Rufus T. Firefly y Shego nos regalan una noche mágica en el Tierno Galván
Volvemos al mítico parque de Madrid para disfrutar de dos grupos que ya son historia de la música nacional como parte de la programación del ALMA Occident Festival
Volver al Tierno Galván siempre es volver a casa. Situado en el barrio de Arganzuela, prácticamente el centro de Madrid, el auditorio del parque Enrique Tierno Galván se ha convertido ya en una meca de la música en directo, especialmente en estos meses de verano. Ha sido la casa del Festival Tomavistas durante muchas de sus ediciones, y regresar siempre tiene cierto aire de nostalgia. Es una atmósfera única, y sin duda perfecta para disfrutar de conciertos de la índole de Shego y Rufus T. Firefly.
Este 2025 contábamos con una nueva propuesta: el ALMA Occident Madrid, también llamado directamente ALMA Festival y patrocinado en cualquier caso por dicha aseguradora. Un festival que nos trajo entre los días 19 de junio y 2 de julio a artistas nacionales e internacionales a este parque tan acogedor, donde cualquier concierto se vuelve mágico. El pack de Rufus y Shego era clave, y pudimos disfrutarlo el pasado domingo 22 de junio.
Las puertas abrieron media hora antes de que comenzase el festival, y la gente se acomodó entre las gradas de piedra del auditorio, las terrazas cercanas a la barra o las primeras filas frente al escenario — eso sí, a pleno sol. Previstas de abanicos y agua, poco después arrancaba el concierto de Shego, que sin duda fue una experiencia surrealista al mezclarse todo el calor y el sol que hacía en el parque con la energía que el trío madrileño evoca sobre el escenario, que inevitablemente contagia al público.
El trío formado por Maite, Raquel y Charlotte (acompañadas de Elena de Vicente Calderón a la batería) — es decir, Shego — venían presentando su segundo larga duración, «No lo volveré a hacer» (2025), que apunta a ser uno de los discos del año. Ya lo habían estrenado en una Riviera a rebosar a principios de año, pero a Madrid siempre le toca una segunda tanda de Shego: su público nunca se cansa de verlas. Y es lógico, pues sus conciertos son un viaje astral por un mar de sentimientos. Este nuevo disco en concreto explora las fases y emociones que conlleva una ruptura, y sus letras se sienten muy personales. Abrieron con ‘Un secreto‘, tema incluido en este último disco pero que llevan utilizando como primer tema de sus conciertos desde hace más de un año. Dura apenas minuto y medio, y se hace corto, pero es de sus canciones más intensas. Un minuto y medio de concierto y Shego ya habían conquistado el Tierno Galván.
Siguieron con una setlist bastante variada, tocando prácticamente todo este último disco en su totalidad, pero incluyendo obviamente alguno de sus temas más clásicos como la mítica ‘oh boi‘, single de su primer EP «Tantos chicos malos y tan poco tiempo» (2021), que parece ser que ha vuelto a reeditarse en vinilo pues lo vendían en el puesto de merchandising. La setlist también contaba con temas de su otro álbum, publicado en 2023, «SUERTE, CHICA» (2025). Entre ellos, ‘Estoy cachonda‘, ‘Peggy Lee‘ o ‘Lucky‘; sumados a ‘Qué voy a hacer‘, su colaboración con Natalia Lacunza.
Hablando de terceras personas, también sonaron dos icónicas covers de Shego, disponibles en Spotify, ‘Merichane‘, versionada en el «Reputa» de Zahara, y ‘¡Viva!‘, primera versión del disco homenaje a Los Punsetes que pudimos conocer el pasado año en el recopilatorio «Que le den por culo a tus amigos». Ambas versiones, adaptadas al estilo de Shego de una manera de lo más única, original e identificable; sonaron sobre el escenario del Tierno.
De entre las covers no volvimos a escuchar ‘Pobre diabla‘ de Don Omar, tema que antes siempre versionaba el grupo con Raquel al micro. Tampoco sonó ‘Pablo‘, otra cover disponible en plataformas; esta vez de ‘Paul‘ de Big Thief, y que es una de las mejores adaptaciones que se han hecho nunca al español de una letra en inglés. No obstante, esta sí que aparecía en el setlist, a pesar de que al final no pudiéramos escucharla, por desgracia.
Y es que resulta que el concierto fue bastante corto de tiempo. Cuando iban a terminar, faltaban por sonar ‘Vicente Amor‘, ‘Curso avanzado de perra‘ y ‘Te mataré‘, su colaboración con Aiko el Grupo. Aunque el tiempo corría en su contra, el trío intentó hacer todo lo posible por marcarse un speedrun y poder tocar los dos primeros títulos mencionados de seguido, pero al final una vez terminaron con ‘Curso avanzado de perra‘, no quedaba tiempo para ‘Vicente Amor‘.
Sonó la música de cierre, que ni siquiera fue su mítica ‘Steak Tar Tar‘ con la que cierran los conciertos. El chiringuito se cerró demasiado pronto, resultando en el único concierto de Shego que he visto en el que no ha sonado ‘Vicente Amor‘. Y eso que las habré visto como quince veces.
Además, cabe mencionar que aquella tarde-noche en el Tierno Galván fue la última vez que pudimos escuchar ‘fumas?‘ en directo. Una de sus canciones más icónicas, sobre la que ellas mismas bromearon «todo el mundo dice que nuestra única canción es ‘Vicente Amor‘, pero es mentira; nuestra única canción es esta». Es de sus primeros temas, al igual que otros como ‘meperd0nas‘ o ‘la kiero a morir‘, que siguen petándolo en sus conciertos. Pero según Shego, ya va siendo hora de dejar de tocar esta en concreto; así que en principio tuvimos la oportunidad de escucharla por última vez en directo en un entorno tan mágico.
