El debut de Todo bien Todo mal en la Sala Barracudas

/ octubre 30, 2023/ Crónicas

Una banda llena de secretos, y energía

Lo siento mucho. El día de la Hispanidad debo admitir que no fui al desfile. Fui a otro desfile alternativo, diferente. De hecho, no fui a ningún desfile. Ese día tocaban Todo bien Todo mal, y allí me quise plantar. Ubicado en la sala Barracudas, un poco lejos de la zona centro de Madrid a la que estoy habituado, el debut de esta banda lo abrían Novel Driver. Me introduje en el bar, y prácticamente al momento comenzaron a tocar. Su sonido me dejó boquiabierto. Desde la primera canción no parábamos de mirarnos mi compañero y yo anonadados. Era un sonido muy limpio, y no porque faltasen pedales.

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La formación generalmente consta de cuatro miembros, pero hoy faltaba Carlos. Marco se encargaba del bajo y Javi de la guitarra y la voz mientras David controlaba desde atrás. Su disposición en el escenario demostraba que se conocían desde hace tiempo, similar a la característica formación de Viva Belgrado. Siempre que podían, se encontraban para mirarse unos a otros, y daba una sensación de unidad muy agradable. Desprendían confianza. Me emociona ver los vínculos que se forman con la música en pleno directo, es algo auténtico y vibrante.

Era una sonido similar a Weezer y Silversun Pickups, cuando le añadían mucha distorsión también parecían haberse inspirado en Placebo. Sonidos potentes pero siempre con un ritmo calmado. No había mucho que destacar, el nivel de todos estaba muy parejo, una excelente actuación con partes muy cohesionadas. Sorprende pensar que son una banda amateur. La dinámica, que no el sonido, sí que se asemejaba al indie español, Arde Bogotá o Lori Meyers, lo cual no acababa de convencerme.

Es verdad que la asombrosa voz de Javi dejó a todo el público en shock. No fallaba una nota, y fluía sin prisa, entrando poco a poco en el cuerpo. Como os contaba, debo admitir que suelo echar en falta un poco de energía en los conciertos así. Las canciones podrían haberse interpretado un poco diferentes, más adaptadas a un directo de garito, aunque entiendo que así se adecúa más a un estilo shoegaze o indie. Tampoco habría interrumpido cada canción para agradecer al público, o para hablar en general. Se hizo un poco extraño ese detalle de principiante teniendo en cuenta el nivel casi profesional que mantuvieron a la hora de tocar. Aun así, me encantaron y fui directo a ojear su página de Instagram. Tienen su música en Spotify, aunque en directo están a otro nivel. Si tenéis la oportunidad, no la desperdiciéis e id a verlos.

Después le llegó la hora al protagonista de la velada. Todo bien Todo mal. Se podría resumir en sudor y poder. Un título digno de Kubrick. Qué explosividad, la banda poseía una mezcla de sonidos muy poco común en España. Detrás del todo se encontraba Jaime, que tenía una forma peculiar de tocar la batería. No supe en todo el concierto acotar qué era, pero algo me atraía de sus movimientos. Se inclinaba, cruzaba los brazos, se movía ensimismado en los golpes, dándole vida a las canciones con muy buena técnica. Y una pegada muy fuerte, satisfactoria, para el estilo que venían trayendo.

En algunas canciones hacía uso de sus soportes para emitir sonidos nuevos, un detalle francamente satisfactorio y, por supuesto, original. Rafa, que era el bajista, me contó después que la banda llevaba mucho tiempo sin subirse a los escenarios. Aunque notamos un poco de nerviosismo por su parte en algunas canciones, su actuación fue impecable. Y a diferencia del resto, y de la gran mayoría de grupos emergentes que acostumbro a ver, desprendía una rapidez o familiaridad con el instrumento inusuales. No sabría explicarlo. Subidas y bajadas con pequeños licks, detalles que le daban contundencia a las canciones, rellenando y casi soldando los temas.

Aunque para familiaridad con el instrumento, Sergio. El guitarra líder, vestido con una elegante camisa, parecía ir en dirección contraria al resto de la banda. Todos enérgicos y frenéticos, él, grácil y liviano, agitándose con un vaivén hipnotizante que casaba a la perfección con el conjunto, pero que lo mantenían en su identidad individual marcada. Y es que muy probablemente el secreto de esa presencia estuviera en el sonido. La sala Barracudas goza de un resultado sonoro espectacular, y Sergio supo exprimirlo al máximo. Qué arte.

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Riffs poderosos, pequeños arreglos, arpegios de ambient, trémolos galácticos: esas cuerdas no debieron de entender muy bien qué estaba pasando. Alternaba silencios detallistas y explosiones de armonía. Desde luego, el efecto tarima era notable en él, que como digo hipnotizó al público con esa mezcla despreocupada. Aunque la atracción principal del toque fue Andrés. Cantante y guitarrista, este chico era una vorágine de locura. Murmuraba cosas y la gente se volvía loca. Loca.

Parecía ser su primer concierto, porque no se le entendía muchas veces al hablar, y muchos elementos del público le distraían. Pero la energía que desprendía ahí arriba no es equiparable a nadie que haya visto en mucho tiempo. Y a la hora de tocar, le impregnaba alma a sus alaridos, estampando sentimientos contra la malla del micro, como intentado ver si este se rompía. Su registro también era sorprendentemente amplio. En la quinta canción, una balada preciosa, se quitó la camiseta, y con el sudor parecía un ser mitológico traído para hacernos bailar en la explosión. Todo un personaje. Se agitaba de arriba a abajo, casi saltando, golpeando el aire como si fuera su mayor enemigo.

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En la décima canción del setlist vociferaba “mátame, estoy sufriendo”. Fue sin duda el instante más impactante del concierto, dejando mi piel erizada y mi interior un poco tocado. Parecía pedir ayuda. Andrés es un frontman que encierra muchos secretos. La verdad es que todos los miembros de esta banda parecen encerrar secretos que no pude descifrar. Me encanta. Hablando en sí del concierto, tocaron alguna cover, como ‘Nos siguen pegando abajo’ de Charly García, o ‘El Loco Juan Carabina‘ de Simón Díaz (el cantante explicó había sido en su tiempo la canción favorita de su propio abuelo), y ‘Lagartijo igual lagarto’, de Giovanni Vázquez, pero en su versión mas punk y macarra. Fue un encore improvisado que funcionó como un violento broche de oro donde todo el público se sumergió en un pogo gigante que desdibujó los límites de la sala. Fue épico.

Las referencias de Todo bien Todo mal se cuentan en miles. En aquellas canciones más tranquilas, el conjunto me recordaba a Weezer y Car Seat Headrest, aunque ninguno lucía tan virgen. Cuando le impregnaban potencia, un extraño toque de opening de anime antiguo florecía. The Pillows, BEAT CRUSADERS, Asian Kung Fu Generation o incluso my dead girlfriend en una faceta más wave etéreo. Personalmente, estas eran mis partes favoritas. A veces, parecían desplazarse al otro lado del charco, al rock tan característico de Argentina, con reminiscencias a Spinetta, Los Reyes del Falsete o el propio Charly García. Tenían habilidad para ello. En resumen, una completa locura de mezcla, que por lo que sea a mí me fascinó.

En conjunto la noche fue divertidísima, y me fui a casa muy contento de haber estado presente en el debut de la banda. Actualmente tienen su música en Spotify, y más de camino. Sospecho que habrá que esperar un largo tiempo, pero seremos pacientes. Os animo a que le echéis un vistazo, y lo mismo con sus redes para estar al tanto de sus novedades.

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