Arcade Fire en un Wizink Center eléctrico

/ septiembre 22, 2022/ Crónicas, Destacados

Presentan su último trabajo, «WE», en Madrid

Habían pasado más de cuatro años desde que la banda canadiense Arcade Fire pisara por última vez nuestro país, por ese entonces presentando el que era su último álbum, «Everything Now», hasta que el pasado 21 de septiembre repitieran la cita en el Wizink Center madrileño. Esta sería la única fecha en nuestro país dentro de la gira europea de la banda, que dio comienzo a finales de agosto en Dublín y que los llevará por todo el continente hasta el próximo octubre, antes de cruzar el charco y continuar con el tour por Norteamérica.

Si bien en los momentos previos al concierto la expectación entre los asistentes no era muy alta, sin apenas público dentro y fuera del recinto hasta minutos antes de la hora estimada en la que Arcade Fire comenzaría a actuar, esto cambió en el momento en el que la mítica banda salió al escenario.

El pistoletazo de salida lo dieron los haitianos Boukman Eksperyans, que sustituían como teloneros en la rama europea del tour a la también canadiense Feist, a causa del abandono de esta tras la publicación de un reportaje en la revista Pitchfork, en el cual varias mujeres acusaban a Win Butler, vocalista de Arcade Fire, de conducta sexual inapropiada. Con una puesta en escena basada en tambores y pañuelos de colores, el grupo caribeño llenó el estadio de música y cantos tradicionales haitianos, mezclados con impresionantes riffs de guitarra y una percusión ensimismadora. Tal fue la energía que transmitían que el propio Butler decidió acompañarlos a la percusión durante gran parte de su show.

Una vez terminada la actuación de Boukman Eksperyans, la espera hasta Arcade Fire se hizo larga, en parte también porque los canadienses salieron con cierto retraso: estaban programados para las 21:00h, y no aparecieron hasta pasados 20 min. No obstante, intentaron amenizar la espera a base de un piano en directo y música de apariencia medieval, que dejó a muchos asistentes un poco descolocados.

La puesta en escena prometía, contando con un escenario principal en apariencia bastante pequeño, teniendo en cuenta que son un grupo bastante numeroso y que utiliza gran cantidad de instrumentos, coronado por una pantalla en forma de semicírculo que fue clave durante todo el concierto. Adicionalmente contaban con un segundo escenario en medio de la pista, sobre el que colgaba una bola de discoteca que, junto a la pantalla del escenario principal, fue el centro del espectáculo de luz y color en el que se basó todo el concierto. Todo esto, además, se acabaría complementando con láseres, muñecos hinchables, humo y todo tipo de efectos visuales, que hicieron del concierto una experiencia única con el sello claro de Arcade Fire.

Los canadienses presentaban en esta gira su último álbum, «WE», publicado el pasado mes de mayo, un trabajo de gran eclecticismo instrumental, punto bastante característico de la banda, pero sin olvidar tampoco a sus antiguos temas. No faltaron clásicos como ‘The Suburbs’, ‘Rebellion (Lies)’ o ‘Wake Up’. En general, fue un concierto con gran dinamismo, en el que ninguno de los músicos ocupaba una posición fija, sino que iban cambiándose de sitio según la canción y el papel que cada uno de ellos jugase en esta. Este dinamismo fue igualmente reforzado gracias al segundo escenario, que obligaba a los músicos a atravesar la pista para poder acceder a él, cosa que hicieron sin ningún tipo de miramiento. Quizá la principal sorpresa se dio en este escenario secundario, y es que el grupo se animó a versionar el mítico tema ‘Spanish Bombs’, de The Clash, muy bien recibido por la audiencia.

En resumen, los más de cuatro años de espera para volver a ver a Arcade Fire en nuestro país merecieron la pena, pues los compensaron con un show vibrante, en el que se repasó prácticamente toda la discografía de la banda, y en el que el público no tuvo ni un minuto de descanso, sino que más bien se vieron sumergidos en dos horas de baile y fiesta constante. Solo esperamos no tener que volver a esperar otros cuatro años para poder volver a disfrutarles, ya sea en un concierto propio o como cabezas de cartel en cualquiera de nuestros festivales.

Foto: Andrea Ortiz
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