Foo Fighters – Medicine At Midnight | Reseña

/ febrero 6, 2021/ Reseñas

Tras más de tres años de espera desde su último disco, Foo Fighters lanzan Medicine At Midnight, incorporando nuevos sonidos a más de 25 años de carrera.

 

Discográfica: RCA Records, Roswell Records

Lanzamiento: 05/02/21

Género: Rock Alternativo, Pop-rock

 

 

 

Tras más de 25 años de carrera, Foo Fighters regresan con su décimo álbum de estudio. Y lo hacen cambiando algo el registro. Esto no es nada nuevo visto el pasado reciente de la banda, desde que en 2014 con ‘Sonic Highways’ decidieran explorar más de un sonido propio en el que llevaban trabajando y, en cierta manera llevaban atascados demasiado tiempo. Y no lo digo a modo de crítica negativa, al revés, ese sonido nos ha dado grandes álbumes tales como ‘The Colour and the Shape’ con un sonido alternativo y grunge potentes, ‘Echoes, Silence, Patience and Grace’, que continuaba con ese sonido propio y le añadía toques pop, o mi debilidad personal, ‘Wasting Light’, que mezclaba un poco todo eso bañándolo de un toque garage.

Pero llevaban demasiado tiempo con la misma fórmula, así que decidieron ir un paso más allá en sus dos siguientes discos, ‘Sonic Highways’ y ‘Concrete and Gold’. En el primero era más bien una apertura de horizontes un tanto tímida y poco notable (ya que prácticamente no cambian nada de su sonido, pero que en mi opinión es un muy buen disco), pero con el segundo y, con el cambio de productor (se encargó Greg Krustin), el cambio fue más palpable y no siempre para bien, con canciones olvidables tales como ‘Happy Ever After (Zero Hour)‘. Aún así este último seguía siendo un gran disco, en el que se veía un creciente uso de coros que acompañaban las melodías de las canciones (dándole en este caso un aire góspel).

Y en este punto recibimos ‘Medicine At Midnight’. Dave Grohl ya nos había avisado en recientes entrevistas acerca de lo que buscaba con este nuevo álbum: «Es nuestro décimo álbum y es nuestro 25 aniversario. Fue como, bueno, echemos un vistazo a todas las cosas que hemos hecho antes. Hemos hecho punk rápido y ruidoso. Hemos hecho música lenta y acústica. Hemos hecho rock pop con sencillos pegajosos de tres o cuatro minutos de duración. Y entonces pensados ¿qué no hemos hecho hasta ahora? Y nunca habíamos hecho realmente un disco orientado al groove. Quiero decir, si escuchas el resto del disco, mucho de ello tiene sus raíces en estos ritmos que vienen de Sly And The Family Stone y de la música disco […]. Como baterista, siempre pienso en eso como una base, porque eso puede crear la estética o la vibración de un álbum. Así que pensé, vale, muchas de nuestras bandas de rock and roll favoritas a lo largo de los años tienen ese disco que es un disco de rock and roll que realmente se puede bailar, ya sea el ‘Tattoo You’ de The Rolling Stones o el ‘Let’s Dance’ de David Bowie o un disco de Power Station; cosas así. Pensé, «No hemos hecho eso todavía». Muchos de nuestros álbumes son realmente impulsivos y a veces un poco malhumorados y melancólicos, introspectivos. Yo estaba como, ¡Al diablo con eso! Hagamos una fiesta. Hagamos ese disco en el que puedas saltar por ahí.» Y, es cierto que con este disco van un paso más allá que lo visto en su predecesor (que ya digo que funcionaba), pero el problema es que lo difícil no es cambiar, sino cambiar manteniendo la esencia y, en mi opinión, los Foo Fighters pierden parte de ella.

El disco comienza de la mejor manera posible con ‘Making a Fire‘, aunando todo lo bueno que históricamente tiene la banda más unos coros femeninos efectivos que acompañan la canción, pero en seguida, con el segundo corte, ‘Shame Shame‘, observamos que efectivamente, el disco en general es una pena, una gran oportunidad perdida. ‘Shame Shame‘ muestra un lado pop de la banda sin frescura, plana y que se hace larga para la simpleza de la canción. ‘Cloudspotter‘ llega después mezclando ese lado pop con riffs que pretenden ser potentes pero se quedan a medio camino y que ni siquiera se ven superados en la parte final.

Llegados a este punto Foo Fighters nos presenta ‘Waiting on a War‘. Y pasado lo anterior podemos llegar a pensar: “¡O dios mío otra canción pop sosa no por favor!”, pero una preciosa y suave melodía empieza a cautivarnos poco a poco con acordes simples en una guitarra acústica, yendo in crescendo hasta una explosión brutal en la parte final con varias guitarras. Una locura vaya. Pero la locura para ahí. Con ‘Medicine At Midnight‘ llega otra canción que, sí, tiene groove (como dice Dave Grohl), una buena melodía y, de nuevo mucha presencia de coros acompañando, pero es una de esas canciones que en otros discos se crecían porque estaban bien arropadas y que en este caso, precisamente por no estarlo, se ve nota demasiado que flojea en el estribillo. ‘No Son of Mine‘ con influencias de Rammstein y Motorhead y ‘Holding Poison‘ levantan el ánimo siendo ésta la parte potente más larga del álbum, pero durando demasiado poco. En seguida, demasiado rápido llegamos a la parte final del disco. Ahora que la cosa había cogido vuelo aparece una balada pop que frena el ritmo. ‘Chasing Birds‘ como muchas de las canciones del disco no es mala, está bastante bien y si estuviese bien arropada podría ser recordada, pero no lo está. Finalmente la banda cierra con ‘Love Dies Young‘, de la que no sé qué pensar de momento y no la concibo como cierre digno de ningún álbum.

En definitiva, demasiado trabajo tienen y demasiado dispersas están las mejores canciones del disco (en mi opinión ‘Making a Fire‘ y ‘Waiting on a War‘ sin duda, con apoyo de ‘No Son of Mine‘ y ‘Holding Poison‘) como para realzar y, que puedan interesarme, el resto de canciones. Por otra parte, es bueno que la banda, de más de 25 años de historia y, después de todo lo que nos ha dado, intente arriesgar. Veremos si en futuros álbumes Foo Fighters consiguen juntar el riesgo con la esencia de la banda.

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