Tras el concierto de Shego hubo un parón bastante grande. Y es que la infraestructura que requiere el show de Rufus T. Firefly no es moco de pavo. Fue un parón de más de media hora, pero agradable pues coincidió con el anochecer. Cuando ya estaba todo listo, el ambiente se calentó de la forma más original que he visto nunca: con música del «Plantasia» de Mort Garson, un álbum electrónico hecho para plantas que data de 1976. Perfecto para el Tierno Galván, pues la estética de macrofestival del Alma Festival se encontraba en el corazón de uno de los espacios verdes que se conservan en Madrid.

Rufus es a día de hoy una de las bandas más reconocidas en el panorama nacional, con música cargada de potentes instrumentales y letras que llegan al corazón. No obstante, cabe destacar las instrumentales una vez más, pues la mayoría de los asistentes no cantaban las canciones, y simplemente venían a disfrutar de la experiencia que es todo el conjunto de sonidos que ofrece la banda. Se formaron en el municipio madrileño de Aranjuez en 2006, y lo componen Víctor (vocalista y guitarra), Julia (batería), Carlos (guitarra), Juan (percusión, —sí, Rufus es uno de esos grupos con dos baterías sobre el escenario—), Miguel (bajo) y Marta (teclado).
Con seis álbumes a sus espaldas, este concierto en el Tierno se dedicaba especialmente a presentar su trabajo más reciente, un larga duración titulado «Todas las cosas buenas», que salió a la luz en abril de este 2025 y ha sumado una milestone más en su ya mítica trayectoria.
Sobre el escenario, una gran estructura que dejaba a los miembros de la banda — que no son precisamente pocos — colocados en perfecta armonía. Armonía sería de hecho la palabra con la que definiría todo su concierto. Si con Shego veníamos viviendo un viaje astral de rabia y sentimientos encontrados tras una ruptura, con Rufus viajábamos por otro plano de otra galaxia. Una experiencia sonora inigualable, que no puede disgustar a nadie y que sorprende a todos.
Aunque el concierto fue largo — que no pesado, en absoluto — la setlist la componían sólo 14 canciones; y es que la longitud de las mismas y las elaboradas transiciones entre ellas que dan lugar a esa atmósfera tan única y característica del grupo hacen que la duración aumente inevitablemente. Comenzaron su concierto sobre un fondo amarillo mientras sonaba ‘El coro del amanecer‘, tema incluido en el disco que estaban presentando.
Y es que los colores proyectados en la pantalla que tenían de fondo, en lugar de hacer uso de cámaras en directo o cualquier otro tipo de visuales, daban mucha personalidad al show. Iban cambiando dependiendo de la canción, y contribuían a esa atmósfera tan única que se cernía sobre el Tierno Galván aquella noche. Con el color amarillo sonaron cuatro canciones, de las cuales la última fue ‘Lafayette‘, parte de su disco anterior, «El largo mañana» (2021). Tras ella, un solo de batería a cargo de Julia, ambientado con un fondo negro que indicaba en cualquier caso un cambio de color de cara a la próxima canción. Y de tal manera, pasamos del amarillo al rosa, para luego pasar a una especie de azul cian.
La última canción azul fue ‘Dron sobrevolando Castilla-La Mancha‘, también parte de este nuevo disco. Tras ella, uno de los momentos más emotivos de la noche: ‘Canción de Paz‘ (también de este disco). Fue la undécima canción de la noche, y la primera para la cual Víctor pronunció unas palabras en toda la noche. La primera intervención no sucedió hasta entonces, para poder presentar ‘Canción de Paz‘. Fue tan especial que sólo este tema tuvo su propio color, que no podría ser más adecuado: el blanco. «Gracias por venir, somos Rufus T. Firefly, venimos desde Aranjuez con amor«, fue la introducción que el cantante del grupo hizo previa a agradecer a los organizadores del festival, público y por supuesto a las Shego por la noche que estábamos viviendo. «Hicimos este proyecto para que la gente tenga las canciones de Rufus cuando las necesite». ‘Canción de paz‘ era perfecta para este momento. Comenzó con una intro de guitarra, y según Víctor, es «muy apropiada para los tiempos que corren». Toda la razón. A todo.
Del blanco pasamos al rojo, irónico color de la violencia superada la pureza del pacífico blanco. Dos canciones fueron acompañadas de este color: ‘Sé dónde van los patos cuando se congela el lago‘ (de su álbum de 2021) y ‘Río Wolf‘ (parte de «Magnolia», de 2017). Para la última canción, ‘Nebulosa Jade‘, hubo un último cambio de color, pero esta vez repetido. Volvió a salir ese azul cian que estuvo presente sobre el escenario hasta que lo barriese el blanco de ‘Canción de paz‘. Previo a esto, sobre el tradicional fondo negro que indicaba el cambio de color, un momento instrumental bastante shoegaze. Nos habíamos trasladado por un momento a un concierto de ambient.
Con este último tema, que también pertenecía a ese «Magnolia», de 2017 terminaba un concierto de lo más emotivo y envolvente, que hizo un muy buen contraste con la energía caótica y perfecta de Shego. Al terminar, la pantalla dejó de proyectar colores para proyectar algo que no había visto nunca antes, pero que me pareció de lo más importante en conciertos de grupos de un tamaño como el de Rufus. Como si de una película se tratase, se proyectaron unos créditos finales con los nombres de todo el staff de la banda: desde los mayores puestos hasta los más minoritarios, que muchas veces quedan relegados a un segundo plano y olvidados por las grandes empresas y estructuras de la industria musical. Tras ello, el logo de la banda, que ponía punto final a una noche inolvidable en uno de los rincones más mágicos para la música en Madrid.



