Canela Party 2023: lo que el viento se llevó, y el pitote devolvió

/ septiembre 4, 2023/ Crónicas, Destacados, Galería

El pitote es definido por la RAE, como tantos otros términos, con gran precisión: “alboroto, barullo a causa de una pendencia”. La Real Academia de la Lengua la distingue como una palabra de uso coloquial, pero créanme cuando les digo que el Canela Party profesionaliza el pitote y lo eleva al exponente de palabra formal, de primer grado en la pirámide de la diversión. Si alguien preguntara por un ejemplo de uso de la palabra, le recomendaría acudir a este festival, donde convergen todas las acepciones del término.

En el tren de vuelta a casa pensé mucho sobre el festival… “se lo contaré a mis nietos”, me dije mientras me reía por dentro. Analizándolo, sin objetividad, porque las cosas que mueven el corazón son de todo menos objetivas, se me ocurrió que esta edición de la que ya nos despedíamos parecía una de esas citas legendarias, una fecha señalada. Nunca he querido tener superpoderes pero ese domingo de vuelta a Madrid habría revertido el tiempo por volver al pitote.

Foto: Lola Alonso

El aplaudido Canela, celebrado en Torremolinos, fue fundado en 2007 y ha soportado durante 16 años las sacudidas de los macrofestivales y los carteles con nombres estratosféricos, los llenazos marcados por golpes de calor y el «peseterismo» propio de la inmensa mayoría de festivales. Lo que empezó como la broma de tres amigos ha reunido a 6.000 personas alrededor de un cartel que bien parece salido de uno de esos festivales míticos de los que todos decimos… ojalá haber estado ahí.

Podríamos hablar sin descanso sobre las virtudes del Canela Party, sobre su forma de situar a los espectadores y bandas por delante, la organización impecable que lo sostiene, la gestión del espacio a escala humana y sencilla, el sonido y la comodidad… El Canela Party eleva la oferta musical en España y la limpia de pretensiones, examina las tendencias musicales y apuesta por la calidad. No es populista. Aun pudiendo deshacerme en elogios hacia esta edición del festival, ellos mismos se adelantan y, como comunican en su redes sociales, saben y quieren mejorar: los DJs, baños… etc., hay detalles que se pueden pulir, y no dudo que se pulirán.

El miércoles, una jornada inaugural gratuita al ritmo de Alien Tango daba comienzo al festival, dejándonos un cóctel equilibrado y placentero. Propuestas nacionales e internacionales amenizaron la jornada, grupos como La Trinidad, Repion, unos Panda Bear & Sonic Boom algo desgastados… Rocío Márquez en su alianza con Bronquio provocó un silencio respetuoso y admirador entre el público. Nilüfer Yanya, de las más esperadas de la noche, se volvió repetitiva en la tercera canción, aunque la apuesta fuera segura y todos pudiéramos verlo, se convirtió en un bucle melancólico británico del que solo salía por momentos gracias a la saxofonista que la acompañaba.

Black Midi

Foto: Lola Alonso

Además de las experimentadas Karate, Dry Cleaning y Pony Bravo, el jueves el festival reunía a grandes nombres del panorama más joven, una postura sólida y capaz que pocos festivales en España han sabido hacer. Lo protagonizaba un triplete británico perfecto formado por Black Midi, Shame y Squid. Black Midi, imbatibles, haciendo gala de su virtuosismo bien entendido. Dinámicos, equilibraron a la perfección el show y el sonido, de los mejores conciertos a los que asistimos. Creo que nadie pestañeó en lo que duró el concierto, por miedo a perderse algún instante de los británicos. Más tarde, Shame, con sus himnos y las volteretas en el aire de su bajista, sumían al público en un pogo multitudinario. Tal vez no fuera extremadamente bueno a nivel de sonido, pero se les pidió show y lo dieron. Squid, conquistaron al público con su virtuosismo, sin embargo la hora no acompañó a la banda, que, con su cerebral «O´Monolith«, habría gozado de mejores condiciones en otro momento. Por no hablar de la dificultad con la que este disco debe trasladarse al contexto de un festival.

