Los Punsetes y Menta: coalición de generaciones en La Riviera
El viernes 6 de octubre La Riviera acogía a Los Punsetes, eternos favoritos, teloneados por Menta. El dúo perfecto para unir dos generaciones diferentes, con un denominador común de guitarras y letras auténticas. Un concierto especial para Menta, por estrenarse en La Riviera, pero también por ser el último concierto con Lucas Sierra, su bajista desde el inicio del grupo (hace cuatro años ya). Lucas, que hacía pública su despedida a través de un post en el Instagram de la banda horas antes del concierto, agradecía el cariño del público, y las personas con las que habían trabajado en esos cuatro años. Dejaba claro que continuaba haciendo música (La Paloma), que eterno amor por Menta y que si os veis, que saludes.
Con todo este percal encima, a los que nos gusta Menta ya íbamos con un sabor agridulce al concierto. Era el último de Lucas blandiendo el bajo. Menta despegó el viernes con una Riviera que se fue llenando progresivamente. Cabe destacar que el muro de sonido del grupo se lució por algún motivo, ya sabemos que sonar bien no es algo sencillo en esta sala madrileña, pero Menta lo consiguió a ciencia cierta. Meji, que es una cantante que tiene un arrojo, carácter y brillo especiales, fue natural y divertida. Visiblemente emocionada a cada momento por esa marcha de Lucas, a quien se acercaba con complicidad y en un momento cantó «Para que no te vayas, Lucas Sierra«, modificando una de sus letras más populares y dibujando una sonrisa tierna en los asistentes. Tocaron un tema nuevo, algo como «ya no te vas de aquí«, que seguro pronto escucharemos. Los valles instrumentales de la banda fueron exquisitos. Su última canción en La Riviera, ‘Lo que me falta‘, cerró a la perfección una etapa y un concierto lleno de emociones, un concierto de cómplices, de amigos. Menta fueron letales, perfectos acompañantes de Los Punsetes. Un golpe helado, un cóctel molotov para domingos de resaca.
Despedíamos a Menta, tocaba el turno del humor ácido. Y allá que aparecieron Los Punsetes, con una Ariadna vestida de negro, con un vestido que le llegaba por encima de la cabeza, en el que un hueco ovalado le permitía asomar la cara. Teatral, estática… simplemente Ariadna. Empezaron el concierto con ‘Cerdos‘. La primera parte del concierto se hizo larga, estando descompensados los momentos de hits legendarios de la banda con otros más recientes o menos populares. Sin embargo, cuando el grupo volvió al backstage, todos nos quedamos con la boca abierta, porque no habían tocado ni dos de sus canciones más famosas. El público mantuvo la fe de que aquel solo sería un parón, de que volverían a aparecer en cualquier momento. Y así fue como, unos diez minutos más tarde (lo que tarda una en tomarse una cerveza y fumarse un cigarro) volvieron a poner los pies en el escenario. Ariadna, con un look nuevo, un vestido rosa y banco con volantes asimétricos en los hombros, recordaba en cierto modo al de la pastorcita de Toy Story.
Esta segunda parte del concierto la conformaron todos sus himnos, fue energizante, Los Punsetes a la enésima potencia. El público gritaba las canciones, levantaba los brazos y sacudía sus cuerpos en el pogo celebrando que sí, que «viva, viva, viva, lo poco que nos queda«. Ariadna, que como sabemos no se excede en lo que a palabras se refiere, presentó a Meji, que volvió a subir al escenario para cantar juntas ‘Vas hablando mal de mí‘. La cantante de Menta se acercó emocionada, juntas tenían un aire conmovedor, de dos generaciones, de maestra y pupila. Las dos, al lado, con la mirada fija, el rostro impasible, y los brazos a lo largo del cuerpo.