León Benavente – ERA | Reseña

/ enero 24, 2022/ Reseñas

Discográfica: Warner Music

Lanzamiento: 21/01/2022

Género: Rock

 

 

 

 

Si cada disco simboliza una etapa para la carrera de un artista, para Leon Benavente es algo más que eso, es una era. Precisamente con ese nombre, ‘ERA‘, tan polisémico como multifuncional, llega el cuarto disco de la banda. Una carrera que cumple ya una década en la que la banda se ha convertido en un indispensable para entender la música independiente española del siglo XXI.

Lejos queda atrás el recuerdo de cuando Abraham Boba, Eduardo Baos, Luis Rodríguez y César Verdú salían como cachorros en busca de su camada tras acompañar durante años al rey de la selva, Nacho Vegas. Ahora esos leones que rugen con fuerza se han asentado en su sabana y sin embargo, eso no les ha hecho acomodarse y no buscar nuevos retos. Con Líbrame del mal, el primer single del disco, se arranca esta nueva ‘era‘ donde el sonido de los sintetizadores que ya tomaban algo de protagonismo en su anterior disco ‘Vamos a volvernos locos‘ (Warner Music, 2019), toma ahora cuerpo y dota de sentido a ese mensaje algo pesimista del futuro presente en el que nos encontramos.

Como si de Nach y su ‘Efectos Vocales‘ se tratara se explora y experimenta con el abecedario en ‘Todas las letras‘ junto a Miren Iza de Tulsa. La canción recuerda por momentos a ese increíble ‘Niño Futuro‘ de Rafael Berrio que versionaron a modo de homenaje póstumo y que coincide en esa manera de contar cuando parece solo enumerar. Pese a que se nieguen a ello en ‘Di no a la nostalgia‘ es irremediable caer en echar la vista en un disco con una mirada muy actual que no deja de ser un retrato de una realidad en la que todo tiempo pasado fue mejor y se niega a aprender «del oficio de vivir«, hecho el cual se refleja en ‘Persona‘, el cual de nuevo usa la electrónica y los sintetizadores como banda sonora y se acerca a la filmografía de Bergman en la exploración del existencialismo en su máxima expresión.

Reside en el disco, quizás de manera intencionada, quizás no tanto, una idea de auto observación y de mirada interior. ‘La Gran Muralla‘ no podía elegirse mejor para ser el centro de este disco ya que en ella se ve reflejado todo lo que significa ‘ERA‘, siendo posiblemente esta la mejor canción de todo el disco marcando un punto de inflexión de los que se usan para volver a ellos en ese sentimiento tan humano de recordar aquello que nunca será posible, pero sigue siendo bonito recordar. En este nuevo disco es probable que encontremos el hilo narrativo más evidente en la discografía de la banda, que sin embargo es el que toca más palos en lo sonoro, como en ‘Mítico‘ que bien podría haber firmado Cecilio G o Erik Urano donde Abraham Boba se desdibuja entre su yo presente y una especie de ‘yo’ replicante que ejerce de narrador y dota un poco más de apocalíptico el sonido de este disco.

Y es que el paso del tiempo es algo que podemos encontrar en todas las canciones de manera muy presente y evidente. Temas como ‘Viejos rockeros viejos‘ son buen ejemplo de ello, lo cual es irónico, ya que en su tema más satírico encontramos el sonido más cercano a los primeros trabajos de León Benavente. Parece imposible desligarse de la realidad y de lo autobiográfico y la banda lo admite sin que se le caigan las costuras, con humor y verbalizando como ese paso a explorar nuevas sonoridades no deja de ser ley de una vida en la que si no te adaptas, pereces. Incluso en ‘Canciones para no dormir‘, la más directa del disco y la cual habla del último concierto que la banda dio en Granda previo al confinamiento vivido en 2020, encontramos ese aura de consciencia sobre el final de algo, en ese caso, de la vida previa al Covid-19 que parece que nunca recuperaremos.

Si Triángulo de Amor Bizarro nos ‘Cura mi corazón’ León Benavente lo devora. En ‘Te comes mi corazón‘, junto a Rodrigo e Isa Cea, encontramos el lado oscuro de ‘ERA‘. Un rugido en toda regla a modo de rito de apareamiento, atrevido y sensual, incluso erótico, explorando lo sensorial en todos sus aspectos. El pasado que se mantiene en recuerdo y presencia y se repite en la lejanía como un chillido desde la cumbre se retrata en la autobiográfica ‘La cámara de ecos’. El existencialismo en su máxima expresión al más puro estilo de las ‘Fresas Salvajes‘ de Abraham Boba brilla en esta canción cuyos preciosos arreglos dotan de una sensibilidad todavía mayor al último tema del disco.

León Benavente lleva a su terreno la máxima de destrucción como forma de creación de una manera muy autoconsciente. En algún momento futuro hablaremos de cómo este disco ‘ERA‘ y cómo fue, pero ahora, en el ser presente, la banda crea un disco totalmente actual y fiel a una realidad que en los frágiles pilares de la nostalgia y el pasado generan un presente con nuevas líneas que explorar y a las cuales hay que lanzarse con dientes y garras. Es un gusto ver como León Benavente permanecen en este presente donde el tiempo parece pasar al ritmo de unas canciones son el fiel reflejo de una era.

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Wrestler con gafas. Director frustrado de documentales sobre grupos pequeños. Generación vacía.

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