Todos cantando himnos de Ginebras en La Riviera
Ginebras volvieron a Madrid para despedirse de 'La Última Gira'
Ir a Riviera, pese a la infame palmera, siempre ha sido una alegría. Además, la última ocasión que fui fue con mascarilla y sentado. Es una sala donde he pasado alguno de los mejores momentos de mi vida. Ahora tocaba forjar uno más, con el techo lleno de flores, las mejillas llenas de purpurina y por fin descubriendo cómo es un concierto de Ginebras.
INNMIR fue la encargada de abrir la velada. Ahora podría empezar a escribir un montón de palabras técnicas sacadas de otras crónicas de actuaciones suyas, como si supiera de lo que hablo haciéndome el entendido, pero sinceramente, mis conocimientos sobre ella y los directos de djs son escasos. Creo que lo mejor va a ser limitarme a escribir sobre lo que ocurrió y mis impresiones.
INNMIR, detrás de su mesa de mezclas, animó, sin dejar pausa entre canciones suyas como ‘Tienes esa luz’ o ‘Miedo’ y remixes de otras como ‘La revolución sexual’ de La Casa Azul, ‘In Spain we call it soledad’ de Rigoberta Bandini o algún clásico como ‘Rasputin’ de Boney M., que jugaron el papel de meter en su show a los que no lo estaban, eso sí, con altibajos. Las que no los tuvieron y unieron a casi toda La Riviera fueron ‘Gimme! Gimme! Gimme!’ de ABBA y ‘El fin del mundo’ de La La Love You. Por mi parte no era la primera vez que veía a un dj sobre un escenario sin cantar, pero es algo que de momento me sigue sin terminar de convencer.
Las flores no solamente colgaban del techo de una Riviera a reventar, sino que también llenaban los pies de micro, la batería… Y tras un mensaje dándonos la bienvenida al concierto, Ginebras aparecieron comenzando con ‘Crystal fighters’, teniendo en un segundo la sala a sus pies y lanzando confeti al final. Esta sería la primera de muchas.
Con mucha naturalidad y visiblemente emocionadas, fueron presentando y tocando todas y cada una de las canciones que hasta el momento habían publicado, disfrutando de un gran sonido y avisando de que algunas de ellas se caerían en próximas giras, como ‘Fan emergente’ o ‘Campos de fresas para siempre’, su homenaje a The Beatles, esta última complementándola con el apoteósico final de ‘Hey Jude’.
La naturalidad siempre me ha parecido un plus en cualquier show y desde luego Ginebras la derrocharon a cada momento, ya sea hablando de su experiencia, dando las gracias o reivindicando al colectivo LGTBIQ+. Prueba de ello su forma de hablar entre canciones. Evidentemente tendrían pensado algo que decir, pero estoy completamente seguro de que no eran las típicas frases ensayadas que quedan forzadas y que se pueden escuchar en cada directo. Una de sus peculiaridades es que en vez de ser una integrante quien llevara ese peso, fueron tres: Magüi (voz y guitarra), Sandra (guitarra) y Raquel (bajo), lo que provocó que en más de una ocasión se pisaran las unas a las otras, pero que también consiguió que nadie destacara por encima del resto, mostrando una unidad.
Cuando antes dije que tocaron todas y cada de sus canciones no era una frase hecha. Cayó su primer sencillo: ‘Todas mis ex tienen novio’. Los últimos: ‘Ansiedad’ y ‘Alex Turner’. Y también ‘Magaluf’, su colaboración con Niña Polaca, banda en la que también milita Sandra, y que se subió al escenario con ellos a excepción de su cantante, Álvaro Surma, ocupándose Sandra de las voces. Y el final, con todos exhaustos y rendidos ante su descarga, fue marcado por, como no podía ser de otra manera en ‘La típica gira’, ‘La típica canción’ con un T-Rex sobre el escenario.
Con un sueño teñido de mil colores y sonando ‘Love natural’ de Crystal Fighters, Ginebras se despidieron, que al día siguiente tocaría la segunda parte.
Aunque no todo me pareció perfecto, es salvaje a dónde han llegado en tan poco tiempo y con solamente un disco. ¿Dos Rivieras llenas? Me da que la próxima vez que Ginebras se suban al escenario de una sala en Madrid esta se les va a quedar muy pequeña.