Deafheaven – Infinite Granite | Reseña
El quinteto más polarizante de San Francisco vuelve con su disco más personal. Una sorpresa para oídos inocentes y la culminación de una carrera para los más atentos.
Discográfica: Sargent House
Lanzamiento: 20/08/2021
Género: Shoegaze, Dream Pop, Post-Rock, Blackgaze
Deafheaven ha sido, es y siempre será la dualidad convertida en grupo. Prácticamente desde sus inicios y más concretamente desde la salida de su obra magna ‘Sunbather’ (Deathwish, 2013), la banda ha presenciado como tanto la crítica como los fans en general se han posicionado en dos polos totalmente opuestos respecto a cómo perciben el grupo. Los discos que han sacado posteriormente, ‘New Bermuda’ (ANTI-, 2015) y el hasta ahora más controvertido ‘Ordinary Corrupt Human Love’ (ANTI-, 2018), no han hecho más que acrecentar estas diferencias. A lo largo de todos estos discos hemos podido presenciar cómo el grupo no se siente cómodo con ningún género en concreto y decide utilizar lo que le conviene de cada uno de estos. El black metal, el shoegaze, el post-rock y blackgaze son las etiquetas que más podrían encajar con la banda sin que ninguna termine de definirlos completamente.
En una entrevista reciente con The FADER, Kerry McCoy, guitarrista y cofundador del grupo ha afirmado que desde esos momentos mencionados <<mucha gente nos tomaba como un regalo de Dios para la música y otra gente pensaba que el mundo sería un lugar mejor si cada miembro del grupo hubiera sido abortado. (…) Nosotros no pensamos ninguna de las dos cosas, simplemente somos un grupo de tíos que escribe la música que quiere y que se siente agradecido de que la gente conecte con esta (…)>>. Y es que estas palabras son el mejor resumen que se puede hacer de ‘Infinite Granite’. La gente lo va a odiar o lo va a amar, pero aquí está. En este nueva observación, el quinteto ha querido utilizar todos esos sonidos y melodías que se mezclaban con los blast beats de los anteriores trabajos para hacer un disco casi puramente shoegaze donde el objetivo del grupo no es más que pararse y expresar su interior de una forma más pausada y cercana.
Si algo sabe hacer Deafheaven es poner al oyente en situación desde el primer minuto. A pesar de que no suelen hacer uso de las “intros” como tal, el grupo sabe qué canción debe elegir para comenzar cada nuevo trabajo. ‘Shellstar’ cumple su función a la perfección. Sin embargo, no solo hablamos de los primeros segundos del tema, si no que toda la canción es un perfecto resumen de lo que te vas a encontrar en todo el disco: la voz melódica de George Clarke, los coros, la batería que descansa en cuanto a dureza pero no a creatividad, las barreras de sonido de las guitarras… ‘Shellstar’ nos embarca en viajes intergalácticos a través de nebulosas de reverberación. La voz limpia y cristalina de George flota entre las luminiscencias de Kerry McCoy, el arquitecto de las progresiones melódicas de Infinite Granite. Daniel Tracy es la estrella que más brilla, frecuentemente ignorado, es el alma no reconocida del grupo. La columna vertebral que edifica las canciones de Deafheaven es su excelente percusión, esta vez tomando inspiración de bateristas como Phil Selway (Radiohead) o Abe Cunningham (Deftones). Gracias a él, el shoegaze no es una diatriba estática de música difusa, sino una Torre de Babel de poliédricos bordes.
‘In Blur’ es esa canción que parece no destacar al principio, pero que con cada escucha suma puntos sin parar. Siendo el tercer single que la banda lanzó, se ha convertido en un tema insignia del grupo. Tema shoegaze con mayúsculas, la batería y el bajo se encargan de ofrecerte una base pegadiza donde expandir los elementos incluidos en el tema anterior, haciendo ahora una letra y una melodía aún más agradable. Con un estribillo tímido y medio escondido, el tema va creciendo cada segundo. Esta canción, con más crossover appeal del disco, es un vivo espejismo de Slowdive en sus últimos días, allá por 2017. George empieza a sacar la cabeza y a subir al trono, con una personalidad muy distinta a la encontrada en sus días de puro black metal. La rabia es sustituida por un oscuro carisma, hipnótico y con intenciones ocultas. Con un concepto muchas veces replicado pero pocas veces hilado con tanta belleza: la necesidad de creer en algo más grande que nosotros tras una dura y amarga pérdida. La futilidad y el dolor existencial explorada en 5 minutos y medio.
