La M.O.D.A: un canto a sus raíces en La Riviera
Son las 9 de la noche y los de Burgos aparecen sobre el escenario de la mítica sala madrileña La Riviera con sus icónicas, simples y prácticas camisetas de tirantes blancas. Es el segundo de los seis conciertos que tienen programados en la capital para presentar su último disco, ‘Nuevo Cancionero Burgalés’, un viaje al centro de sus raíces burgalesas, por fin, en un impecable directo al más puro estilo de La Maravillosa Orquesta del Alcohol.
Arrancan con ‘Un lunes’ , que es ahora la que ha ocupado el puesto de ‘Nubes negras‘ y sirve como introducción a lo que está por llegar. Es increíble cómo La M.O.D.A. ha conseguido convertir un álbum como «Nuevo Cancionero Burgalés», que tiene poco más de dos meses de vida, en todo un recopilatorio de canciones que se han convertido en himnos en menos que canta un gallo. Así ocurre también con ‘La molinera’, con los ahora solos de Alvar como cantante y una letra desgarradora. Las canciones de «Salvavida (de las Balas Perdidas)» no se podían quedar fuera del setlist, así que continuaron ‘La Inmensidad’, ‘Mil demonios’ y ‘Una canción para no decir te quiero’.
Como no podía ser de otra manera, La M.O.D.A nos tiene acostumbrados a mucha música y poca conversación, así que hubo tiempo para presentar lo nuevo sin restarle tiempo a los clásicos, como ‘Vasos vacíos’ o ‘PRMVR’, un tema cantado por burgaleses que, como en cada concierto, consigue que el público cante en vasco, sea de donde sea.
Alvar cambia su saxofón por el clarinete y la vieja banda nos sumerge en ‘No canto yo’ y ‘Canción de cuna’, con un precioso solo de clarinete difícil de escuchar por el barullo al fondo de la sala. Dos joyas de su cancionero burgalés a las que sigue una tercera, ‘Mes de mayo’.
Hacia la mitad, suena ‘Banderas sin color’, para recordarnos que «el momento crucial es ahora», seguido de ‘Colectivo nostalgia’ y su ‘Himno Nacional’, tras el que David Ruiz, el cantante de La M.O.D.A. dedica unas palabras a su público. «Gracias, Madrid, no sabéis lo que significa esto para nosotros. Sin público, la música no vale nada«.
Todo un espectáculo que recuerda a los vividos hace más de dos años, en el que destaca la ausencia de mascarillas. Desde luego, un concierto no apto para hipocondríacos.
Mientras suenan algunas de sus grandes joyas, al final de la pista, un pequeño círculo tararea y baila al son de canciones de reggaeton. Por suerte, el acordeón, la batería, las guitarras… suenan lo suficientemente fuerte como para el grupo en cuestión, que parece haberse equivocado de fiesta, pase desapercibido.
A medida que avanza el concierto, cada vez hay más personas a los hombros de otras para disfrutar de ‘Hay un fuego’, ‘Gasoline’ e introducirse poco a poco en el ritmo de ‘Lobos’, una de las más vitoreadas de la noche. Tras ‘tiempos de despedirse’ La M.O.D.A. abandona el escenario, aunque nadie duda de que vayan a volver.
«Al final del final», y a su regreso de entre bastidores, ‘Nómadas’, un viaje hasta ‘1932’ y ‘Héroes del sábado’, un tema muy esperado y capturado por una multitud de móviles en alto en esa noche de viernes. Después, ahora sí, el inevitable desenlace.
Antes de la reverencia final que siempre repiten al final de sus conciertos, la vieja banda se despide con ‘Me voy a Burgos’ un tema convertido en himno cantado a voz en grito desde el centro de Madrid.
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