Silvana Estrada, poesía hecha música en el Palacio Real
Cae la tarde en el Palacio Real de Madrid. Un cielo entre rosa y naranja envuelve un entorno idílico en el que se hacía difícil elegir dónde mirar. Hasta que apareció ella. El sonido de la trompeta y el piano preparó su llegada. Silvana Estrada llegó al escenario, cogió su guitarra, y le cantó al micrófono, casi recitando. “Tengo que acostumbrarme a que seas tú mi domingo en casa”. Qué suerte que ella fuera nuestra noche de jueves en Madrid.
Comenzó cantándole a la ‘Tristeza’ ante un público que la miraba ensimismado. “Es un sueño hecho realidad, que estemos aquí en un lugar tan bonito, después de tanto tiempo encerrados en casa”. Antes de presentarse siguió con una ‘Carta’ escrita para ella misma. “Bueno, yo soy Silvana Estrada”. Por si algún despistado no lo sabía. En cada intervención, la artista nos enamoraba un poco más.
Viajamos a México con ‘Los días’, un Son Jarocho – estilo de música tradicional en su región – hecho a su manera. Y nada más aterrizar de vuelta en Madrid – ‘»Ay, dios mío, qué nervios», decía Silvana antes de presentarle – llegó su primer invitado y uno de sus artistas favoritos. Sobre el escenario se alzó la inconfundible silueta de Leiva, que se unió a la mexicana para regalarnos una preciosa versión a dúo de ‘Corriente’.
“Si se la saben y la quieren cantar: a gritos”, nos dijo Silvana al presentar ‘Al Norte’. Pero costaba seguir y acompañar los giros de su delicada voz, y el público no quiso entorpecer la melodía más allá del estribillo. Luego nos hizo saborear el dolor con su particular versión de ‘Forever’, de CHVRCHES, que la cantante trajo al mundo durante la cuarentena. “Un temazo y un dramón, como me gustan”, dijo antes de sumergirnos en ‘Para siempre’.
A continuación, silencio. Su banda recurrió a la percusión corporal. Silvana cantaba ‘Un día cualquiera’, un poema hecho canción que nos dejaba, por momentos, a solas con su voz (con la que teníamos más que suficiente). Después nos robaba el corazón sin avisar con ‘Sabré olvidar’ en una noche que, sin ninguna duda, no olvidaremos nunca.
Disfrutamos de una Silvana entregada, que charlaba con un público que esperaba hipnotizado a que la cantante afinara su guitarra. Ella nos sonreía y nos preguntaba qué tal. Estábamos de maravilla. Luego ‘Marchita’ y ‘Casa’, dedicada a sus padres. La interpreta sujetando una luz con su mano, que se convierte en lo único que ilumina el escenario – a parte vibrato de su voz – creando una atmósfera íntima en la que nos transporta al hogar que nos describe, rodeado de campo y al lado de un río cuya agua podemos escuchar correr si cerramos los ojos.
La luna brillaba sobre la Catedral de la Almudena y Silvana Estrada nos prometía que estaba a punto de acabar con las canciones tristes. No sin antes interpretar ‘Amor Eterno’, del mexicano Juan Gabriel, recordando con ella a todas las víctimas que ha dejado la pandemia.
A continuación sonó ‘Brindo’ con Jorge y Diego, de Fetén, fetén y después hubo tiempo para las presentaciones. Silvana recordó a todos y cada uno de los responsables del concierto, dedicando a cada uno un par de frases a la altura de sus letras. “Con esta nos despedimos”, dijo antes de interpretar una versión desgarradora de ‘La llorona’, de Chavela Vargas, con la que algunos se atreven a comparar a la joven. El público enmudeció en el que fue, sin duda, uno de los momentos más emocionantes de la noche.
‘Te guardó’ llegó para dejar hacer florecer el estallido de emoción que había sembrado el tema anterior. El público cantaba con ella, que estaba a punto de marcharse. Cuando lo hizo, la suplicamos volver. Silvana volvió y presentó una de esas canciones que te desgarran cuando las escuchas. ‘Si me matan’ se pasea por tu memoria y echa sal en tus heridas si eres mujer. Pidió una voluntaria. Hubo muchas, pero solo una pudo subir al escenario para escuchar frente a la propia artista ese “bálsamo para curarnos esa herida de todas las vidas que nos quitan”.
Después regaló un espacio a su pianista, que interpretó un tema en solitario que la artista disfrutó entre bambalinas, “tomándose un vino”. Al acabar, preparando ese momento amargo que supone la despedida, la mexicana invitó a subirse al escenario a El Kanka, con quien interpretó ‘Tenías que ser tú’. Por último, Silvana dio de nuevo las gracias antes poner fin a una noche que no quería oscurecer y dejando de pie a un público que hubiese preferido no verla irse.
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