‘Great Mass of Color’ este fue el primer single que la banda lanzó y probablemente uno de las mejores canciones del año. La espiral de especulaciones sobre el presente y futuro de la banda. Deafheaven caen desde lo alto, entre rumores malintencionados y prejuicios hostiles. ¡Absalón, Absalón! Por suerte, desde el principio han sabido lo que hacían, sin aferrarse a ningún género con esposas de hierro. Este número es el estandarte de este disco, el puño sobre la mesa, la prueba de que Deafheaven puede hacer de todo. Una canción que hubiera encajado sin problema en su anterior disco, pero que sirve de perfecto eslabón en la gran cadena cerrada que es este nuevo trabajo. Continuamos con la estela de los anteriores cortes, con la voz limpia predominante, los pre-estribillos, los susurros y la subida en los momentos clave. Sin embargo, donde reside la auténtica belleza y poder de este tema es en el final. Una auténtica explosión desencadena los gritos de George y la fuerza de los instrumentos para otorgar uno de los cierres más impactantes que se ha oído en mucho tiempo. Mientras un sector de los oyentes pueden comparar este tema con la resurrección de The Smiths en 2021, se ve un camino de oro hacia la apreciación de grupos que juegan en las tierras olvidadas del post-punk gótico y burbujeante, como los infinitamente menos conocidos Portrayal y su debut ‘To The Black Sea’ en 2015.
‘Neptune Raining Diamonds’ se trata de un interludio al uso, que se mueve entre el synth, el ambient y el drone y sirve para reforzar el uso de sintetizadores en el disco a la vez que acrecienta toda la atmósfera generada por los temas previos y que está por venir. Con un título digno de The Flaming Lips, el interludio sintético y críptico que separa ‘Great Mass Of Colour’ y ‘Lament for Wasps’ dice más de lo que parece. En un álbum conceptual sobre el sufrimiento familiar, una imagen tan evocativa como la lluvia de diamantes en Neptuno es la metáfora que define el disco al completo. Belleza abandonada y desperdiciada, un mensaje de esperanza perdido en la lejanía, la imposibilidad de una asunción temprana y el olvido perpetuo.
Con ‘Lament for Wasps’ volvemos a una duración más propia del grupo. Siete minutos de canción también con dos partes muy marcadas, pero con buena coherencia, como todo el disco. Los estribillos destacan sobre las estrofas, donde las guitarras descansan más. El grupo se permite jugar, cambiar de ritmo y poco a poco la dirección de la canción . En este sentido, sí recuerda a temas de otros discos de Deafheaven, cuando después de una metralla de golpes se relaja, toma aire y vuelve a sonar. De este modo la canción de pronto ocupa toda la habitación son su doble pedal, las voces en bucle y su mantra homónimo. La confianza sobre la que habla George en esta canción es el calor reconfortante que su pareja le proporciona. Una confianza que, por miedos irracionales (‘wasps’ o avispas) puede pender de un hilo, aunque sea sólo en su cabeza. Una de las canciones más progresivas del disco, rozando la etiqueta de post-rock, nos lleva por un río cambiante a cada tramo, con meandros de blast beats y riffs a trémolo que terminan en un delta de calma y paz.
El comienzo de ‘Villain’ continúa con las reglas estipuladas sobre la composición del álbum pero dándole una vuelta más. La batería vuelve a su bucle de ritmos acompasados que reproduce sin parar, siempre similar, siempre cambiante. George en este caso decide también querer ir poco a poco, como si quisiera que su letra calase más que otras. En este caso, la transición a la segunda fase del tema es más abrupta. De golpe la canción se para en un break donde la guitarra se muestra lejana pero constante y, después de un sencillo pero contundente fill, todo el grupo vuelve a hacer lo que mejor saben. Y hasta aquí ha llegado la evolución del black metal. Difícilmente entendido como una disciplina de furia continua, Deafheaven asesina la tradición y lo usa como mejor sabe: el final más potente de un largo crescendo. Gritos de arrepentimiento y reflexión sobre la sangre familiar y los pecados cometidos por antepasados son el trasfondo de este tema. El espectro del alcohol y la violencia late dentro del frío corazón de Villain, y es algo que ver por vosotros mismos. Si queréis entender la tesis del grupo en un sólo número, esta es la clase maestra de shoegaze y catarsis black a la que necesitáis atender.
‘The Gnashing’, instrumentalmente, es ese shoegaze pesado, agresivo, rozando el metal y que te empuja a gritar. Sin embargo, George es inteligente y su voz ocupa el extremo opuesto: su voz parece procedente de otra canción, como si cantara a otra persona y no a su grupo. Voz e instrumentos poco a poco se reconcilian hacia el final de la canción, donde nos encontramos estos paisajes sonoros ya comunes en este disco que tanto calan. Un título tan agresivo (difícilmente traducido al castellano, podría interpretarse como un fuerte rechinar de dientes) puede provocar malentendidos. No es la música lo que transmite esta dureza, sino la impotencia de un estado de violencia y la pérdida de tu propia sangre (continuación de la historia de In Blur). Todo ocurre con un murmuro, entre las sombras, como las guitarras limpias de McCoy y Mehra, intercaladas entre el muro de confusión, con infecciosas melodías.
