Decir adiós a Muro María
La banda celebraba su último concierto el 25 de octubre en la sala Maravillas
Decía la escritora Elizabeth Bishop que el arte de perder se domina fácilmente. Que hay que acostumbrarse a perder las llaves, las horas, las casas que amamos y a las personas que se van. Elizabeth Bishop nunca escuchó Muro María, no tuvo ese placer, pero sabía bien de lo que hablaba. Cuando me enteré de que Muro María ponía un punto final al proyecto, me sentí algo huérfana, no me lo esperaba. No volver, dejarlo… Siempre me parece que tener un grupo es como tener una relación de pareja, implica compromiso, cuidado, tiempo y una comunicación esmerada. Pero saber marcharse es un arte, saber irse es igual de importante que empezar algo. A veces soltar es la clave, como diría mi abuela, y tal vez la tuya, «cuando Dios cierra una puerta abre una ventana«. Es bonito dejar un proyecto en el momento justo, en el momento álgido, porque no lo ves envejecer, pudrirse, repetirse.
Rubén, Jorge, Andoni y Claudia, empezaron Muro María en un garaje de Alicante. Sacaron su primera canción en 2021 y dos años después, el miércoles 25 de octubre de 2023, dieron el último concierto del grupo. Fue en la sala Maravillas, donde tocaron por primera vez, miento, antes tocaron en un colegio mayor… pero me entendéis. Como podéis imaginar, el sold out fue escandaloso y la emoción palpable. Entre conocidos, amigos, y fans con pancartas se creó un ambiente íntimo, tan cercano que de los empujones se tambalearon varios micrófonos. El concierto fue conmovedor, el público inmerso completamente en las canciones, el pogo, los gritos y los aplausos. Todos sabíamos que era la última. La última vez que Rubén bromeaba al lado de Andoni, la última vez que escuchábamos su impecable directo y que cantábamos con ellos sus canciones. Es una sensación agridulce, pero poder estar, disfrutar de ese momento con ellos, tuvo más valor que la poca lástima que nos quedaba después de la sudada.
El concierto estuvo lleno de emoción de principio a fin, el público cantó todas las canciones a pleno pulmón. En sus estribillos más célebres la voz de Claudia dejaba de oírse, pero no le puedes pedir otra cosa a un público entregado, comprometido y huérfano. Rubén, presa de la emoción que provocan las despedidas, se adueñaba del micrófono entre canción y canción para hacer alguna de esas bromas que hurgan en la herida. Al final del concierto el público le levantó en volandas con guitarra incluida, breve momento de delirio colectivo. Como músicos son maravillosos, cada uno excelente en lo que hace. Dentro de pocas semanas, así lo anunciaban en la Sala Maravillas, saldrá su última canción, y Claudia advertía de que era su favorita. Una canción que habla de un final, irónicamente.
Siguen su camino Jorge, Andoni, Claudia y Rubén, involucrados en otros proyectos. Y qué bien. Echaremos de menos el directo de Muro María, pero está bien así. No nos ha dado tiempo a ver el proyecto fallar, envejecer mal… Breve, si bueno, dos veces bueno. Ya lo decía Elizabeth Bishop con eso de que aprender a perder, acostumbrarse a la pérdida, es un arte como cualquier otro. Y no ocasionará el desastre.
Me llamo Lola. Hago el grado de Estudios Culturales en la Universidad Carlos III de Madrid. Soy fotoperiodista a tiempo parcial. Aquí puedes leerme y ver mis fotos.
