El Festival Gigante celebra diez años en su edición más eléctrica
El Festival Gigante es uno de esos eventos del panorama nacional que reúne año tras año a fieles seguidores que, lejos del mundanal ruido, buscan ver a sus grupos y artistas favoritos en un entorno más familiar e íntimo. Hoy vamos a hacer repaso de lo más destacado, lo que más nos ha gustado de esta décima edición y, por supuesto, de lo que menos. ¡Allá vamos!
- La organización: no lo tuvieron nada fácil y supieron estar a la altura de las circunstancias. O dicho de otro modo, lo hicieron lo mejor que pudieron con los medios que tenían. Se había anunciado una DANA para el fin de semana del Festival Gigante, lo cual puede traducirse en que «te caiga la mundial» o tengas suerte y te libres. En Guadalajara se vivió la primera opción. Lo cierto es que ningún festival del panorama nacional tiene una bola de cristal para saber el tiempo que hará en el momento que lo organizas… así que cuando llega el momento sólo quedaba mirar al cielo, a la AEMET y a todos los portales y radares meteorológicos. El viernes a eso de las 22:00 h. el cielo se cerró de lleno y las primeras gotas empezaron a caer. Rayden se aferró al escenario en el que fue su último concierto en la Alcarria y, entre truenos y rayos, se suspendió el concierto y lo que quedaba de jornada. Los presentes buscaron cobijo donde buenamente pudieron: las gradas, las carpas de publicidad, los baños y las casetas que las peñas tienen ya montadas para las fiestas de Guadalajara. 80 litros en dos horas. La organización actuó rápidamente: adelantaron los buses lanzadera, habilitaron espacios para que la gente se resguardase e informaron en todo momento de cualquier novedad, sobre todo a través de su canal de Telegram.
- El ambiente: como decíamos al principio, el Festival Gigante se caracteriza por su ambiente íntimo y recogido. Para ejemplificarlo de algún modo es como si en un mundo lleno de WiZinks, te encontrases con un concierto de salas, pero además lleno de grandes nombres y sorpresas. Esto, además, se traduce en un público respetuoso, diverso y de todas las edades. No es raro encontrarse a los más pequeños correteando por el estadio Fuente de la Niña, donde tienen la zona infantil, un espacio propio donde pueden jugar con otros peques o con Ziggy, la mascota del festival. A los más mayores los puedes ver en primera fila dándolo todo con Dorian. No es un festival masificado: no hay grandes colas, en todo momento sientes que estás cerca del escenario y cenar no es una pesadilla… Vaya, un festival donde se puede estar y disfrutar.
- El directo de The Vaccines: en su décimo aniversario el festival ha querido dar un salto de calidad hacia el lado internacional de la música. La presencia de The Vaccines en el cartel fue una grata sorpresa que daba la oportunidad de ver a una de las grandes bandas del brit-pop en el ambiente íntimo que comentábamos unas líneas más arriba. Los londinenses hicieron gala de su directo lleno de calidad. Quien los conozca sabe que sus canciones están cargadas de guitarreo y letras fácilmente coreables, pues es que en directo suenan exactamente igual. Además Justin Young ejerció de frontman por todo lo alto, chapurreó castellano y se metió al público en el bolsillo. Un público que, definitivamente, se volvió loco con temazos como: ‘If You Wanna’ o ‘I Always Knew’.
- El vermú: si hay algo que se les dé bien a los arriacenses es el vermú, el Festival Gigante lo sabe y prepara sus sesiones de mediodía con mucho mimo. Por la Plaza Mayor pasaron nombres como Ángela González, King Sapo o Carmesí, quienes tuvieron que adaptar su puesta en escena a las inclemencias meteorológicas con un concierto acústico. Pero los bares de la zona se supieron adaptar y sacaron a la calle a sus mejores DJs, ofrecieron paella y lo que denominaron «precios populares». Para gente como esta humilde redactora que lleva viendo la evolución de Guadalajara desde una muy temprana edad, ver sus calles llenas de gente disfrutando al son de temazos de Lori Meyers o Supersubmarina, no deja de ser toda una celebración.
