Los Hermanos Cubero – Proyecto Toribio / Errantes Telúricos | Reseña

/ febrero 23, 2021/ Reseñas

Rodeados de grandes artistas del panorama nacional, Los Hermanos Cubero logran crear un magnífico doble disco en el que se abraza a la tradición y al as raíces.

Proyecto Toribio y Errantes telúricos, el doble regreso de Los Hermanos  Cubero

Discográfica: Primavera Labels

Lanzamiento: 19/02/21

Género: Folk, música tradicional

 

Roberto y Enrique Cubero siempre han sido dos artistas de arraigo y de raíces, aquellas que crecen y permanecen en la tierra en una tierra que ya les pertenece. Tan apegados como un eucalipto a su tierra, Guadalajara y la Alcarria siempre han sido la única patria defendida por Los Hermanos Cubero quienes desde el folclore y la tradición han recorrido con su guitarra y mandolina un sendero de folk por todo el país. Su amor y visión sobre la música popular que les rodea les hace ser unos auténticos telúricos, pero no del planeta Tierra, sino de la que se pisa descalzo. Para reivindicar su camino errante que ha situado a la música tradicional en el radar de muchos oyentes, Los Hermanos Cubero han lanzado este 21 de enero un doble disco compuesto por 20 canciones plenas de ese amor a lo que les rodea. Con ‘Errantes Telúricos’ y ‘Proyecto Toribio’ el dúo ha querido homenajear a la música de raíces con la mejor compañía posible.

Con «Proyecto Toribio«, Roberto y Enrique se han querido rodear de los y las mejores violinistas de nuestro país para rendir homenaje a Toribio del Olmo, músico de la comarca de Algora, en Guadalajara. Vivió su vida pegada al campo y al violín, quien le acompañaba de pueblo en pueblo y de baile en baile, marcando el ritmo de un folclore que heredado por Los Hermanos Cubero, ha sido traducido a una decena de bellas canciones. Acompañados por 8 artistas de todo el panorama nacional, como Blanca Altable o Begoña Riobó, el dúo ha reinterpretado desde jotas a fox trots o mazurcas donde el violín se presenta como el rey del baile, en el centro y marcando el compás.

Todo un regalo a la música tradicional y a la verbena de pueblo, un remonte a las historias que rondaban en las fiestas populares de inicios de siglo XX y que eran motivo de celebración y conmemoración. Con «Jota de Algora #1» y «Jota de Algora #2» Los Hermanos Cubero dan rienda suelta a la musicalidad e improvisación popular de la música autóctona que transporta a la época de nuestros padres y abuelos. En piezas como «Pasacalles de procesión» vemos la versatilidad de una guitarra y bandurria que suenan actuales y cercanas al pasado desde la solemnidad más contraria a canciones como el «Pasodoble de Guadalajara» que dejan una alegría instantánea en el cuerpo. Todo un regalo a la tradición que tanto ha dado a Los Hermanos Cubero y que ahora es devuelta.

Tras haber firmado un disco alabado por la crítica y por los oyentes como uno de los mejores discos españoles de la última década, con ‘Quique dibuja la tristeza‘ (2018), Enrique Cubero trasladó el duelo tras la muerte de su mujer al recital de canciones más puro y sensible que se podía imaginar. Haciendo del folk y de la música tradicional un disco de cátedra, los conciertos de Los Hermanos Cubero se tiñeron de lágrimas a la par que sonrisas, un repertorio a medio camino entre el llano y la alegría que siempre había caracterizado al dúo. Con ‘Errantes Telúricos’, los hermanos han querido aprovechar todo lo sembrado con su disco anterior y explorar todavía más ideas como la soledad o el amor desde las raíces que han abierto puertas por todo el país y que ha ido recogiendo adeptos.

Es por ello que en ‘Errantes telúricos‘ vivimos un recorrido que nos lleva desde Guadalajara a Asturias pasando por Madrid y Granada. Como si de «Un país para escucharlo» se tratara, Los Hermanos Cubero se han rodeado de 10 magníficos artistas para firmar cada una de las canciones del disco. Pese a su ascendencia danesa, Christina Rosenvinge es uno de los tesoros del pop rock español. Ella abre junto a «La rama» el abanico de colaboraciones del disco de una manera continuista al anterior trabajo de los de la Alcarria. Una voz femenina como la de Rosenvinge es puro subtexto implícito para hablar del olvido y cómo este da cabida tanto a la tristeza intrínseca como a la felicidad que el tiempo trae. En su recorrido por el mapa de España, Los Hermanos Cubero llegan a Granada con parte de su patrimonio histórico, Jota y Manu Ferrón de Grupo de Expertos Solynieve. «Así llegué a Granada» cambia el Memphis del que hablaba Tom T. Hall por la ciudad de la que escribían Lorca y Morente, una declaración de amor a la tierra y a la Sierra.

