Soleá Morente – Aurora y Enrique | Reseña
Cargado del amor en todos sus significados llega el nuevo disco de Soleá Morente
Discográfica: Elefant Records
Lanzamiento: 19/11/2021
Género: Indie pop
La capacidad de reinventarse de un artista se convierte en una tarea sencilla cuando se ha realizado tantas veces que ya no se reconoce un género, sino una impronta. Enrique Morente fue uno de los máximos exponentes de la música nacional con esa magia a la hora de reinventar las bulerías, los tangos, flamencos y soleás. Y tanto supo reinventar la última de estas, que su hija, Soleá Morente, ha seguido unos pasos que ahora ha hecho suyos. Tras llevarse todas las miradas de crítica y audiencia con ‘Ole Lorelei‘ (Sony Entertainment, 2018) junto a Alonso Diaz (Napoleón Solo), la mediana de los Morente ha pasado de ser un talento emergente junto a Los Evangelistas a liderar Prado Negro. Un año después de la alegría desbordante de ‘Lo que te falta‘ (Elefant Records, 2020), llega ‘Aurora y Enrique‘, un disco cargado de sentimiento, añoranza y amor.
Un amor que ya se profesa desde los dos primeros veros de la canción que abre el disco y que lleva el nombre de su madre, ‘Aurora‘. «Las estrellas y los luceros / todos se rinden al día. / Yo te quiero, solo a ti / Enrique del alma mía«. Un flechazo directo al corazón que dejó en lágrimas a Aurora Carbonell como vimos en el cortometraje que rodó Jonas Trueba para ilustrar ‘Aurora’ y ‘Ayer‘, la segunda canción del disco con la cual se funde como si de un abrazo desde el más allá trajera a Enrique de nuevo junto a su mujer y su hija.
Y es que cuesta no pararse y emocionarse en cada historia de amor que conduce Soleá en este ‘Aurora y Enrique‘. Lejos de sentir un duelo doloroso, para por un letargo consolador. En ‘Yo y la que fui‘ se despega de la Soleá Morente actual y añora la que fue, con todo lo que hubo en su pasado pero que no ha dejado de ser la artista que ahora escribe de su puño y letra todas las canciones de un disco y no se olvida del pasado tarareando y cantando esa ‘Orillita del río‘ tan flamenca como su apellido. Un apellido compartido, como no, por su hermana Estrella Morente con quien canta en ‘El pañuelo de estrella‘ sin dejar de ser una canción de Soleá Morente a todas luces. La producción y arreglos de Manuel Cabezalí (Havalina, Zahara) brilla gracias a las texturas de voz de ambas hermanas en esas guitarras eléctricas y españolas que acompañan como un padre y una madre. Precisamente esa guitarra eléctrica crea unas armonías que bien podría firmar The War on Drugs o Beach House en ‘Fe ciega‘, pero sin embargo, nos lleva en sus versos a Manzanita. Siete minutos con los que se cierra la cara A del disco de manera soberbia, donde Soleá Morente no tiene miedo y no solo sobrevive, sino que vive a lo grande con una letra desgarradora cuyos sonidos tienen tantos y tantos matices que la canción más larga del disco, se hace hasta corta convirtiendo la letra en la base y los instrumentos en protagonistas. Sin duda, una de las mejores canciones del año.
Soleá Morente ha querido dar rienda suelta a un disco del cual no sólo debe estar orgullosa por su autoría y por los riesgos corridos, sino también por las elecciones tomadas y sus resultados. Tan disruptivo como dar la vuelta al vinilo y que de el aire de ‘Fe ciega‘ escuchemos la distorsión con la que empieza ‘Domingos‘, un tema que aporta un nuevo velo al disco. Quien nada teme nada debe y Soleá Morente, a la cual tanto se le pide, decide lanzar un tema de shoegaze en mitad de un disco homenaje a sus padres. Como no podía ser de otra manera, le acompaña Isa Cea de Triángulo de Amor Bizarro para cantar un tema reivindicativo que bien podría ser un nuevo capítulo tras la arrasadora ‘Acosadores‘ del último disco de los gallegos junto a Ariadna de Los Punsetes.
Con ‘Iba a decírtelo‘ volvemos a ese diálogo onírico con su pasado y con sus padres sintiendo esos giros de rabia flamenca en una voz que ha encontrado su hueco. Por momentos, las letras del disco nos dejan versos que Soleá podría dedicar a su padre o bien a amores del pasado que al fin y al cabo crean nuevas definiciones para lo que significa el amor para la cantante. En otras canciones como ‘El Chinitas‘, no hay duda de a qué se canta. El icónico bar madrileño en el que sus padres forjaron un amor que se vivió hasta el final de sus días, Soleá Morente rememora ese amor intenso al que equipara con el que ella siente por sus progenitores. Se agradece que en un disco con tanto significado también haya hueco a la simpatía y a lo espontáneo como ocurre en ‘Marcelo Criminal‘, donde el murciano ayuda a crear una historia, que bien puede ser mitad verdad o mitad mentira, según cómo se mire, pero que ayuda a distender y sacar una sonrisa en lo inherente de una nueva historia de amor.
El disco se cierra como si fuera un círculo con ‘Polvo y arena‘ y ‘Enrique‘. La primera de ellas, una de las más sentidas de toda la carrera de Soleá que sirve como despedida pero también como catarsis. «El amor que me dabas / que como era de ‘Polvo y arena’ / que como era de ‘Polvo y arena’ / el aire se lo llevaba» que suena a las palmas de Aurora sobre los versos de Enrique que fue piedra, y ahora es polvo y arena. Y es que aunque ya no esté con nosotros, con ‘Aurora y Enrique‘ parece que Morente sigue aquí, con su mujer, con sus hijos y con nosotros. En nuestras vidas y en las canciones, como en ese ‘Enrique‘ con el que se cierra el disco y al que no puedo dejar de escuchar tras el piano y las olas tarareando junto a Soleá la melodía de ‘Aurora‘. De esta manera cierra un disco con mucho de Aurora Carbonell, mucho de Enrique Morente, y con más Soleá Morente que nunca.
Wrestler con gafas. Director frustrado de documentales sobre grupos pequeños. Generación vacía.