Obviamente, algo bien: Cala Vento rompen su techo en Barcelona
Cuando quedan segundos para que tu banda favorita comience a tocar en una sala abarrotada se tiene una sensación extraña. Una sutil tranquilidad nerviosa, o un nerviosismo tranquilo y cercano. El tiempo se dilata entre las manos que no sabes dónde poner y una mirada incapaz de detenerse en un solo punto. Comienza el concierto, parpadeas y estás en volandas aplaudiendo el último acorde. Cuando todo acaba el tiempo se vuelve a hacer dueño de todo lo que te rodea y a veces, necesita una semana para poder expresar qué ha pasado. Algo así ocurrió a los presentes del concierto de Austin TV y Cala Vento en la barcelonesa sala Paral·lel 62 el pasado sábado.
Cual combate estelar, Austin TV llegaron a la Ciudad Condal dispuestos a hacer del escenario su Arena México. La banda, enmascarada al más puro estilo de Los Villanos, dio un recital de cinco estrellas sobre las tablas sin necesidad de más encordado que el que tapaba su rostro. El post-rock instrumental de lxs mexicanos recordó al maravilloso concierto que apenas unos meses antes ofrecieron Nordic Giants en la misma sala. Sus canciones son pura cinematografía; la progresión y armonía de los instrumentos crea una serie de escenas de cine mudo sobre el escenario consiguiendo pasar del júbilo a la emoción en cuestión de segundos con unos cambios de ritmo apasionantes. Las pocas palabras que entre canción y canción expresan a modo de agradecimiento forman un discurso lo suficientemente férreo para recibirles con honores en los próximos conciertos que seguirán realizando en Barcelona. Un auténtico descubrimiento.
El telón rojo cubría de nuevo el escenario tras el concierto de Austin TV y en el ambiente, la sensación era de momento especial. Paral·lel 62 colgaba en sus puerta un cartel de sold out para una Casa Linda en la que todo el mundo fue bienvenido. La cortina se desplazó, y con los primeros gritos entre los presentes, Cala Vento lo volvieron a hacer: pararon el tiempo. Puede que incurramos en la exageración, e incluso en la hipérbole, y que Nuevas Frecuencias persiga al dúo catalán allá por donde va como paparazzis de lo sonoro, pero ser testigos de noches como la del pasado sábado, no se olvidan.
En mi cabeza, Aleix Turón y Joan Delgado comienzan los conciertos de ‘Casa Linda‘ (Montgrí, 2023) cantándose el uno al otro ‘Más que satisfechos’ como ocurría antaño con ‘Antes de él‘ a modo de victoria. No hizo falta orfeón o coral para sustituir a los Gospelians de Girona, pues el grito unánime de todos los presentes no paró de retumbar en la sala desde el inicio hasta el final del concierto. Cala Vento siguen demostrando tener «canciones de sobra». Los temas escogidos para dar comienzo al concierto fueron como estos menús en los que puedes ir degustando toda la carta de un chef de estrella michelín, y aunque quieres más, sabes que después viene el principal. La discrografía de los catalanes es lo suficientemente nutrida como para arrancar pasando de ‘Isabella Cantó‘ a ‘23 Semanas‘, tocando la poco frecuente ‘Sin apenas conocernos’, toda una agradable sorpresa, o clásicos como ‘Unos pocos y otros tanto‘ o los hits ‘Gente como tú‘ y ‘Un buen año‘ del «Balanceo«. Ser fan de estos dos es muy difícil, porque echas de menos ‘Todo‘ o ‘La Comunidad‘ y a la vez sueñas con un concierto el que volver a invitar al baile a canciones como ‘Arquitectura‘ o ‘Liquidación total‘. Ojalá los conciertos de Cala Vento duraran 4 horas.
La puerta de Casa Linda se abrió de par en par y todas las luces dibujaban un bienvenido. El dúo catalán interpretó íntegramente su último disco y resultó gratificante ver como fueron acompañados por el público en todos y cada uno de los temas, desde ‘¿Qué hay del placer?‘ a ‘Tu Lugar‘. Era una de estas noches de sacar la cubertería buena y descorchar el mejor de los vinos, pues los invitados a esta celebración eran de los que siempre son bien recibidos a casa nostra. Ovación a Gorka Urbizu cuando éste subió al escenario para interpretar ‘Passar pantalla‘ y aplauso total para un Lluís Gavaldà que acompañó al dúo en su versión de ‘Pau‘, de Els Pets. Cumplir una década en la música contando con el respeto y admiración de los mayores iconos de la música en euskera, catalán y castellano (¡Viva Amaral!) requiere trabajo, pero, sobre todo, requiere pasión.
Parte del éxito es la humanidad y sinceridad que se refleja cada vez menos habitual en los espejos de la cultura. Parece que ahora si no bailas, cantas, haces espectáculo, tocas, saltas, tomas un cubata, dos, tres y vuelves a cantar, no eres un artista total. Lejos de esta definición están los Cala Vento, quienes, sin embargo, no podrían encajar más en la idea de artista. Los pogos se transformaron en abrazos a mitad de concierto, cuando el convo de ‘No hay manera‘, ‘La importancia de jugar al baloncesto‘, ‘Casa Linda‘ y ‘Fin de ciclo‘ dejó a más de un corazón tiritando. Orfebres de los sentimientos, las manos de Cala Vento han salvado a más de uno de los presentes.
Los últimos compases del concierto fueron en cuarta marcha. Greatests Hits con ‘Abril‘ e ‘Isla Desierta‘ acompañando a ‘Ferrari‘, ‘Equilibrio‘, y ‘Teletecho‘. En menos de un año Casa Linda ha conseguido forjar un fin de fiesta sólo con sus canciones sin necesidad de mirar demasiado atrás. Y aunque conviene no olvidarnos del pasado, noches como esta demuestran que Cala Vento no tienen tampoco que mirar hacia delante, sino hacia arriba, donde el horizonte parece no dejar de crecer y crecer. Aleix y Joan, Joan y Aleix hace tiempo que dejaron de comer techo para no dejar de elevarlo. Suena ‘Contigo‘, todos bailamos felices y nos vamos a casa. Jornada de reflexión. Será difícil superar una noche como esta. Obviamente, más que algo bien.
Wrestler con gafas. Director frustrado de documentales sobre grupos pequeños. Generación vacía.