Este disco, que en principio iba a ser una única canción, fue creciendo de forma orgánica a medida que las canciones demandaban unas colaboraciones que llegaron de manera natural. Ese primer embrión fue «Efímera«, la canción que Roberto y Enrique firman junto a Amaia, a quien ya acompañaron en su canción «Porque apareciste«. Casi como un epílogo a dicho tema, Amaia y los Cubero cantan a la felicidad efímera y cómo la tristeza es más persistente que la alegría, un leit motiv que no se deja de abandonar del todo en el disco, y que en este punto ya alcanza un sentimentalismo sobre las despedidas que mantiene el gusto de unas letras impregnadas en la realidad que ya nos había presentado la banda en su anterior disco. Un pequeño suspiro de alivio que deja un rastro de tristeza. Idea que acaba recalando en «Llama encendida«, en la que colabora Rodrigo Cuevas. El asturiano y los de la Alcarria se vuelcan en el folclore de ambas tierras en una expresión de pluralidad de sonidos que se extiende a un country español.

«Como mis pesares» junto a Carmen París aporta el toque de tradición aragonesa al disco. Un sonido que suena tan natural al trabajo y recorrido de Los Hermanos Cubero que casa y genera conflicto a la par con temas como «G.U.A.D.A.L.A.J.A.R.A«, la cual interpretan los Cubero junto a Hendrik Röver y Los Míticos GTs, un sonido americano que bordea la frontera entre lo autóctono y lo foráneo sin perder el sonido y las referencias a una Guadalajara que ha medida que la centralización y la diáspora del campo se ha convertido en algo irreconocible con el paso del tiempo. Tan ecléctica en su sonido, es una canción tan crítica como real y necesaria no tanto a la despoblación, como a los responsables de esta se refleja en la letra: «Guadalajara, cielo espectacular, Guadalajara tierra en ruina total […] Guadalajara, dime qué tal estás, Guadalajara ¿Quién te trata tan mal?«. El camino hacia el sonido clásico se retoma, de nuevo con todo el simbolismo que conlleva, con Ara Malikian. El violinista de Líbano es el claro ejemplo de cómo una nacionalidad poco tiene que ver ya con el sentimiento de pertenencia. El sonido pesado de Los Hermanos Cubero va marcando el paso de un violín que se abre al folclóre español durante «Matayeguas» de forma solemne.

Enrique y Roberto Cubero junto a Rocío Márquez

Enrique y Roberto Cubero junto a Rocío Márquez

Con Rocío Márquez nos encontramos en la que posiblemente sea la canción más redonda del disco. A medio camino entre las despedidas y el porvenir, es irónico que el título «Canción para un final. canción para un principio» pueda ser una de esas canciones que dividan entre los oyentes por su belleza o por su tristeza y que se rinde al trillado dicho de cuando se cierra una puerta siempre se abre una ventana. Si Christina Rosenvinge empieza a marcar la dirección, Márquez crea el sendero que se va andando por todo el disco marcando el final (¿o el principio?) de una historia que queda intrínsecamente ligada a Los Hermanos Cubero con el preciso y directo «voy a aprender a sonreír otra vez«.

En los instantes finales de ‘Errantes telúricos» se marca una ruptura frente al resto de temas. Como si de ‘Bodas de Sangre‘ se tratara, quién mejor que Nacho Vegas para hablar del amor fatal en «La boda y el entierro». Entre enaguas y alhajas la melancolía marca esta pequeña rondalla se reivindica no sólo la música tradicional, sino también el costumbrismo y tradición de las historias imperecederas y universales. Para poner la guinda al pastel con «Problemas a los problemas» junto a Josele Santiago, el primer single del disco, se encuentra la manera de romper con la tónica del disco y aportar un punto más rock y alejado del discurso amoroso pero que vuelve a retomar la idea de abrazar al folclore y al costumbrismo tan alejado del estrés y ansiedad que generan los tiempos modernos. Una declaración de intenciones en la que Los Hermanos Cubero sacan pecho y se enorgullecen de sus formas y sus motivos, así como de cada uno de los pasos que han dado en su carrera. No es descabellado asumir que Roberto y Enrique Cubero son a la música tradicional española lo que significó ‘Omega a la obertura internacional del folclore y el flamenco. Con este doble disco, se abraza a las raíces y se hace accesible un mundo que pese a parecer enterrado, comienza a vislumbrar el árbol cuya semilla sólo ha hecho más que crecer. 

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Wrestler con gafas. Director frustrado de documentales sobre grupos pequeños. Generación vacía.

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