Semana Santa de terra, rave y raíz en el SanSan Festival

/ abril 20, 2022/ Crónicas, Destacados

Mucho ha cambiado por el recinto de conciertos de Benicàssim en los últimos 6 meses. El Sansan Festival regresaba a su formato clásico, entre jueves y sábado santo, menos de medio año después de la última edición que el festival celebró el octubre de 2021. Las diferencias entre la última edición y la actual podían encontrarse en más de 7. Algunas de ellas, muy positivas: por primera vez desde la llegada del Covid-19 se celebró un festival de estas características sin ningún tipo de restricción sanitaria, sin mascarillas ni distancias de seguridad; el tiempo, no solo acompañó, sino que fue inmejorable con un sol propio del verano que dejó algunos tonos rosados en los asistentes más tempranos. Otro cambio evidente, para bien o para mal, fue la línea en la que se movió el cartel de esta edición. Lejos de grandes nombres del panorama «indie» como Vetusta Morla o Love of Lesbian, con mayor o menor éxito se apostó por cabezas de cartel a nombres del pop español como Rozalén o Dani Martín, junto a bandas internacionales como Crystal Fighters y Chef’s Special. Una decisión que seguramente pueda entenderse mejor al llegar al recinto.

La que para mí fue la primera gran sorpresa de la edición fue el recinto. Acostumbrado a que el gran solar de Benicàssim en el que se celebra este festival, además del FIB y el Rototom, siempre esté repleto de gente, foodtrucks y varios escenarios, se veía reducido casi a la mitad. Para comenzar, desapareció el Sansan Club, también conocido por los asistentes como «La Verbena». Un acierto ya que muchas bandas perdían gran parte del público en aras de bailar y cantar en el karaoke comunal en el que se convirtió la zona de DJs. Sin embargo, se notó una falta de alternativas en gran parte del horario. Hecho todavía más evidente al ver cómo la cantidad de asistentes se veía muy mermada en comparación a la edición de 2021. La falta de nombres grandes que cuenten con un fandom fuerte en nuestro país nos dejaba muchos conciertos con un público desperdigado que dejaba hueco para bailar.

Jueves 14 de abril.

Al ritmo de pasos y procesiones por el camino al recinto llegábamos en un apropiado Jueves Santo que comenzamos con Califato 3/4. Nuestro Chaparro, The Gardener, que de sus trajes pasó a estar envuelto en telas, se elevó como la personificación de Jesúcrîtto. Bandera de Andalucía en mano, las raíces de su tierra brotaron en el SanSan Festival con la mezcla de arte, disrupción, energía y diversión que nos tienen acostumbrados. El olor a azahar provenía de los mil palos que rompen y recrean. Que si una ‘Bulería del aire acondicionao‘, que si un ‘Fandango de Carmen Porter‘, el público sintió esa energía en la voz entregada de Rosana Pappalardo, en la peleona de Curro Morales, y la mezcla entre electrónica y folclore de Esteban Bove, Guille Iniesta y la pareja esplendida de Lorenzo Soria y Sergio Ruíz. No pudieron faltar ya canciones ultta coreadas para la procesión de temazos que vivimos con ‘Pascual Marquez 33‘ o ‘En Busca y captura‘. «En esta vida se puede hacer de todo cabeza, pero con método«, decía Chaparro antes de arrancarse a cantar toda la banda por Lola Flores. Y es que Califato 3/4 tiene el método, la forma y el formato. Por eso cuando se canta ‘Esto lo vamos a levantar por los que ya no están’, se ponen los pelos de punta de manera natural. Se homenajeó a Lola Flores, se cantó y dedicó el ‘Crihto de la navaja’ a Pascual González, un homenaje que a más de uno, donde me incluyo, nos hizo emocionarnos. Y como no pudo ser de otra manera, se invocó al espíritu de Chiquito de la Calzada en el ‘No ínno de Andaluçía‘ con el que cerraron por todo lo alto. Rave, raíz y pasión.

Pasamos del flamenco futurista al electro pop espacial de La Casa Azul en el escenario principal. El espíritu de la banda, siempre viviendo en el modernismo, hizo de ‘La Gran Esfera‘ el punto que reunió a más asistentes durante la primera jornada. Y con razón, Guille Milkyway y compañía demostraron que no son banda de un solo hit y su público les ha acompañado durante toda su carrera. La conexión desde el segundo uno con el gran combo inicial ‘El momento’ + ‘El final del amor eterno‘, dos de las mejores canciones de su último disco, ya dejó al público enganchado. Como el reloj de un médico La Casa Azul armó un ritmo que daba tiempo a la emoción con ‘Yo también‘ que no hizo echar en falta ‘Como un fan‘. clásicos como ‘Superguay‘ o ‘Los chicos hoy saltarán a la fiesta‘ que nos llevaron al frenesí disco que se hiló al momento sexy de ‘Ataraxia‘. Si bien es cierto que en aquellos momentos donde la banda tocó canciones de menos calado, el público respondió cantando y bailando los estribillos, además de ese ‘Corazón partío‘ que unió a todos los asistentes. Y es que La Casa Azul son concierto tras concierto el recordatorio de que siempre han estado ahí, himno tras himno, callados, pero reservado plaza en lo alto de los carteles por méritos propios, siendo la unión de pasado, presente y futuro, como en su ‘Esta noche solo cantan para mí’ donde se proyecta a Amaia o a Lauren Mayberry junto a Nina Simone y Blossom Dearie, o con la gran fiesta que supone ‘La revolución sexual‘ cuando además la combinas con un mashup homenajeando a Raffaella Carrá con ‘Rumore‘. Un concierto redondo.

