Entrevista a Jorge Navarro (Biznaga): «Entendemos que una canción de amor no tiene que ser obligatoriamente una canción de amor»
El presente es urgente y así lo reflejan Biznaga en su nuevo disco, ‘¡AHORA!’ (Montgrí, 2024). Dos años después de su último disco, el cuarteto formado por dos Álvaros y dos Jorges, Álvaro García, Jorge Navarro, Jorge ‘Milky’ y Álvaro ‘Torete‘, vuelve con una nueva dosis entre el pop, el rock y el punk desenfrenado que les caracteriza en un nuevo golpe en la cara contra la difícil realidad que nos rodea. Sobre el énfasis de señalar las problemáticas sociales, su confirmación hacia las melodías más pop y nuevos modelos de canciones de amor hemos hablado en Nuevas Frecuencias con Jorge Navarro, letrista y guitarra de Biznaga.
Habéis titulado este disco ‘¡AHORA!‘ , en mayúsculas y entre exclamaciones. Un ‘ahora‘ que ya reivindicabais desde el anterior disco. ¿Cómo ha sido el proceso de Biznaga desde el ‘Bremen no Existe‘ (Montgrí, 2022) y el Biznaga de ahora?
Jorge: Bueno, ha sido un proceso bastante natural en el sentido de que ya habíamos dado el paso adelante de que las melodías tenían que estar en en el centro y, por otro lado, en la depuración de la escritura de las canciones hacia un terreno más concreto y no tan abstracto. Realmente ahora es un perfeccionamiento de ese camino empezado con Bremen, en el que las cosas ya se les llama por su nombre y los problemas son problemas concretos con nombres y apellidos. También es la confirmación de una manera de hacer pop o rock más melódico por parte de Biznaga y de atreverse con un abanico cada vez más grande de estilos saliendo airosos y con el sello personal del grupo.
Podríamos decir que se ha definido un poco un sonido Biznaga reconocible tanto en las letras y como en el sonido. En esa línea quería preguntaros por las referencias que habéis tomado para este sonido ya más depurado. Muchas veces referenciáis bandas anglosajonas, pero me consta que tenéis también muchas nacionales.
Jorge: Realmente, el abanico de influencias es muy amplio. Hay muchas cosas de décadas pasadas, de la edad de oro de la música pop del siglo XX. Nos gusta una música muy diversa y de estilos que exceden al rock y a influencias que a priori puedan ser como muy evidentes. A nosotros nos gusta música más allá de la que puedes rastrear muy claramente en nuestro sonido.
¿Hay entonces algo de Aitana o Ana Mena en Biznaga?
Jorge: No, no llega hasta ahí (risas). Pero no sé, en la furgoneta se escucha mucho reggae, mucho flamenco, salsa, algo de jazz… no significa que eso vaya a estar en el disco, pero lo que te quiero decir es que no solo es lo más evidente, lo que se ve. Somos bastante omnívoros en la música y yo creo que con el tiempo se ha ido manifestando una serie de influencias que al principio no estaban tan claras.
Se os ha comparado mucho con IDLES y Fontaines D.C. ¿Tú ves ese paralelismo?
Jorge: Puedo entenderlo en cuanto a determinado espíritu crítico, por decir de alguna manera, si no soy muy cuadriculado o muy encerrado en una serie de marcos estilísticos. También que estamos alineados en torno a una serie de problemáticas de la realidad actuales de la vida contemporánea. Y yo creo que por ahí, en esas inquietudes, se puede encontrar un paralelismo.
Creo que os une que os gusta llamar a las cosas por su nombre. Habláis de problemas muy serios con total transparencia.
Jorge: Sí, eso es lo que hablaba antes del lenguaje depurado, en el sentido en el que se ha limpiado el lenguaje de todo cripticismo para poder hacer el mensaje más entendible al mayor número posible de personas, sin renunciar a la profundidad y a la seriedad que tienen los problemas de los que estamos hablando. Creo que no se abordan de una manera frívola, todo lo contrario, ni siquiera tampoco de una manera superficial.
Hay algunos versos con metáforas como muy evidentes, como «España, destino internacional. Te echarán del barrio, pero en Cabify«.