Hear thesе howls hurling our present
I know what this costs us
Hear thеse howls, embrace the gnashing
I know what this costs us, I know it’s exhausting you.Deafheaven – ‘The Gnashing’
El título de ‘Other Language’ viene como consecuencia de un sueño, donde no se recuerdan las últimas palabras de un amigo, pareciendo que fueron dichas en otro idioma. Los detalles de la conversación ya no importan, sino la conexión vital con él, algo que no puede comunicarse fácilmente. Todo ello transmitido en la canción más etérea del disco, eventualmente destruida por gritos de pesar ahogados entre la montaña de distorsión y atropellados golpes de batería.
Mientras grabábamos ‘Mombasa’, nos contaron que un amigo nuestro había fallecido. Paramos la sesión y nos fuimos a casa. Esa noche apareció en mis sueños. Estábamos en un gran autobús de pasajeros, donde al fondo nos sentamos y empezó a contar una historia a todas las personas cercanas. Le puse el brazo en el pecho y agarré su hombro mientras nos reíamos. Cuando me desperté, vi el denso humo que salía de un incendio en el bosque y entraba por la ventana. Me quedé tumbado ahí esperando a la hora de irme a la sesión y escribí la letra en la cama.
George Clarke, sobre ‘Other Language’
Llegamos al final del disco y con ello, a uno de los mejores temas que la banda ha escrito jamás. ‘Mombasa’ es Deafheaven. Todo lo que esta banda crea, piensa, toca, escribe y siente se reúne en este tema en perfecta comunión. El comienzo lento de dream pop acostado sobre una guitarra que se recrea cada vez más da paso a la voz, la batería, el bajo y los sintes, que terminan de rodear la escena con olas de sonido. Como bien mencionábamos en los anteriores temas, el grupo repite fórmula con una estructura basada en dos partes. Sin embargo, cada una de estas partes es una auténtica torre que funcionaría como canción individual. Cuando el grupo decide despedirse lo hace de la mejor manera posible: rompiendo toda esa atmósfera de paz y trayendo la guerra. Lo más llamativo de esta parte es la voz, que esta vez se apoya en suaves coros para poder gritar, pero no gritar como lo suele hacer George, si no con un sonido más gutural y salvaje. Un sonido que duele. Tres minutos de incontrolable tormenta que ahora sí refleja al Deafheaven que todos aclaman y que a todos impactó de una manera o de otra. George dedica el final del álbum a su abuelo, resignado a una residencia donde pedía perdón por la atención y compasión de su familia en sus últimos días, llegando a disculparse por no haber muerto antes. Un sentimiento duro y difícil de comprender para alguien en la flor de la vida pero cruelmente real. Escenificando la ciudad de Mombasa como un paraíso terrenal, como futuro destino de un alma a punto de atravesar la puerta, el Deafheaven de siempre se manifiesta entre gritos black y el éxtasis de ‘Sunbather’, ayudando a cruzar al más allá. Un universo de amor cósmico espera y recibe un nuevo invitado. Pocos momentos musicales evocan una empatía hacia los dilemas de la tercera edad y la muerte inevitable como este, siendo un digno compañero a obras como ‘A Brief Memoriam’ de Frail Body o ‘Everywhere At The End Of Time’ de The Caretaker, ambos muy diferentes.
Deafheaven nunca ha cambiado. Para los que hemos estado atentos desde hace años, la intención nunca ha estado oculta. No nos vamos a engañar, nadie viene a Deafheaven para escuchar black metal. La película nunca ha ido sobre eso. La magia de sus melodías, sus progresiones celestiales y sus dramáticos crescendos son los que nos atraen hacia su campo gravitatorio. Así como los falsos ofendidos tras la publicación de ‘Shelter’ en 2013, el álbum de dream pop de Alcest, hay falsos ofendidos por ‘Infinite Granite’. Ya conocemos el ADN del grupo, y quien haya sido sorprendido por la revelación de esta naturaleza obvia, debe prestar más atención.
My Bloody Valentine fueron los pioneros en usar un volumen doloroso y reverberación descontrolada para alterar el estado mental del público, sentando las bases de lo que ahora conocemos como shoegaze. Este afán de buscar algo más allá de nosotros mismos es la misión en la que embarca Deafheaven, y lo estamos viendo en vivo y en directo.
Como decía Phil Elverum en su álbum ‘Microphones in 2020’:
Pude ver a Stereolab en Bellingham y tocaron sólo un acorde durante 15 minutos. Algo en mí cambió. Llegué a casa convencido de que podía crear la eternidad.
En estos tiempos de pérdida de fe y religión desvanecida, no hay misión más noble que buscar nuestro sentido en el mundo. Queremos encontrar un significado, y Deafheaven nos consuela con su respuesta.