Cigarettes After Sex envuelve en intimidad al WiZink Center
Así fue el sold out de Cigarettes After Sex por su gira X's en Madrid
Correría el año 2012 cuando escuché por primera vez un tema de Cigarettes After Sex. Probablemente, en algún vídeo de YouTube, con una mala traducción de ‘Nothing’s Gonna Hurt You Baby‘. O quizás los descubrí en algún post de Tumblr… En aquel entonces, lo que más me enganchó a esta banda estadounidense fue su capacidad inherente de transportarme a un momento de calma y de amor profundo. A esa sensación de estar mirando a los ojos a la persona de la que te has enamorado, con el corazón en la garganta y los ojos humedeciéndose de la felicidad. Eso es lo que siempre había provocado este grupo en mí. Y ayer, 20 de noviembre del 2024, tuve la oportunidad de experimentar una catarsis emocional en un WiZink Center sensible, íntimo y respetuoso.
Hacía cinco años que Cigarettes After Sex, la alineación liderada por Greg González, no pisaba Madrid. Si mal no recuerdo, fue en el Tomavistas 2019. Con tanto tiempo de por medio, y con una reciente viralización de algunos de sus temas en plataformas como Tik Tok, el público que llenó el Palacio de los Deportes de la capital resultó ser más joven de lo que esperaba. La mayor parte de las 16.000 personas que llenaron el lugar era femenina e, incluso, iba acompañada de sus padres. Adultos que disfrutaron del espectáculo tanto como ellas. Porque, sin duda, las sensaciones que transmiten estos músicos son intergeneracionales: ¿Quién no se ha enamorado, ha perdido a alguien o ha deseado poder hacer algo de una forma diferente?
El concierto comenzó puntual, con Greg Gonzalez, Jacob Tomsky y Randall Miller llegando con calma y elegancia a sus posiciones. Inauguraron la noche con ‘X’s‘, canción que da nombre a su último álbum, lanzado en julio de este mismo año (y al que se debe esta gira). Le siguen ‘You’re All I Want‘ (uno de sus clásicos, que hoy supera los cuatro millones de escuchas en su canal oficial de YouTube), ‘Dark Vacay‘ y ‘Pistol‘. En este último tema es el primer momento de la noche en el que el público hace vibrar, de verdad, al WiZink Center.
Tener el lujo de vivir un concierto de Cigarettes After Sex es poder experimentar en tu piel, durante una hora y media, una revolución de sentimientos cargados de adoración, de nostalgia y de esperanza. El show es una dedicatoria de amor. Se siente como si los músicos te estuvieran dedicando a ti, entre toda la gente, los versos de ‘Nothing’s Gonna Hurt You Baby‘, y tú decides creerles. Porque… ¿Qué otra manera hay de seguir adelante, si no es confiando en el futuro que se nos presenta?
Greg se pasea por el escenario con unos movimientos etéreos, relajados y gentiles. Enloquece al público, en pista y en gradas, pero se mantiene estoico en su presencia, frágil y marmórea a la vez. Tras unas breves palabras de agradecimiento a Madrid, introduce ‘Dreams From Bunker Hill‘. Durante estos casi cuatro minutos todo el mundo puede apreciar y comprender lo que hace tan especial a este grupo: la unión de la voz melódica y personal del frontman; y el poder, la importancia y la claridad de la instrumental, guiada por Tomsky y Miller.
‘Tejano Blue‘, ‘Sesame Syrup‘ y ‘John Wayne‘ abren paso a la irrepetible ‘Cry‘, una de sus canciones más aclamadas, y que se presenta con una cascada de fondo y unas imágenes en su característico blanco y negro. Si te atreves a cerrar los ojos durante esta canción, seguramente consigas volver a ese momento de tu vida en el que tuviste que dejar ir a alguien a quien amabas profundamente, a pesar de que vuestros caminos se tuvieran que separar. Esas despedidas, ese sentimiento de compasión, de empatía…, el calor de la genuinidad, es lo que hace que uno conecte tanto con sus canciones.
La noche continúa con ‘Sweet‘, ‘Sunsetz, ‘Heavenly‘, ‘K.’ y ‘Young and Dumb‘. Hacen un rápido pero preciso recorrido por algunos de los temas de sus tres álbumes de estudio. Y, entonces, las primeras notas de ‘Apocalypse‘ suenan entre los gritos de un WiZink eufórico. Y mi yo adolescente (y la adulta) se siente en una nube por tener la suerte de presenciar ese instante.
El repertorio acaba con ‘Opera House‘, dejándonos con un sabor a poco. Deseando que no fueran tan puntuales y tan correctos, no solo en sus movimientos, sino también en el cumplimiento del horario. Bajo las escaleras y salgo con dirección a O’Donell. Las calles que rodean el Palacio de los Deportes están llenas de gente vestida de negro, con cuero y purpurina, con el corazón lleno por el regalo que los texanos nos han hecho aquella noche. Reviso mis notas, y me encuentro pensando en bucle: «Qué cabrones… No han tocado ‘Don’t Let Me Go‘. Habrá que volver a un concierto suyo». Si tenéis la posibilidad de hacerlo, no os arrepentiréis.
Foto de portada de Sharon López
Vivo por y para la cultura. De pronto me ves en medio de una lluvia de pogos que cantándote las canciones de Nino Bravo. Siempre nos quedará la música.