Nueva Vulcano exhibe su Ensayo sobre la devoción en La Latina
La capital española volvía a lucir su radiante luz en una nueva parada por el ciclo Madrid Brillante. Con El Rastro a medio gas debido a las restricciones provocadas por la pandemia, los concurridos puestos y tiendas de antigüedades añoraban a casuales y devotos que semana a semana hacían de las calles del centro de Madrid todo un clásico. Para los más creyentes en la fe musical, la cita de los domingos se traducía en uno de los bolos más esperados por el público: Nueva Vulcano. Tras presentar el pasado año su nuevo disco ‘Ensayo‘ (La Castanya, BCore, 2020) un lustro después de su último largo, el pueblo madrileño cambió el cocido y las tostas por el regreso de un clásico.
Tras una carrera tan dilatada como consolidada, sorprende cómo para Nueva Vulcano cada concierto sigue suponiendo una nueva aventura que explorar. A base de mucha prueba y error, el trío catalán rejuvenece y se adapta al ritmo que la vida va planteando nuevos capítulos en su carrera. Con la difícil tarea de afrontar un concierto de rock con el público sentado y poca predisposición para el meneo de caderas, ‘Segundas Residencias‘ abrió fuego para empezar a hacer de Madrid un nuevo hogar. Sin dilación alguna, la banda abrió un abanico de nuevos temas de ‘Ensayo’ con la intención de convertirlos en nuevos clásicos. El single «Disney y resaca padre» hizo a más de uno de los presentes buscarse canas entre la barba y hacer un ejercicio de memoria para recordar aquello de «El sueño europeo» que se prometía a inicios de siglo para rematar con «Fluorescente«.
Artur Estrada, Albert Guàrdia y Wences Aparicio, acompañados al teclado y ayudando en la percusión por Marc Clos, a quien recientemente vimos con The New Raemon, son de estos músicos por los que los años no pasan en espíritu. Una música intergeneracional que podíamos ver coreada en los presentes que iban desde los veintipocos a los cincuenta y tantos y que ha influido a jóvenes bandas españolas como los Cala Vento, quienes aprovecharon su paso por el Teatro Circo Price del viernes para alargar el fin de semana y subirse al escenario para acompañar en los coros de «Una observación». Y es que Nueva Vulcano no han necesitado nunca de tener hits de radiofórmula para calar bien hondo. De sus recientes trabajos, «Hemos hecho cosas» y «Reversible» dieron paso a que «El despertador» abriera aún más los ojos a esos niños y niñas no tan jóvenes que todavía guardaban sueños pasados que nunca llegarán, pero al menos, lo pasaremos en comunión.
La conexión entre el público y la banda era patente. La relación bidireccional entre ambas partes es algo a lo que estamos acostumbrados a respirar en los conciertos de Nueva Vulcano y el Madrid Brillante no iba a ser una excepción. Artur pidió al técnico de luces hacer un cambio en la iluminación del teatro que permaneció durante el resto del concierto y que dio luz a la platea para que ese sentimiento de unión se realzara todavía más. Genial detalle de una banda que tiene todo apuntado, un regalo para la nostalgia. Precisamente, bajo estas premisas comenzó «Mercurio retrógrado, etc.«, con la lectura de Artur de la letra que acompañará a un próximo single a modo de epílogo que lanzarán próximamente «Ensayo sobre la nostalgia» y que sustituyó al speech inicial del tema al que no pudo faltar un «pero es que ahora tengo algo que hacer, pero me parece querida, ya sé lo que es» en el que la conexión entre banda y público vivía un intenso cruce de miradas.
Siguió el examen sobre los temas del último disco con «La canción del sol» y «El algoritmo erró» que iban completando un discurso que sin necesidad de ser tendencia en Twitter o entrar en listas de Spotify, ya se había convertido en un dogma para los presentes, así como se han convertido en himnos los singles «La pedra oscil·lant» y «Las rotondas» ya coreadas como himnos que coronaban con «El eucalipto«, que cierra con una de las mejores frases de toda la carrera de la banda. «Te debo un baile» creció todavía más con todas y cada una de las gargantas presentes cantando la incombustible canción que junto a «La Sagrada Familia» sirvieron de punto y aparte en el show.
Tras hacerse algo de rogar y con la tripa hambrienta de todavía más rock, el público aplaudió el regreso al escenario de Nueva Vulcano en forma de un bis de cuatro canciones. «Wences dijo que subíamos para 4 canciones o no subíamos para bises«, un regalo para aquellos que con todo lo que está cayendo decidieron no ir a misa y rezar a los Vulcano. Por si fuera poco, el regalo de la banda fue un recorrido de un cuarto de hora por clásicos que pese a la extensísima setlist no se podían quedar fuera como «El mirlo» o «Mano izquierda«. Para completar un concierto redondo y lleno de presente y nostalgia, la veintena de canciones se cumplió con «El día de mañana» y «La ley de costas» por las que no ha pasado el tiempo. Si de algo estamos seguros a la hora de ver a una banda del calibre de los Nueva Vulcano es que la heroicidad queda en manos de los hombres y las mujeres. Una comunión bidireccional en la que el único ensayo posible es la nostalgia sobre lo vivido y lo que vendrá, que esperamos que sea siempre con la compañía de Nueva Vulcano.