akelarre festivo para los presentes que desde primera hora de la tarde se pasaron por la sala. Aloud nunca ha sido un sello que haya contado precisamente con un micrófono para llegar a sus miles de seguidores; tampoco les hizo falta a Doblecapa. «Es una noche jodidamente especial«, espetaba en pie la batería, hermana de uno de los organizadores, rodeada de familiares y amigos. El amor entre todos los miembros de Aloud se vive de manera horizontal entre bandas, profesionales y público. Por eso, comenzando desde abajo, este aniversario no había hecho nada más que empezar.
Las proyecciones interestelares al más puro estilo ‘2001: Odisea en el espacio’ de Stanley Kubrick tomaban el vídeo wall del escenario poco después. Con una puesta en escena sobresaliente y que, sin ningún ápice de dudas, fue la mejor propuesta del cartel, Nordic Giants regresaban a Barcelona tras su paso por el AMFest en 2015. El dúo de post rock instrumental realizó un espectáculo impresionante con su siempre potente y sorpresiva propuesta entre el concierto y el espectáculo audiovisual. La luz tenue no dejaba apreciar los maravillosos atuendos de Loki y Roka frente al piano y la batería, pero tampoco hizo falta, porque ellos no eran los protagonistas. Al estilo de festivales como el Cinemascore, Nordic Giants dieron banda sonora a variados cortometrajes de contenido apocalíptico como ‘The Last Breath‘ de David Jackson (2009), ‘Happiness‘ de Steve Cutts (2017), además de otros cuantos realizados exclusivamente para la interpretación en directo por parte del dúo británico. La música zarpó entre lo melódico y lo crepuscular en una armonía perfecta entre lo proyectado y lo interpretado. Un concierto sobresaliente al que la única tilde por poner fue la de ofrecer en un par de piezas las voces grabadas, con un sonido nítido que por momentos me hizo preguntar si había un tercer gigante, que de haber sido en directo habrían dado a Nordic Giants el pase de oro al salón de la fama.
(lo:muêso) regresaban ocho años después de su último concierto y lo hacían por todo lo alto. Las canas y alguna arruga fueron el único signo del paso del tiempo de una banda que permitió curarse las penas y sacar la espinita que permaneció demasiado tiempo clavada entre los miembros de la banda. Los clásicos del histórico disco «(Next:matêria)» (Aloud Music, 2005) sonaron con la misma contundencia y fuerza en las voces de Karlos Navarro, Juanma Medina y Raúl de los Ríos que, a día de hoy, mantienen la esencia de finales de los 90 entre el punk y posthardcore. La frase «Post rock is dead» ilustraba la camiseta de Karlos, sin embargo, al menos por una noche, resucitó en el espíritu de (lo:muêso). Sus temas más largos, extendidos hasta el éxtasis del shoegaze, levantaron más de una ovación que esperemos que se repita en futuras ocasiones.
Tras fundar este mismo año el sello Fueled by Salmorejo, Viva Belgrado regresaban por una última noche a la casa que les ha hecho crecer hasta lo más alto del panorama. Los cordobeses, quienes ya realizaron un concierto por At The Drive-In en el Primavera Sound 2019, rompían con el trabajado juego escénico de las propuestas anteriores y salían a la palestra tan solo iluminados por la luz cenital blanca de los focos. Con Jaime Ladrón de Guevara (Catorce, Kaiosama) acompañando a la guitarra, tan crudos como directos, comenzaban un concierto seguido por la cercana sonrisa del público más joven que abarrotaba las primeras filas.
No faltaron los greatest hits de la banda de El Paso. El público coreó ‘Cosmonaut, ‘Enfilade‘ o ‘One Armed Scissor‘, pero lo exótico de la propuesta no restó al público las ganas de oír a los Viva Belgrado de siempre. Las primeras notas de ‘Una Soga‘ enfervorecieron a los presentes, quienes comenzaron un pogo sin pausas por el que pasaron clásicos como el imbatible dúo ‘Báltica‘-‘De Carne y Flor‘ o ‘Un Relato‘. También hubo tiempo de presentar en directo uno de los temas del próximo «Cancionero de los Cielos» (Fueled By Salmorejo, 2024), haciendo así un repaso por toda la historia del grupo que, junto a Toundra, más lejos ha llevado el logo de Aloud.
Y lo mejor, para el final. Los nervios por ver de nuevo sobre las tablas a Lisabö son patentes entre los asistentes que permanecen pasada la media noche en Paral·lel. Pese a no haber pertenecido jamás a Aloud, la hermandad junto al sello Bidehuts ha ejercido siempre como nexo familiar entre la banda y los organizadores, quienes ya contaron con ellos en el décimo aniversario de Aloud Music. Nunca se sabe cuándo sacarán nuevo material, ni cuándo girarán y existe un pensamiento tácito entre banda y fans que saben que, un día, ellos se habrán ido, pero nadie lo sabrá. Por suerte, ese día no ha llegado y Lisabö prepara la salida el próximo 1 de diciembre de su sexto trabajo, «Lorategi izoztuan hezur huts bilakatu arte» (bidehuts, 2023).
Algo de especial tienen las letras de Martxel Mariskal para que, sin tener ni idea de euskera, las voces rotas de Jabi Manterola y Karlos Osinaga atraviesen corazones. La pasión con la que los irundarras rasgan sus guitarras y golpean al micro hasta caer sobre el escenario hace que, para aquellos que sólo habían oído de la leyenda de Lisabö y no habían tenido oportunidad disfrutarla en persona, todo cobre sentido. La simetría de las baterías de Eneko y Sergio sigue siendo una experiencia vitalista por la cual pasar y que tan sólo en los escasos espacios en los que ambos rompen con su ritmo compartido te hacen apreciar la dificultad de ser parte de Lisabö. Porque ellos no son fáciles en absoluto. No lo es su música, no lo son sus letras. Tampoco sus estructuras. Ser su seguidor tampoco lo es, pero cuando estás en ese momento en el que sucede la magia sólo puedes pensar en por qué es la banda favorita de Aloud en estos 20 años: simple y llanamente, porque son los mejores. Feliz cumpleaños Aloud Music, por otras dos décadas al frente.