Sidonie llena de música y vida a La Bohemia
El frío y la lluvia teñía la noche del 1 de febrero del 1896 en la ciudad italiana Turín. Tal noche se escribía en los libros de la historia el estreno también frío de una ópera con música de Giacomo Puccini que se convertiría en un objeto de culto para el resto de la eternidad. La Bohemia marcó una impronta cubierta de arte imborrable. Sidonie (Marc Ros, Axel Pi, Jess Senra) deberían narrar cómo sus noches de frío y lluvia impregnan de vida cada concierto en el que la música y el arte se convierten en uno cada noche. La Bohemia de Castellón albergó este fin de semana un doble concierto en acústico donde el trío catalán impregnó el ambiente de cada matiz bohemio para ofrecer una velada llena de música y vacía de convencionalismos.
La obra dirigida por Arturo Toscanini, divida en cuatro actos, narra las aventuras de un grupo de compañeros de piso que en el Paris de 1830 comparten vida, ilusiones y amistad. El paso de Sidonie por La Bohemia se dividió también de 4 actos. La historia de amor de la noche no fue protagonizada por Mimi, sino por Abba, el personaje principal de «El Regreso de Abba« (2020), título compartido por el último disco de Sidonie y la primera novela de Marc Ros. Abba fue presentada al público de Castellón con una tímida acogida en la que Marta Fullera sirvió de maestra de ceremonias para que los presentes recordaran qué iban a presenciar en los siguientes actos: historias, personas, amor y música.
Frente a la multitud tres amigos de Poblenou teñían de alegría unas caras que a través de su mascarilla corearon a uno «Fascinados«, un resucitado himno que comenzó a caldear al público junto a «Costa Azul» para sin más preámbulos volver, una vez más, al motivo de reunión en La Bohemia. Sonó «Me llamo Abba» y la ceremonialidad de un concierto se transformó en la celebración de la música. Un viaje donde Sidonie no se guardaron «Maravilloso» más allá de este inicio de un concierto donde lo importante estaba en el continente y no en el contenido.
El clima favorecía la noche bohemia que Sidonie había preparado. Los relámpagos iluminaban una sala donde el sonido de la lluvia acompañó los aplausos que servían de nexo entre capítulo y capítulo de la historia. Como en toda buena novela, «Portillgat» y «Abba y Mathieu» sirvieron para presentar un mundo en que sus protagonistas también dejaron un hueco a clásicos como «No sé dibujar un perro«. La vida bohemia de «El Peor Grupo del Mundo» pasaba a ser protagonizado por los personajes de El Regreso de Abba en una sala cuyo piano de cola rodeado de botellas de Jack Daniels y vinilos de Bob Dylan y The Velvet Underground demostraron la buena vista musical del autor de Abba.
Con la noche bohemia bien entrada el «Giraluna» eclipsó una sala que se convirtió en una celebración de la música y de la vida. «Gracias a la vida» vino seguida de las «Buenas vibraciones» que Sidonie consiguieron impregnar en cada una de las canciones que Abba quiso regalarnos en una noche donde Sidonie dejaría su marca en cada pared de La Bohemia, tal y y como durante más de 20 años de carrea los catalanes han hecho llevando su «Nirvana Internacional«. Como en toda buena celebración, antes de repetir una vez más el mantra de la noche, en perfecta comunión con el personal Sidonie brindó en un gracias bidireccional con los presentes
Por si no había quedado claro, Sidonie se encargaban de repetirlo una vez más, «Mi vida es la música» se convirtió en el perfecto reflejo de un concierto en el que sin necesidad de que la tecnología ni los instrumentos estuvieran de parte de la banda, cada frase que Marc Ros lanzaba rebotaba en las gargantas del público que no dejó que los micrófonos arrebataran el protagonismo a Abba. Como todo buen tercer acto llegó el climax. Tras una pequeña parada para arreglar problemas técnicos y bajar esos chupitos, «El Incendio» elevó un par de grados la temperatura de La Bohemia. «Carreteras infinitas» sirvió de perfecto colofón final con el que «Estáis aquí» recordó a todos los presentes el motivo de celebración de una noche mágica.
Como todo buen acto de despedida, la ovación del público devolvió a la banda el cariño que dejaron sobre las tablas. Mientras Axel amenizaba a los presentes con una sesión de DJ, Marc y Jess tuvieron tiempo de que Abba regresara una última vez para firmar libros, discos y setlists. Una noche donde una pequeña sala de Castellón consiguió convertirse en la París bohemia donde Sidonie ya tienen un hueco para la historia.
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Wrestler con gafas. Director frustrado de documentales sobre grupos pequeños. Generación vacía.