La Santa Trinidad de Siloé: vida, obra y milagro en La Riviera

/ septiembre 28, 2025/ Crónicas

Jueves 25 de septiembre de 2025, el otoño ha empezado hace unos días y en Madrid se empieza a notar. Las temperaturas son más frescas, ya hay hojas por el suelo y la vida en la ciudad ha vuelto a su rutina. También la agenda cultural y musical. En un jueves como otro cualquiera podías elegir entre ver a Soleá Morente en Marilians; a Rusowski (con aparición estelar de Las Ketchup) en el Movistar Arena o, el que fue nuestro plan, a Siloé en La Riviera. En la que era la primera de sus tres noches en la capital.

La cita se fijó en las 21.00 h., pero una hora antes las primeras filas ya estaban abarrotadas, otros prefirieron hacer tiempo tomando algo en los bares de Virgen del Puerto. Eso sí, la mayoría de ellos uniformados con su camiseta: «¿Por qué no mandamos a todos a tomar por culo?«. La Riviera se llenó por momentos y el ambiente empezó a tornarse en esa impaciencia tan guay de los conciertos, esto se notó especialmente cuando el grupo se retrasó algunos minutos de la hora prevista.

Algo que se olvidó al instante cuando empezaron a sonar las primeras notas de un violín eléctrico. Quien haya estado en algún concierto de Siloé, sabe que se empieza con ‘La Verdad’, con Fito en la zona de los técnicos de sonido, con armónica y guitarra como único acompañamiento. En esta ocasión no fue así, Marino Saiz fue el encargado de abrir lo que sería la promesa de una noche espectacular con un solo de violín magnífico. A su lado, emergió de entre las sombras Fito Robles. Lo hizo en la barra de las palmeras, arropado por una Riviera llena hasta la bandera, entre vítores y aplausos. Desde allí tocaron la ya mencionada ‘La Verdad’ y ‘Sangre’, ese tema que cantan junto a Viva Suecia y que llena el cielo con ese «¿Por qué no empezamos haciendo las cosas bien?«. Esta segunda nadie la esperaba y fue una grata sorpresa en la que el público acompañó dejándose el pulmón. 

En ese impás entre ese abrir de boca y lo que está por llegar, la euforia colectiva acompañó a la banda en su salida «oficial» al escenario. Y no hubo tiempo para pensar. De golpe llegaron ‘Sangre en las venas‘, ‘Si me necesitas llámame‘, ‘Reza por mí‘ y ‘Las Palabras‘, el último tema de la banda. Así, de lleno, sin respiro, con la energía que caracteriza al grupo. Con papelillos en las primeras canciones. Esto promete. 

Salgo del barullo y me voy a por una botella de agua, por la que me soplan la barbaridad de cuatro pavos. Debe ser agua bendita, así que me la bebo de un trago y a seguir. Ahora sí, Fito se toma unos momentos para saludar al público. Y cuenta que hay muchos motivos para vernos esta noche aquí, uno de ellos es dejar de ver al público a cincuenta metros en festivales, que echaban de menos sentir a sus hermanos y hermanas de cerca. Aprovechan esta primera intervención para condenar «lo que está pasando en las franjas de este mundo». Y anuncian ‘La Oposición‘. 

Tras un breve agradecimiento a la confianza que Vibra Mahou depositó en ellos cuando más «jodidos» estaban, suben Carolina y Ana, las integrantes de Marlena, al escenario para cantar ‘Esa estrella‘. Una colaboración bonita, de esas que llenan de magia el escenario. 

Tras esto, Jacobo, batería de la banda, se marca un solo que deja a los presentes completamente extasiados. En esas me encuentro con una compañera de trabajo que apenas conocía a Siloé y me alegra ver que está participando de la euforia colectiva. Me comenta que Fito le parece un frontman de los que buenos. La verdad es que sí, la evolución de la banda en los últimos años ha sido brutal y aunque el que más destaque sea él, lo cierto es que tanto él, como Xavi y Jaco han consolidado muchísimo su puesta en escena. 

Me saca de mis pensamientos Fito, precisamente, que anuncia un nuevo tema que aún no ha visto la luz, para lo que pide la colaboración del público guardando los móviles y disfrutando del tema. Ellos, aun con unos pocos rebeldes en la sala, lo hacen y acompañan con unos coros improvisados. La canción se llama ‘Campo Grande‘ y la verdad es que suena a ellos, suena a esas raíces tan suyas. 

Marino Saiz vuelve a salir al escenario para acompañar en ‘Súbeme al cielo‘. Se hace raro no escuchar la voz de Dani Fernández en este punto de la noche, la verdad. Entradilla para presentar la siguiente canción «desgraciadamente en muchas partes del mundo hay muchas personas que son invisibles. Se nos olvida que nadie tiene poder sobre la vida y sobre la muerte». Y cantan ‘Invisible‘, con una confesión, es la primera vez que la interpretan en directo. 

Después llega ‘Nada que se parezca a ti‘ y ese momento de subidón que es ‘Personal Jesus‘, ese tema de Depeche Mode que encaja de una manera rara, pero orgánica en el repertorio de Siloé. Esta vez es más corta de lo normal. No hay descanso, de repente nos vemos envueltos por ‘Levita y ven‘. Un pequeño amago de despedida que no cuela, y empiezan a sonar los primeros acordes de  ‘La vida que me das‘. 

Vuelven al escenario y con todo su ser Fito y Marino, que a estas alturas del concierto ya es uno más de Siloé, para tocar en acústico ‘Que merezca la pena‘. Pero ¿sabéis ese momento de la canción que da pie a un subidón?, allá por el segundo minuto de canción, cuando la letra dice «siempre soñamos con los pies lejos del suelo«, es justo ahí cuando Fito le hace una petición al público «¡¡¡Se cae La Riviera conmigo!!!«. Y sí, La Riviera cumplió, La Riviera siempre cumple. 

Y llega el que puede que fuese uno de los momentos más esperados de la noche. ‘Todos los besos‘, el himno por excelencia de la banda. Es probable que en Madrid se registrase un terremoto. Que nadie se preocupe, fue un movimiento sísmico organizado al ritmo de esta canción. Todos los presentes la saltaron, la bailaron y la corearon hasta dejarse la vida. Fito volvió a emerger en el punto de salida, en la barra de las palmeras: «Esto no hay una inteligencia artificial que te lo supere«. Y no, no la hay, porque la música en directo es irremplazable, sinceramente. 

Vuelve al escenario. Papelillos rojos y un fin de fiesta por todo lo alto. Y así termina el concierto. Con esa euforia colectiva, esa energía eléctrica que recorre las venas de quienes han estado aquí esta noche. Vuelve a sonar ‘Que merezca la pena‘, esa banda sonora de Castilla y León, banderas de la comunidad en el público y camisetas del Valladolid F.C. en el escenario. Nadie se quiere ir. Y justo cuando termina de sonar ‘Entre dos tierras‘ de Héroes del Silencio, es cuando la gente pide otra. Porque saben que ahora sí, la noche ha llegado a su fin. Aunque por delante quedan dos noches más en esta sala y el resto de una gira llena de sold out. 

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Extremeña afincada en Madrid desde hace demasiados años. Me gusta escribir, así en general, pero sobre todo de música y libros.

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