Bremen no existe – Biznaga | Reseña

/ abril 22, 2022/ Reseñas

De la mano de Montgrí llega el cuarto disco de Biznaga

Discográfica: Montgrí

Lanzamiento: 22/04/2022

Género: Pop punk

 

 

 

 

¿Quién dijo que el pop y el punk no pueden ir de la mano? Biznaga seguro que no. Tras cuatro singles que sin duda dejaron entrever un disco cargado de frustración generacional nos encontramos ante ‘Bremen no existe‘ (Montgrí, 2022), el cuarto trabajo de la banda en la que a base de ironía, actitud y un perfecto balance entre energía y melodía marcan la tónica de un disco fiel como el reflejo de un espejo.

Si Biznaga proyectan la radiografía del estado de toda una generación, no puede ser más oportuno empezar a trazar el disco con ‘Líneas de una sombra‘. Sin duda el peso de ser «la generación más preparada de la historia» se ha convertido en una supernova generacional en la que todo el brillo que se presupone no es más que el reflejo de algo por estallar. Si la ironía es una forma de dolor, este disco supura sufrimiento. Los riffs de guitarra enérgicos son la tónica melódica de un disco donde la rabia se traduce en guitarrazo. Así como en la primera de las canciones, en ‘Domingo especialmente triste‘ se utiliza la guitarra para separar las distintas partes de la canción, aquí toma un papel especialmente protagonista junto a la voz de Álvaro García e Isa Cea de Triángulo de Amor Bizarro en una especie de conversación que no deja de querer mostrar la suciedad en la sociedad que recuerda por momentos al grito de un desesperación de un sintecho generacional.

Precisamente ese aspecto es esencial a la hora de hacer el diagnóstico de este disco, que no deja de ser el reflejo taciturno y lleno de desazón que encontramos en canciones de La Plata o Futuro Terror; una generación de cada vez menos jóvenes nacidos en los años 90 carentes de referentes férreos fuertemente afectados por varias crisis económicas de magnitud y especialmente desahuciados en lo social y político. Biznaga cambia la vulnerabilidad por metáfora y habla en ‘Espíritu del 92’ de ese futuro que se nos presentaba y al que no se da una oportunidad de rechazar, sin embargo, lo hace desde un sintetizador que bien propio de esos 90, es lo poco que nos queda de esa vida pasada que se nos proyectó y a la que ahora abrazamos desde una nostalgia errónea. Lejos de querer ser adalides de nada – prometo haber escrito esta frase sin recordar la quinta canción del disco – Biznaga hace un ejercicio de sentido del humor extraordinario buscando en forma de pop como ocurre en ‘Madrid nos pertenece‘; una canción que en alargar cada una de las sílabas encuentra lo decadente y no se sale de una cadencia que permite a las guitarras disfrutar de esos magníficos riffs que comentábamos.

A excepción de la segunda canción del disco, la estructura de todas las canciones comparte un punto común en la estructura de su composición: Arranque fuerte y caída en picado final. En esos aspectos es donde de manera tan sutil encontramos esa intertextualidad que también se convierte en uno de los principales puntos fuertes de ‘Bremen no existe‘. Si la virtud se encuentra en el término medio, el tema que marca la mitad del disco, ‘Cómo escribimos adalides de la nada‘, encuentra en la nada lo virtuoso. «Desertores del presente, hay ganas de gritar. El asco ya es un rasgo generacional«, Biznaga nos recuerdan que no se puede ser el representante de algo si ese algo no existe. Pero en su caso existe, y no deja de ser contradictorio, ya que es innegable afirmar que tras cada canción y cada letra hay una clara conexión a una Generación Vacía que une no solo a una gran retahíla de artistas, sino también salta a una colectividad en la que se encuentra el grueso de los fans de Biznaga. La negación no es otro paso pues, de constatación de la existencia de esta generación. Por esa misma razón ‘Contra mi generación‘ se eleva como la mejor canción del disco, toda una canción de amor, pero toda una declaración de intenciones.

El arranque de La Escuela Nocturna‘ con ese spoken word que bien podría firmar Viva Belgrado es otro de esos pedazos de inicios que ponen los pelos de punta. Este séptimo es tema en el que se hace evidente el facsímil que da título al disco; Biznaga, como todas las bandas a las que hemos aludido durante estas líneas y a las que podemos sumar nombres como Xenia, Los Bengala, Margarita Quebrada, Los Claveles y una enorme lista más, no son más que músicos al margen de una sociedad que no les ha dejado espacio y que reunidos como los músicos de Bremen, encuentran su único subterfugio. El ritmo acelerado de vida se imprime en cada una de las canciones a base de guitarra, bajo y batería como ocurre en ‘Todas las pandemias de mañana‘, tan actual como el resto de ‘Bremen no existe‘, se ponen en modo Greta Thunberg con un estribillo que recoge una auto culpabilidad excesiva que será ideal para corear hasta la extenuación en su directo.

En el disco más pop que ha firmado Biznaga durante su trayectoria, podemos encontrar el espíritu punk no solo en sus letras, sino también un poco más presente en algunas canciones. Fruto de ese sonido nace ‘Filosofxs intempestivxs‘, donde la banda demuestra que también tiene para repartir a sus coetáneos en una mordaz sorna hacia la filosofía moderna de Twitter y vapeo. Es imposible pasar por este disco sin pararse a pensar en Carolina Durante, a los que se alude muy por encima en ‘Madrid nos pertenece‘, pero a los que encontramos en un camino similar en la canción que cierra el disco, ‘Una historia de fantasmas‘. Los primeros dos minutos en los que se va cocinando la canción recuerdan a los primigenios Carolinos, con quienes Biznaga han compartido escenario, pero que rompe en un cataclismo de frustración en el que el canto al no futuro, se convierte en un acelerado ritmo que golpea al pecho de una manera tan agitadora como cada instante de esta canción que se convierte en un clásico presente y futuro que fractura un pasado presente.

Si a esta generación aún le quedan fuerzas después de este disco, habrá mucho que hablar sobre cómo marca las líneas centrales que definen no solo a un tiempo concreto, sino a una generación que queriendo o sin querer abanderan. Estamos ante uno de los grandes discos no solo del año, sino de una época.

FOTO: Carmen Morago
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Wrestler con gafas. Director frustrado de documentales sobre grupos pequeños. Generación vacía.

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