Morgan y The Golden Family o cómo ofrecer un concierto cercano ante miles
Morgan y The Golden Family dieron el salto al WiZink Center dejando claro que no les queda grande
Parafrasearse a uno mismo no está bien, pero yo soy un desgraciao. En un medio que ya no existe y de cuyo nombre no quiero acordarme, escribí lo siguiente al respecto del concierto de Morgan en La Riviera del 14 de diciembre de 2019: “quizá en unos años haberles visto en un recinto “tan pequeño” se convierte en una de esas batallitas de las que nos gusta presumir”. Y dos años y un mes después…
Para esta presentación en Madrid Morgan decidió subir varios escalones. El primero hace referencia a lo anterior, ya que pasó de La Riviera al WiZink Center. El segundo porque estuvieron acompañados por la orquesta The Golden Family, sumando más percusión, teclas, vientos, cuerdas y coros.
Hecha la introducción, sinceramente, no creo que nada de lo que pueda escribir vaya a hacer justicia a uno de los que, y no me parece nada atrevido afirmar esto, va a ser considerado de los mejores conciertos en 2023. Aún así, dejarlo aquí ni sería justo con ellos ni con aquellos que hayáis hecho clic para leer la crónica. Eso sí, me niego a hacer una sobre el setlist. Las piezas que interpretaron seguramente estén en setlist.fm, y creo que no aportaría nada nombrando una tras otra.
21:30 y el escenario se llena con la fusión de ambas formaciones para comenzar con una sublime interpretación de ‘Hopeless prayer‘ y ya miles de personas vamos a una, dejándonos las manos canción tras canción aplaudiendo y aplaudiendo. La canción en sí me parece fantástica, y lo que aporta The Golden Family la convierte en una obra maestra.
Canción, emoción a flor de piel durante toda su duración, aplausos… Y así más de quince veces, sin puntos bajos durante casi dos horas.
Vale, ya ha debido quedar claro que Morgan me gustan mucho, que «The River and the Stone» también y ya de paso os aseguro que sus anteriores trabajos también. ¿Qué tuvo entonces de especial su concierto? Aparte de la colaboración de su anterior bajista, Alejandro Ovejero, y también la de Quique González en ‘Sargento de hierro‘, que sobre el papel es lo que a priori puede ser lo más llamativo, Morgan cuenta con un elemento diferenciador: la naturalidad de Nina.
Partamos de la base de que Nina no es una vocalista al uso en una formación de rock, ya que se suele encontrar a un lado del escenario junto a su teclado, recibiendo menos protagonismo del que se merece. Pero aún así, desde su rincón, ella sigue siendo la que se dirige al público entre canción y canción, y rezuma felicidad y cariño, haciéndonos a todos participes de él. Y el hecho de haber sido muchos más los que nos congregamos para disfrutar de su show, no le restó nada de su espontaneidad, llegando a confesar que se estaba esforzando para no llorar porque entonces no pararía, algo que comentó que ya le había pasado antes.
Morgan ofreció un concierto con orquesta en el WiZink Center, con una gran iluminación, que se sintió como un acústico en un recinto pequeño iluminado con velas, masivo a la vez que íntimo. Nunca he visto a nadie en el palacio hacer algo ni mínimamente parecido y el mérito que tiene, aunque quizá no sea algo buscado, es inmenso.
Ex-heavy. Persona que escucha de casi todo, pero de verdad.