No tan buen sabor de boca dejaron los Crystal Fighters en su enésima visita a Benicàssim. La ceremonialidad con la que la banda siempre desarrolla sus conciertos careció de efecto ante un público que se encontró con un buen espectáculo, pero no un concierto. Y no por culpa de la banda, que ofreció esa mezcla de raíz y electrónica entre Latinoamérica y Europa con esa mezcla de ritual que siempre les acompaña, pero el público español no entró a ese juego en el que no se sintió tan identificado. Un concierto que pasó sin pena ni gloria y que, dentro de lo aburrido, no ofreció duda a que tener un cabeza de cartel internacional no es buena idea si no conecta con el público.

Mucho más aspecto de cabeza de cartel tenía Zoo. La banda que ha recogido el cetro de liderar la música valenciana que dejaron Auxili o La Gossa Sorda atrajo a una gran cantidad de gente al recinto, un acierto como ocurrió en la edición de 2017 donde La Raíz, Smoking Souls y Aspencat copaban el domingo de la primera edición del festival en Benicàssim. Una formula que se repitió este año en esta jornada del sonido de raíces que contó con ese espíritu de celebración y lucha a partes iguales de los conciertos de la banda de Panxo y compañía. Las canciones del reciente ‘Llepolies‘ ya se corean como nuevos himnos generacionales, como esa fiesta ravera en la que se convierte el reciento con ‘Tobogan‘, pero también de que la juventud tome la voz con ‘El cap per avall‘ o ‘Avant‘ que alegra tanto escuchar coreadas en directo y sentir que llegan nuevos aires de victoria en el panorama valenciano que traigan himnos y no cancions ‘Ventiladors‘. La mejor manera de cerrar un Día de la Republica.

Viernes 15 de abril.

Con el sol empezando a ponerse tras las montañas de Benicàssim, Molina Molina fue el encargado de arrancar nuestro segundo día por el Sansan. Pudimos disfrutar tan solo del arranque del concierto en el escenario Calaverita que reunió a cerca de una centena de asistentes que bailaron sus canciones que tienen el punto necesario para ser una propuesta a tener en cuenta con más presencia en futuras ediciones. Corriendo llegamos al concierto de La Bien Querida en el escenario principal. Como es habitual, las canciones de su reciente disco ‘Brujería‘ dieron entrada al tracklist, pero lo técnico, quizás producto del calor, no dejó disfrutar a la artista del arranque del concierto, teniendo que arrancar en varias ocasiones ‘Te quiero’. Hasta que llegó ‘Un gatito‘ y la bonita balada caló en los fans que ya se engancharon a cantar canción tras canción junto a Ana Fernández y a su marido, La Estrella de David, quien le acompaña a la guitarra y también se arrancó a cantar con ella un par de canciones. El combo final ‘De momento Abril‘, ‘Domingo Escarlata‘, ‘Muero de amor‘ y ‘Dinamita‘ dejó al público enganchado a sus parejas y al hechizo que fue echado al público. El momento baile llegó con la final ‘¿Qué?‘ donde La Bien Querida hizo de sí misma y de Diego Ibáñez en un fin de fiesta que dejó a los fans con buen sabor de boca.

Don Javier Ibarra, más conocido como Kase.O, ya ha conseguido hacerse un hueco en todos los festivales de nuestro país con su propuesta con banda ‘Jazz Magnetism‘. Uno de los nombres más grandes de todo el hip hop nacional al que las costuras, sólo se le nota en sus bailes. Kase.O ha sabido amoldar sus canciones a una propuesta donde no sólo se da paso a lo urbano, sino también al disfrute del espectáculo. La conexión entre público, banda y líder se nota desde el segundo uno, haciendo corear desde cánticos a Jordi Hurtado en ‘Ringui Dingui’ a los estribillos de ‘Mazas y catapultas‘ y su ‘Círculo’ perfecto. Como era de esperar, las canciones que mejor sonaron fueron las del disco homónimo al show de 2011, con ese ‘Boogaloo‘ o ‘Renacimiento‘. Un concierto alegre, divertido, con sabor a realidad y que no se olvidó de recordar a los que ya no están, como 24 horas atrás hacían Califato, esta vez en honor a Jota Mayúsucula.