- Las despedidas: en esta edición del Gigante había dos grandes nombres que aprovechaban su visita para despedirse de los escenarios: Niños Mutantes y Rayden. Los de Granada hace treinta años que se subieron a un escenario por primera vez y durante todo este tiempo han acompañado a toda una generación con su música. Como ya anunciaron el pasado noviembre de 2023, para ellos es hora de una retirada que les permita seguir disfrutando desde el otro lado. Aunque aún les quedan sus dos conciertos de despedida, su paso por el Gigante les permitió despedirse de los festivales y de buena parte de sus fans. Lo propio hizo Rayden, aunque su concierto tuvo que terminar prematuramente muy a su pesar. El artista madrileño anunció que dejaba la música en pleno pico de popularidad para centrar toda su energía en otros proyectos, el más importante de todos: su hijo Diego. Y aunque las despedidas pueden ser amargas, hay una realidad irrefutable en ellas: quien se despide de un escenario lo hace porque tuvo la oportunidad de subirse y de hacernos felices durante algún tiempo.
- El futuro: hablemos del futuro, de los nuevos (y no tan nuevos) nombres, de la energía arrolladora de las nuevas bandas. ¡Madre mía! Samuraï, Malmö 040, Besmaya, Melifluo, Repion… los menos veteranos del Gigante fueron, sin lugar a dudas, una de las sorpresas más gratas. Samuraï ofreció un precioso directo, íntimo y sobrecogedor. Malmö 040 subieron a disfrutar, a pasárselo en grande y hacer esa oda a la amistad que sólo ellos pueden hacer marcándose ‘Matar la pena’ con Besmaya. Por su parte, Melifluo abrieron la jornada del viernes y lo hicieron arropados por un público que se entregó a los de Baeza desde la primera canción, regalando además un aplauso ensordecedor a Jaime Gandía. Pero nuestras favoritas, sin lugar a dudas, fueron las cántabras Repion. Con su grunge-pop y su estética girly, nos dejaron sin palabras.
- El pasado: ojo, igual de importantes son los que vienen, como los valientes que han estado y que han hecho que el panorama musical español esté en la buena forma en la que está a día de hoy. Uno de los grupos que tienen gran parte de responsabilidad en esto es Dorian. Los de Barcelona siguen en plena forma y lo demuestran en un directo enérgico y brillante en el que hacen un repaso a los grandes temas de su carrera con himnos como ‘La tormenta de arena’ o ‘Paraísos artificiales’.
- La experiencia: hay quien dice que los festivales son como un parque de atracciones para adultos… y puede ser, pero, ¿hay algún problema en ello? En el Gigante podías ver música en directo, pegarte la fiesta más grande con Ojete Calor, encontrarte con viejos amigos, probar unas estupendas croquetas de gamas al ajillo e incluso hacerte un tatuaje (@thetattoovan). Sinceramente, cuando llegas a una edad en las que las discotecas se han convertido en territorio ligeramente hostil, agradeces tener un lugar al que ir cuando quieres divertirte.
- El mamarracheo: esto puede ir ligado a lo anterior, pero cuando decíamos que te podías pegar la fiesta más grande con Ojete Calor es que literalmente es así, con ellos y con Ladilla Rusa. A los primeros les tocó cerrar la jornada del sábado en el escenario Gigante, lo hicieron por todo lo alto con megatrón, pirotecnia y mucho humor. En su estilo, vaya. Ladilla Rusa por su parte lo tuvieron algo más difícil. Fueron los encargados de montar la fiesta en la jornada del jueves, donde se acusó en la asistencia de público que el día siguiente era laborable, pero Tania y Víctor cumplieron por todo lo alto, con su show reivindicativo y lleno de grandes temas.
La verdad es que tras este análisis, en el que seguro que nos hemos dejado algún must atrás, sólo hay una cosa que podemos decir que no nos gustó del Festival Gigante: la lluvia, y, como consecuencia, perdernos a Iván Ferreiro y a Carlangas.
Queremos terminar este repaso danto las gracias desde aquí a todos los equipos, propios del festival o de los artistas, que lo dieron todo para que siguiésemos disfrutando. Gracias a los equipos de emergencia, a los equipos de limpieza, camareros y camareras, técnicos y un largo etcétera. Gracias de veras, porque el nivel de agua que vimos en Guadalajara este finde no lo habíamos visto nunca y sabemos que resurgir de entre el barro, no era tarea fácil. Solo nos queda una última cosa que decir: ¡larga vida al Festival Gigante!
Extremeña afincada en Madrid desde hace demasiados años. Me gusta escribir, así en general, pero sobre todo de música y libros.