La jornada del viernes fue capitaneada por el conjunto californiano Osses, un concierto vivamente esperado que hizo las delicias de los amantes de lo rudo. Con el placer que provoca ver dos baterías sobre el escenario, extremadamente enérgicos, marcando el movimiento de los cuerpos, Osses fue uno de los placeres de este Canela Party. Sin una sola coma sobre su concierto, fueron quienes son y eso funcionó a la perfección para el público. Una buena sorpresa del viernes fue la banda inglesa Sorry, con una ejecución perfecta y unas canciones hipnóticas, una delicia por parte de cada músico de la banda, que no dejaba ningún detalle descuidado o al azar. El viernes el recinto de Torremolinos acogía también a bandas como Biznaga, Perro, Las Ligas Menores y Snail Mail, algo plomizo el set de esta última.

Sábado trágico y santo en el Canela Party 2023

Foto: Lola Alonso. Crack Cloud, que no pudieron tocar por culpa de la tormenta.

El sábado, último día del festival, conocido por su fiesta de disfraces, daba comienzo con el tropipop para celíacos disfrazados de legionarios de Alavedra. Una hora más tarde, el noise pop de la La Paloma se vestía de gamba, mientras el viento empezaba a amenazar amplificadores, micrófonos, pantallas y los disfraces del público. Era el turno de Mujeres, esperados con expectación, cuando el viento tuvo el brillante gesto de embestir las pantallas, vallas y casetas con tanta fuerza que la organización decidió desalojar el festival, con una prudencia y sentido común que los espectadores entendieron y abrazaron como una medida necesaria.

Con la esperanza de que la tormenta amainara a las horas, el público, que seguía coreando las canciones de Mujeres, fue desalojado. En una nota de prensa la organización del festival agradecía: el fantástico comportamiento de los asistentes, que siguieron en todo momento las indicaciones de los responsables del festival”. Así fue como, sin noticias de lo que pudiera pasar, 6.000 personas salieron del recinto y ocuparon los bares, calles y parkings de la zona. Muchos acudieron a un tablao flamenco a seguir con la jarana, porque dejar la fiesta aparte no era una opción. Y es que lejos de tener las caras largas, algo decía que el Canela Party no se había terminado, y aquello solo era una pequeña libertad artística. El viento sopló su set durante 3 horas, a nadie le gustó demasiado la competitividad que esta banda mostró hacia Mujeres, Triángulo de Amor Bizarro y Crack Cloud, a quienes arrebataron su lugar en los escenarios. Sin embargo, llegó la esperada noticia por parte del festival: abrirían puertas a las 00:00 de nuevo, y a las 00:45 los hijos pródigos del sábado se subirían al escenario.

Foto: Lola Alonso

King Gizzard apareció como el éxtasis tras el drama, el sol tras la tormenta y todos los símiles horteras que se te puedan ocurrir. Porque la estampa era de todo menos corriente. El agradecimiento hacia la honestidad y la gestión del Canela Party, y el alcohol de más consumido en las tres horas de parón, sumían al público en una euforia desmedida, ganas de bailar, y revivir al ritmo de los australianos. Con una sinceridad apabullante, King Gizzard puso los pies sobre el escenario, coreados, con los labios pintados de rosa y unas gorras marineras azules. El concierto se sucedió con una metralla de canciones de su último disco, pogos respetuosos pero enérgicos y atropellados… King Gizzard fueron divinos, no sé si porque en un instante creímos que no les veríamos, o por la comunión eufórica que nos arrastraba.

No tengo más palabras para hablar de esta edición del Canela Party, y sin embargo hablaría de él durante horas. Creo que lo guardaré en mi recuerdo como un momento épico, un oasis de la oferta musical y cultural en España, que tan cuesta arriba se nos hace en ocasiones. 

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Me llamo Lola. Hago el grado de Estudios Culturales en la Universidad Carlos III de Madrid. Soy fotoperiodista a tiempo parcial. Aquí puedes leerme y ver mis fotos.

Marta Fernández
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