Llegaba el turno de otro de los grandes conciertos esperados del presente SanSan Festival. Acompañada por una excelente banda y su inseparable Bea, Rozalén llegaba al escenario con las mismas o incluso más ganas que sus fans. La letureña fue sin lugar a dudas uno de los grandes aciertos de la edición. El desparpajo e ilusión por estar de nuevo sobre un escenario se fusionaban con los sentimientos más puros y reales que una artista puede desprender; la conexión entre los presentes, fans y no fans, es irremediable cada vez que la artista apela a la emoción recordando a su tierra, su pueblo y sus raíces, al sentimiento colectivo o a algo que muy pocas veces podemos ver en una artista de su repercusión: la conexión con el mundo social que nos rodea. ‘Este tren‘ arrancó a una velocidad endiablada que pasó por las estaciones de la España vaciada, la suya, la de ‘Mar en el trigal’ y la olvidada, la de ‘La línea‘ o ‘Dragón Rojo‘. ‘A veces también tenemos que dejar un poco de tiempo para estas emociones y estas cosas’, decía emocionada. ‘Pero que veáis que Rozalén no es solo canciones de bajona. que luego pensáis que soy una intensa, ¡Que ya llega la fiesta!‘. Y Benicàssim se convirtió en una fiesta a la alegría, a la fuerza, a cogerse de la mano y cantar, ya sea con tu ‘Amiga‘ del alma, o con quien decides ‘Comerte a besos‘, para toda alegría ahí está la de Letur. La gran verbena de Virgen de agosto llegó con ‘El Bosque’,La puerta violeta‘ y unos ‘Girasoles‘ que apuntaron al escenario que dejó atrás al conjunto para acabar con una gran disco móvil de las que hacen de una noche algo legendario.

En el festival del sabor a raíces no podía faltar el olor a tierra, o mejor dicho, a terra. Las Tanxugueiras llegaban al SanSan con el enorme impulso que supuso para ellas es Benidorm Fest y el apoyo masivo que recibieron por parte de todo el país pese a quedarse a las puertas de Eurovisión. El fenómeno ‘Terra’ reunió a cientos de curiosos expectantes de ver a Aída Tarrío, Sabela y Olaia Maneiro, quienes comenzaron frías su espectáculo. El excesivo humo sobre el escenario dificultó el arranque de un concierto que fue un tanto desconcertante tanto arriba como frente al escenario. Al margen del género y la lengua, un debate obsoleto que artistas como Lisabö o más recientemente Rodrigo Cuevas o Baiuca han zanjado a base de directo, el sentimiento colectivo por parte de los presentes era el de estar viendo un espectáculo folclórico local con un nivel de producción muy profesional. Y no desde un prisma negativo, todo lo contrario, como un showcase fantástico que mezcla culturas de una manera inmejorable pero que quizás, viviendo a base de un solo tema, se quedó corto para sentir que fuera un concierto que se quedara en la retina. En canciones como ‘Averno‘, firmada junto a Rayden, o ‘Figa‘ parte del público sí que sintió esa conexión que en algunos instantes se traducía en corrillo de comentarios mientras el trío gallego se dejaba la garganta y los pies. Como no podía ser de otra manera, el colofón final de ‘Terra’ fue un momento de unión total, algo que con el rodaje y presencia entre carteles y salas por el resto del país se podrá hacer extensible en los conciertos de Tanxugueiras.

SÁBADO 16 DE ABRIL

Iniciamos el último día de festival yendo al escenario Benicássim para ver a Karavana, la banda madrileña del sello de Vanana Records que con sus estribillos pegadizos y sus guitarras inconfundibles prometían un buen comienzo para la tercera jornada. Y en efecto, a pesar del sol cegador que hizo que tocaran casi con los ojos cerrados durante gran parte del concierto, Karavana consiguió hacer bailar y saltar con temas como ‘Qué putada‘ y ‘Strokes‘ a un público que demostraba saberse sus canciones. Entre este público no podían faltar sus compañeros y amigos de profesión, Ginebras y Niña Polaca, que tocarían posteriormente en el escenario Calaverita, y hicieron acto de presencia pudiendo verles saltar y cantar como el resto de los asistentes. Siempre me ha alegrado ver a grupos y músicos entre el público apoyándose mutuamente y formando parte del fandom.