Jorge: Sí, perfectamente. Para mí es muy importante que igual que la envoltura musical es cada vez más accesible, el mensaje también lo sea.
¿Crees que necesitáis que haya en el sonido algo de entusiasmo?
Jorge: Sí, es importante. Biznaga trabaja con elementos simbólicos, como cualquier artista o creador cultural, sea en el ámbito que sea. Tomamos elementos de la realidad para crear una obra artística de ello, que son nuestras canciones, con su música y con su lírica, con el discurso que hay ahí. Y ahí es donde entra el entusiasmo. En realidad, el entusiasmo es un elemento anímico, funciona dentro del plano de lo abstracto, pero es, creo, de suma importancia para determinado estado anímico una sensación de que es posible hacer cosas para que luego se conviertan esas cosas en realidad y se lleven a la práctica. Si el clima emocional es negativo, difícilmente saldrán adelante las cosas. Negativo en el sentido en el que se puede sentir rabia, se puede sentir frustración. En realidad, es la herramienta que nos permite accionar toda esa rabia y dirigirla a un terreno práctico.
Una buena definición de todo esto que me estás diciendo es la canción de ‘Ocupar el ahora‘.
Jorge: Totalmente. También participa de ese mismo elemento simbólico, de ese clima anímico que decía anteriormente, que también tiene el entusiasmo. Lo cultural tiene un eco en la vida real, en la vida cotidiana, y la cotidianidad tiene un eco en la creación artística y en lo cultural. Están en continuo diálogo y yo creo que es importante que siga siendo así, que una cosa refleje la otra, que sea dos espejos que se están mirando.
En este ahora que plasmáis en el disco, también hay una canción de amor, una constante en vuestra discografía.
Jorge: Entendemos que una canción de amor no tiene que ser obligatoriamente una canción de amor literal en la que le dices «te quiero» a una persona o en el que me estás mostrando cuánto deseas encontrarte con esa persona para tener relaciones sexuales o lo que sea.
En el sentido de Luis Miguel, ¿no?
Jorge: Claro, exactamente. Todo depende de cómo se vea. Si eres un escritor realista, una mesa, pues solamente es una mesa. Pero si eres un poeta surrealista, pues una mesa puede ser más cosas, no solamente una mesa. No digo que nosotros trabajemos con lo surreal, sino todo lo contrario. Estamos en el territorio de lo real, pero una canción de amor puede ser algo más amplio que eso, en el sentido en el que una canción de amor puede ser una canción de amor a tu ciudad, a tu barrio, a tu calle. Y por ello es una canción de amor a la gente que lo habita, que puede ser tu familia, tus amigos o tu propia pareja. Entonces, si esas personas que son tu red no tienen las condiciones de vida materiales mínimas garantizadas, todo ese sentimiento de exacerbación de lo emocional que conlleva estar enamorado se ve truncado. Es el sentido en el que decimos «No queda pan, no quedan rosas«.
Ese amor se reflejó bastante en la puesta en largo del disco en Barcelona, en la sala Paral·lel 62, que os recibió con los brazos muy abiertos. ¿Cómo se vio desde arriba?
Jorge: Fue una noche muy emocionante, la verdad. La hora que estuvimos encima del escenario pasó rapidísima y a veces con la sensación de estar como viéndote a ti mismo. Muchos flashes y muchos estímulos, pero muy agradables, muy intensos y muy frenéticos. Sí que vimos a la gente, escuchamos a la gente, corear, cantar, moverse de un lado para otro. Y la verdad que para eso hacemos canciones, realmente.
Para finalizar, si tuvieras que quedarte con una frase del disco, ¿con cuál sería?
Jorge: Tengo varias de las que estoy especialmente orgulloso. De ‘El Entusiasmo‘ me gusta cómo abre, la de «cuando el desencanto es tradición, el entusiasmo es una disidencia«, me gusta cómo quedó eso. Pero como todos mis compañeros responden a esta pregunta con «si hay que vivir es de morir«, que es de la misma canción, me voy a quedar con una de ‘La gran renuncia‘: «Es el mercado bebé, terror a fin de mes. La vieja mano invisible, ahora con uñas de gel«.
Wrestler con gafas. Director frustrado de documentales sobre grupos pequeños. Generación vacía.