La última jornada de la presente edición presentaba un cartel que como mínimo, sorprende en comparación a años anteriores. Si Karavana acababan de tocar en el segundo de los escenarios a una buena hora, después lo harían Emlan. Dos bandas que la edición anterior pasaron por el escenario Calaverita con una cierta afluencia de público pero que lejos de alcanzar las cuotas que tuvieron bandas como Ginebras o Cala Vento, han dado un salto en el cartel en cuestión de meses que quizás no corresponde al cien por cien a su estatus actual. Si bien Karavana certificó ser una banda emergente a tener en cuenta, Emlan, quienes pusieron la banda sonora al festival, dieron un concierto algo anodino, con un público que lejos de saberse los temas, decidió aprovechar para ir a cenar; la banda, cuyo sonido pop rock bien podría recordar a bandas como Pignoise o Despistaos, ofreció un concierto que tristemente, no acompañó al espírituo del Sansan. Una sorpresa contraria fue la de Álvaro de Luna, ex líder de Sinsinati, que desde que ha comenzado su carrera en solitario se ha convertido en una de las jóvenes promesas del pop español. Un cantante prototípico de radiofórmula pero que funcionó como anticipo a Dani Martín gracias a canciones que por h o por b, todos hemos escuchado tal y como ‘Indios y vaqueros‘ o ‘Juramento eterno de sal‘. Su público, mayormente por debajo de la media de edad del festival y con mucha presencia femenina, sintió como el artista pisaba las tablas con fuerza para interpretar canciones como ‘Quiero‘, ‘París‘ o ‘Levantaremos al sol‘, todas canciones de su último disco.

Pero el grueso y el gran momento del festival iba a ser de quien tomara el testigo de Álvaro de Luna en el escenario principal. Haciendo su debut en un festival, nervioso como un niño el día de su cumpleaños, Dani Martín hacía acto de presencia en el escenario del SanSan. El festival se apunta así otro tanto, y ya van unos cuantos, tras grandes aciertos como fueron Leiva o M-Clan para este tipo de festivales. El público más habitual de este tipo de festivales se acercó, bien por curiosidad, bien por nostalgia, a ver a un concierto donde sí se notó el aumento de aforo que venía explícitamente a ver al ex líder de El Canto del Loco. Y no, no vuelven, pero no le hace falta. Dani Martín es seguramente junto al propio Leiva el último rockstar a la española y uno de los grandes de este país. Chaqueta de cuero, fuego, poses encima del altavoz, sacar la lengua… Y qué bien lo hace todo. La chulería y falta de vergüenza de Martín ayudaron a crear un ambiente especialmente festivo en un público que recibió con alegría las canciones clásicas de su banda, como ‘Volverá‘, ‘Nada volverá a ser como antes‘, ‘Una foto en blanco y negro‘, ‘Peter Pan‘, ‘o cómo no, clásicos incombustibles que desempolvó como ‘Zapatillas‘, pero es que las canciones en solitario de Dani Martín ya se han convertido en clásicos. Desde la melancólica ‘Cómo me gustaría contarte‘, dedicada a su hermana que junto a ‘La suerte de mi vida‘, ‘Portales‘ y ‘Tal cómo eres‘ aportaron el lado más emocional del concierto, pero también buscando la guasa y el baile como con la irónica ‘Mentira‘ o al más puro estilo rock and roll como el éxtasis de ‘Cero‘. Pese a que en algunos momentos los problemas técnicos dejaran a Dani Martín algo tirado, su aluvión de fans presente no le dejó solo ni un momento, siendo éste muy agradecido no sólo con el festival o los asistentes, sino incluso bromeando con Ginebras o Shinova, «auténticas bandas de rock, no como yo» apelaba Dani. Y eso demostró ser Dani Martín, no un mero rockero, sino una estrella del rock.

Hay veces que el escenario Calaverita se queda pequeño. Con Niña Polaca ocurrió. No pasaron ni cinco minutos del fin del concierto de Dani Martín cuando en la carpa ya no cabía un alma. Beto, Surma, Sandra y Kobe llevan tiempo demostrándonos lo que pueden lograr y, desde que salió «Asumiré la Muerte de Mufasa» el pasado otoño, el grupo madrileño (y alicantino) no ha hecho más que crecer y crecer y crecer. En resumen: una hora de setlist que se quedó corta en un escenario que se les quedaba pequeño. Niña Polaca se come el escenario allá donde va, y esta vez lo hizo acompañados de dos personas muy especiales de un grupo muy especial, Ginebras: Magüi a la voz y Juls a la batería para cantar ‘Magaluf‘ (y la inesperada aparición de un miembro de Crystal Fighters sobre el escenario), en un cierre redondo de temazos, entre los que nos encontramos por sorpresa con una cover de ‘Ciega, sordomuda‘ de Shakira. Esperamos que los escenarios principales sean pronto una realidad para esta banda dispuesta a ganarse al público nacional.

Puedes ver las galerías completas de cada jornada clicando sobre las entradas de cada día.

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Wrestler con gafas. Director frustrado de documentales sobre grupos pequeños. Generación vacía.

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